Desde la burbuja inmobiliaria de 2008, en España se han vivido más de un millón de desahucios. Con esa realidad, la periodista Georgina Cisquella, inicia el documental 'Dónde vamos a vivir. Mujeres contra el desahucio'. En él cuenta la historia de Asun, Carmen o Isabel, que han tenido que aprender a convivir con el miedo a perder su casa. También cuenta el día a día de otras tantas mujeres que se ponen en primera fila, de madrugada, para tratar de impedir un lanzamiento. “Sola no te puedes enfrentar, colapsas”, asegura en el documental Elsa, miembro de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Carabanchel, que también sabe lo que es vivir en primera persona la ansiedad de poder quedarse sin techo. “Que estemos allí, con las manos en alto”, intentando parar un desahucio, “molesta”.
Cisquella ya ahondó en otra realidad social esencialmente femenina, la de 'Las Kellys', que evidenciaba la misma precariedad laboral. “Ahora hay que pasar un test con los caseros, un casting, para alquilar. Si llegas y dices que eres una mujer, que cuidas ancianos, que ganas 900 euros y eres madre soltera con dos hijos. ¿Qué casting vas a pasar?”, critica. El documental está producido por Centuria Films y La Interferencia con guion de Cisquella y de Rafael Lobo; y distribuido por Begin Again Films.
¿Los desahucios son una realidad que afecta más a las mujeres o contra la que luchan más las mujeres?
Las dos cosas. Siempre me ha interesado el activismo femenino, la capacidad de establecer redes entre ellas cuando se tienen que enfrentar a un problema. Comencé este proyecto hace cuatro años, cuando fui a una asamblea en Carabanchel sobre feminismo y vivienda y empecé a escuchar lo que contaban. El drama de los desahucios afecta a miles de familias en general y en grado exponencial a las mujeres. Empecé a trabajar y a mirar todas las imágenes de desahucios que había en internet. Siempre veía a mujeres en primera línea. De ahí viene el planteamiento, de ir a asambleas. Siempre veía que el 80% eran mujeres. Al final, cuando pasa algo en el hogar, son ellas las que van a ver cómo solucionar el problema, las que luego se levantan pronto para ir a parar un desahucio. Las mujeres lideran el movimiento por el derecho a la vivienda, para defender sus hogares y sus casas.
Dices también que son las mujeres las que siempre van con el altavoz en la mano
Sí. Yo no he buscado a las mujeres en esta realidad, me las he encontrado. Siempre están en primera fila, con un megáfono, en el barrio que sea. Confirmo y constato sobre el terreno mi primera teoría, que esta es una lucha protagonizada por mujeres.
Los desahucios son una realidad que sigue, pero existe la percepción de que es un problema que va a menos.
Mucha gente cree que los desahucios son cosa del pasado, como si hubieran desaparecido. Con la crisis hipotecaria de 2012 hubo cientos de miles de desahucios que aparecían en los medios, a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) le daban premios y se hablaba de eso. De repente, ahora parece que no es una realidad. Y no es verdad. La burbuja de la crisis inmobiliaria se ha convertido en la burbuja de los desahucios del alquiler. En todos esos años, además, el mercado se ha perturbado con la entrada de fondos buitre, que compran edificios enteros. Gente que tuvo un problema entonces, ahora ve que sus viviendas están en manos de alguno de esos fondos. En las asambleas lo primero que preguntan es de quién es la vivienda y la gente no lo sabe, porque son casas que se han ido vendiendo de un fondo a otro. No saben con quién tienen que negociar o a quién se tienen que enfrentar.
El drama de los desahucios afecta a miles de familias en general y en grado exponencial a las mujeres
¿Es una lucha de clases, de quién está abajo contra las capas más altas?
Se ve cuando los propietarios tienen el doble de renta que los inquilinos. La película toca a mujeres y a familias vulnerables porque la gente de clase media cuando vive un desahucio, este es invisible. No va a una asamblea, busca refugio en sus redes familiares o tiene posibilidades de encontrar algo; pero las mujeres que van a una asamblea, la mayoría no tienen ninguna posibilidad. En estos años de trabajo, además hay un bombardeo continuo sobre la ocupación, los antiokupas, como si ese fuera el problema más grave en vivienda, cuando es algo mínimo. Por no hablar de las empresas de alarmas, que te dicen que pongas una alarma en tu casa para que no te la ocupen. Se siembra el pánico. No sales a la calle a comprar y te ocupan el piso. Eso es mentira. El problema de la vivienda es un desastre en este país, llevamos décadas sin resolver nada, solo promesas que nunca se cumplen.
