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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La imputación de Galán por el caso Villarejo emborrona sus 20 años en Iberdrola en pleno pulso con el Gobierno

La imputación del presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, por los encargos presuntamente ilegales realizados por la compañía al ex comisario jubilado José Manuel Villarejo para espiar a rivales y políticos ha empañado el 20 aniversario del ejecutivo en la primera eléctrica española en un momento clave: a la espera del inicio del reparto de los fondos de ayuda de la UE, y en pleno pulso del sector con el Gobierno por el recorte planteado a hidráulicas y nucleares para intentar frenar la escalada de la luz, una propuesta que Galán ha rechazado públicamente.

El aniversario de Galán se cumplió el 21 de mayo, días antes de ponerse “a disposición” de la Audiencia Nacional ante una imputación que entonces ya parecía inevitable. La fecha sirvió como excusa para que el New York Times le dedicase un elogioso artículo que, sin obviar el escándalo judicial, calificaba a Iberdrola como “la Exxon de la energía verde” gracias a la visión de su primer ejecutivo, con loas de, entre otros, el excomisario europeo y exministro Miguel Arias Cañete, y un aviso de Galán a quienes creen llegado el momento buscarle relevo: “Creo que tengo que continuar creciendo y dirigiendo esta compañía”.

El ejecutivo salmantino cumplirá 71 años en septiembre (le quedan dos años de mandato). Aterrizó en Iberdrola en 2001 como vicepresidente y consejero delegado y se hizo con el poder absoluto hace 15 años, tras la retirada del fallecido Íñigo de Oriol. En dos décadas, ha convertido una empresa de ámbito doméstico en una de las grandes multinacionales españolas gracias a su temprana apuesta por la eólica (extendida más tarde a la fotovoltaica) y a la internacionalización a golpe de talonario en Reino Unido, Estados Unidos o Brasil.

Galán olió pronto el negocio tras la descarbonización de la economía y los números le avalan. Cuando llegó al grupo, Iberdrola era la tercera energética española en Bolsa, con un valor de 11.000 millones, muy por detrás de Repsol (17.000 millones) y Endesa (16.000 millones).

Hoy, pese al batacazo del miércoles (cayó un 3,56%, su mayor caída desde marzo de 2020, en plena crisis del coronavirus), es, con casi 67.000 millones de capitalización, la segunda compañía más valiosa del Ibex tras Inditex, a la que llegó a superar puntualmente el pasado verano, aunque la dueña de Zara ha vuelto a tomar la delantera y su valor actual ronda los 95.000 millones.

Ajena al siniestro trasfondo de corrupción del caso Villarejo, Iberdrola confía en pulverizar este año el récord de beneficios (3.610 millones) que logró el año pasado a pesar de la pandemia. En el marco del histórico plan para el periodo 2020-2025 que anunció en noviembre, con 75.000 millones de inversión, ha anunciado que destinará 35.000 millones a duplicar su capacidad de generación de energía limpia en el próximo lustro en eólica, solar y el vector energético de moda, el hidrógeno. El 80% de la inversión irá dirigida fuera de España. La empresa ha presentado 175 proyectos para optar a los fondos europeos que movilizarían 30.000 millones de inversión.

Veterano del Ibex

Su presidente, un fijo en los rankings de los ejecutivos mejor pagados del Ibex (en marzo se embolsó acciones valoradas en otros 6,7 millones por un plan plurianual y el año pasado ganó más de 12 millones), ha amasado en estos años un sueldo acumulado que se estima cercano a los 200 millones. Está entre los popes del Ibex que más tiempo lleva al frente de sus empresas. Entre los pocos que le superan está su archienemigo Florentino Pérez, que preside ACS desde 1993 y es una de las personas a las que presuntamente espió Villarejo para Iberdrola.

El juez del caso, Manuel García-Castellón, ha citado como investigado a Galán en una decisión que ha llegado más tarde de lo esperado. En mayo, la eléctrica trató de anticiparse a los acontecimientos remitiendo un escrito a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) lamentando los “ataques” contra “la reputación y el buen nombre de la compañía” por parte de exempleados y “competidores” desde que se abriera hace dos años una pieza de la causa Tándem para investigar los encargos a Villarejo y poniendo a la cúpula de Iberdrola, Galán incluido, a disposición de la justicia.

Finalmente, su imputación se ha materializado tras pedirlo la Fiscalía Anticorrupción y una vez celebrada el pasado viernes la junta de Iberdrola. García-Castellón ha citado como investigados a Galán, a su número dos, Francisco Martínez Córcoles, consejero-director general del Grupo; al expresidente de Iberdrola España Fernando Becker y a Rafael Orbegozo, exjefe de gabinete del presidente. Los cuatro son investigados por delito continuado de cohecho activo, delito contra la intimidad y falsedad en documento mercantil.

Según un informe de la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional incorporado al sumario de la pieza separada número 17 del caso Tándem, Iberdrola pagó 1,13 millones entre 2004 y 2017 a Villarejo para financiar una decena de operaciones encubiertas. El comisario realizó supuestamente labores de espionaje contra Florentino Pérez por los que la primera eléctrica española le pagó 232.000 euros en los años del frustrado asalto de la constructora al capital de la eléctrica.

Varios encargos a Villarejo se realizaron cuando Galán todavía era vicepresidente y consejero delegado de Iberdrola: el denominado proyecto Arrow (entre 2004 y 2006), para agilizar los permisos de una central de ciclo combinado en Arcos de la Frontera (Cádiz), y cuyos pagos fueron encubiertos a través de la empresa de seguridad Casesa, lo que indicaría según el juez “una voluntad por parte de la compañía de ocultar estos trabajos”; y el espionaje a Manuel Pizarro en 2004 y 2005, año en el que Endesa fue objeto de una opa de Gas Natural de la que Iberdrola intentó sacar tajada apalabrando la compra de activos del grupo resultante que le obligara a vender la autoridad de la Competencia.

Se da la circunstancia de que hoy Pizarro es consejero independiente de El Corte Inglés, al igual que otro de los imputados, Fernando Becker, una persona considerada muy cercana a Mariano Rajoy.

Con un estilo personalista, siempre cercano a las esferas del poder, como corresponde a un sector tan regulado (y con decenas de expolíticos fichados en los últimos años), el salmantino está curtido en mil batallas y está por ver cuál es el impacto del caso Villarejo en su futuro. A corto plazo, sobre su imputación tendrá que pronunciarse el consejo de administración de la eléctrica, que está configurado a su medida.

El ejecutivo ya salió indemne de la pugna a cara de perro con ACS y las caídas de Bankia y la CAM, antiguas accionistas de Iberdrola a las que reemplazó el fondo soberano de Qatar, primer accionista con el 8,7% (pero ausente del consejo). Ahora ve cómo se le abre el frente penal. Un terreno que no es nuevo para Iberdrola, tras la apertura de una investigación por presunto delito contra los consumidores por manipular el precio de la luz en España a finales de 2013 que lleva desde 2017 en la Audiencia Nacional.

El golpe reputacional del escándalo del comisario jubilado ha tenido un serio impacto en buena parte de lo más granado de la élite empresarial española. En el Ibex se ha saldado por ahora con la imputación de Francisco González, expresidente del BBVA, Antonio Brufau, presidente de Repsol desde 2004 (aunque sin funciones ejecutivas desde 2015), el omnipresente Isidro Fainé, expresidente de CaixaBank y presidente de la Fundación La Caixa, y ahora, Galán.