Los 'halcones' del euro tumban el impuesto europeo a los gigantes digitales

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

Hace mil años ni había internet ni cabía en la imaginación de ningún ser humano. Pero daba sus primeros pasos la Liga Hanseática, una alianza comercial de ciudades germánicas y bálticas en la que se inspira la Nueva Liga Hanseática, que reúne a ocho países, halcones del euro y de la ortodoxia económica: Finlandia, Suecia, Dinamarca, Estonia, Letonia, Lituania, Países Bajos, Irlanda, República Checa y Eslovaquia.

Son los países que frenan que el futuro presupuesto de la zona euro que se discutió el lunes en el Eurogrupo tenga capacidad estabilizadora, por ejemplo. Y también son los que este martes –sobre todo Finlandia, Suecia, Dinamarca e Irlanda– han tumbado en el Ecofin –reunión de los ministros de Economía de la UE– la posibilidad de un impuesto europeo a los gigantes digitales, en la línea del aprobado, pero no aplicado, por el Gobierno de Pedro Sánchez en España. A partir de aquí, el futuro del impuesto armonizado dependerá de las conversaciones en la OCDE.

“España apoyaba una propuesta más ambiciosa”, ha reconocido la ministra de Economía española, Nadia Calviño, en el debate en el Ecofin, “y la aprobada en España seguía las directrices de la propuesta de la Comisión. Merecía la pena la propuesta de mínimos y colaboraremos para un acuerdo en la OCDE porque la lucha contra la evasión fiscal es clave. Me sorprende oír a tantos hablar de conceptos antiguos, pone de relieve que hay que trabajar mucho para entender la nueva realidad, que entienden bien ciudadanos y empresas. Es una oportunidad perdida, más vale que Europa influya teniendo una voz única porque se están produciendo cambios: tendríamos que reaccionar para responder ágilmente y mi preocupación es que nos demos cuenta demasiado tarde”.

El propio comisario de Asuntos Económicos de la UE, Pierre Moscovici, se mostraba escéptico a su llegada la reunión, en Bruselas: “Es bastante probable que no tengamos un acuerdo a 28”.

La iniciativa, al ser una reforma fiscal necesitaba el visto bueno de todos los países de la UE. La propuesta original de la Comisión Europea abogaba por crear un impuesto del 3% sobre la facturación de las multinacionales digitales con ingresos superiores a los 750 millones en todo el mundo y a los 50 millones en la UE.

La tasa pretendía gravar los ingresos generados por actividades en las que los usuarios juegan un “papel importante” en la creación de valor y que son difíciles de “capturar” por las reglas fiscales actuales.

La propuesta inicial, como explica Europa Press, generó el rechazo de muchas capitales europeas, más partidarias de esperar a las negociaciones en la OCDE, y en los primeros debates se discutió si implantar el impuesto hasta que hubiera un acuerdo en el foro global o aprobarlo en el ámbito europeo pero retrasar su aplicación hasta que se fuese imposible conseguirlo en la escala.

Francia, el principal impulsor del gravamen, y Alemania llegaron a un acuerdo de mínimos con el que pretendían salvar la iniciativa, y que limitaba el impuesto a la venta de espacios publicitarios.

“Si a finales de 2020 no se ha alcanzado un acuerdo en la OCDE, siempre se puede volver a discutir: la Comisión no retirará su propuesta, no se ha enterrado”, ha cerrado el debate Moscovici.