Llevas años con este proyecto, muchas mujeres han tenido un recorrido personal y habitacional, por así decirlo. ¿Han mejorado su situación en este tiempo?
Las batallas por legalizar tu vivienda, muchas de las que salen en la película, siguen en el mismo punto. A mí me choca mucho un dato, la usurpación de viviendas, cuando entras en una casa de un banco o en un piso de un fondo buitre. Es el único delito donde las mujeres están por encima de los hombres. ¿Por qué? Porque tienen más problemas en vivienda. Para meterte en el piso de un banco o de un fondo, con niños, dar ese paso, lo haces porque estás en una situación de desesperación, porque no te queda otro remedio.
El problema de la vivienda es un desastre en este país, llevamos décadas sin resolver nada, solo promesas que nunca se cumplen
Hace unos días, falleció Patxi, uno de los desahuciados del bloque La Dignidad de Móstoles, que llevaba tiempo viviendo en la calle. ¿Qué se puede hacer, como sociedad, para parar este tipo de casos?
El problema es que, en este país, la vivienda social y pública es irrisoria. Estamos a la cola de Europa, pero la construcción de vivienda pública tarda tiempo. En las listas, a la hora de dar una vivienda pública, debería haber criterios para primar a las personas que están en una situación de vulnerabilidad. No he encontrado datos, por ejemplo, del sesgo de género, sobre cuántas mujeres están afectadas, cómo, por qué. Lo mismo hay estudios sobre cómo afecta el problema de la vivienda a las mujeres, pero no los he encontrado. Hay muchas familias, la mayoría, que son mujeres monomarentales, con hijos, sueldos precarios, que no pueden alquilar un piso.
Es la pescadilla que se muerde la cola
Lo es. En el documental hay mujeres que dicen “no somos las inquilinas perfectas”. Hay empresas que se anuncian diciendo que te van a buscar al inquilino perfecto, pues las mujeres del documental no lo son. Ahora hay que pasar un test con los caseros, un casting, para alquilar. Si llegas y dices que eres una mujer, que cuidas ancianos, que ganas 900 euros y eres madre soltera con dos hijos. ¿Qué casting vas a pasar?
Para las mujeres migrantes, el problema de la vivienda se multiplica por diez
Hay otro componente, ser migrante. ¿Esa una doble penalización cuando se viven dificultades con la vivienda?
En el documental hay varias mujeres migrantes que, si se quedan al descubierto, en la calle, los recursos para encontrar una solución son muy pocos, porque no tienen redes familiares. Para ellas el problema se multiplica por diez. Es una espiral. En la pandemia se quedaron atrapadas muchas mujeres, porque si vives al día y te quedas sin trabajo y no tienes redes. Por eso el mundo del activismo es una zona de protección, donde estas mujeres se encuentran y se aconsejan.
¿Hay paralelismos con la realidad de tu reportaje 'Hotel Explotación: Las Kellys'?
Cuando hice 'Las Kellys' me encontré con mujeres que trabajaban un montón, les pagaban fatal, acababan rendidas y aún así decidieron reunirse, organizarse y decir “estamos aquí”. En el caso de la vivienda me interesa mucho el activismo, las redes de las que hablábamos. La manera de decir que no te vas a resignar con lo que está pasando, que al menos tienes el derecho a protestar, a reivindicar. A lo mejor son voces en el desierto. No hablamos de partidos, hablamos de movimientos de mujeres que se agrupan y se protegen.
¿Cómo ha cambiado tu visión en estos años, desde que te planteaste la idea del documental?
En estos años he visto pequeñas victorias, cuando se consigue frenar un desahucio o se logra un contrato social; y grandes derrotas. Lo que me llevo es conocer a mujeres estupendas que no salen en las listas de las grandes de la sociedad, pero que viven pendientes unas de otras. Mujeres que se ayudan para salir de la desesperación.