El próximo 18 de septiembre, el INE (Instituto Nacional de Estadística) volverá a corregir las tasas de crecimiento del PIB (Producto Interior Bruto) después de haber subestimado durante años la recuperación del extraordinario shock de la pandemia y el avance posterior de nuestra economía. Será la cuarta revisión al alza de la Contabilidad Nacional desde 2020 y confirmará el mayor error estadístico de la historia de la institución.
La dimensión de este hecho sobrepasa con creces lo que puede parecer una mera cuestión técnica. Las inexactitudes del INE condicionaron el relato económico de la campaña electoral de las elecciones generales del verano de 2023, o la marcha de la economía tras la peor crisis sanitaria en un siglo. Han favorecido el cuestionamiento de las políticas progresistas o han distorsionado las cifras de déficit, deuda, presión fiscal o gasto en pensiones, respecto a las que se construyen los Presupuestos Generales del Estado (PGE) o de las que dependen las reglas fiscales de la Unión Europea (UE) y que se calculan siempre respecto al PIB.
Poco a poco, revisión al alza tras revisión (se realizan cada año en septiembre, al margen de otros retoques trimestrales), el INE ha ido asumiendo sus errores al medir el PIB desde 2020. Desde finales de 2021, los expertos Francisco Melis y Miguel Artola empezaron a advertir de esta problemática en una serie de análisis que se han ido y siguen publicando en elDiario.es. Con la misma tesis, exactamente el 12 de diciembre de 2021, el director de este periódico, Ignacio Escolar, publicó un informe especial que tituló: “Los datos que desmienten el pesimismo sobre la economía en España”.
Desde entonces, los expertos y los periodistas de elDiario.es han señalado las incoherencias de los datos del PIB y de la Contabilidad Nacional con otras fuentes estadísticas, como los beneficios registrados por las empresas en la Agencia Tributaria, los salarios o las horas trabajadas. Incluso identificaron “fraude negativo” en el IVA, es decir, se pagaban más impuestos de lo que se consumía, según la Contabilidad Nacional.
En este tiempo, se han ido uniendo distintas voces. Todas han reconocido que el INE afrontaba “un escenario inédito” tras la hibernación de la actividad por la COVID y por el intenso rebote posterior, que apoyó una también inédita protección publica de las rentas de las familias y de las empresas, gracias a las distintas medidas desplegadas por el Gobierno de coalición.
El debate sobre esta cuestión llegó en abril al Congreso de los Diputados, en una jornada titulada 'El futuro de las cuentas nacionales tras la pandemia' que reunió a representantes de algunas de las principales instituciones económicas (Banco de España, AIReF y el propio INE), a académicos y a sindicalistas. La representante de Estadística en la sesión, María Antonia Martínez Luengo, entonces todavía directora de cuentas nacionales de la institución, echó un jarro de agua fría al afirmar: “No tenemos resultados numéricos aún, pero a priori y quizá me arrepienta de dar esta información, no esperamos que la revisión de niveles sea significativa”, en referencia a la revisión prevista para el 18 de septiembre“.
Martínez Luengo, nombrada en ese cargo en 2012 tras la llegada a la presidencia de Gregorio Izquierdo, hoy director general del Instituto de Estudios Económicos (el think tank de la patronal CEOE), fichó en junio por la oficina estadística europea, Eurostat, como nueva directora de Estadísticas Macroeconómicas, tras una trayectoria de casi treinta años en el INE.
Este miércoles, sin previo aviso, el organismo realizó su último ajuste de la Contabilidad Nacional y admitió una desviación de 32.480 millones de euros solo en el PIB de 2021 —en total, cerca de tres puntos más en términos nominales que no habían calculado correctamente—, adelantando que sí habrá una actualización importante de las tasas de crecimiento del PIB dentro de un par de semanas y volviendo a confirmar la robustez de la economía española en esta etapa reciente. El 18 de septiembre, se conocerán más detalles de todas las actualizaciones desde 2019 hasta 2023.
Estas correcciones “van dando una mejor imagen de la recuperación pospandemia en España, y obviamente supone una mejora automática de todos los indicadores ligados al PIB”, afirma Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics. “La lectura fundamental que podemos hacer de esta revisión estadística del INE es que la recuperación de la economía española tras la pandemia fue muy similar a la de las grandes economías de la eurozona (Alemania, Francia o Italia)”, incide Nacho Álvarez, profesor de la UCM y exsecretario de Estado de Derechos Sociales del primer Gobierno de coalición.
“La infraestimación del PIB ha permitido que durante los últimos años algunas voces interesadas acuñasen la narrativa de que nuestro país fue en 2023 la única economía de la UE que no había recuperado su nivel de PIB prepandemia. Pero era evidente, de acuerdo al resto de indicadores macroeconómicos, que esto no era así”, lamenta. Desde el Partido Popular (PP) se ha repetido que España iba a la cola de la recuperación.
Para el economista Daniel Fuentes, “las sucesivas revisiones del PIB deben enmarcarse en su contexto. El impacto de la pandemia sobre la actividad económica y las mediciones estadísticas fue algo inédito. No lo sufrió sólo el INE, sino cualquiera que en aquel momento se dedicase a la medición en tiempo real de lo que estaba sucediendo. Siempre fue un debate técnico en el que había indicios fundamentados. Lamentablemente, ese debate se contaminó con acusaciones que defendían intereses de parte”, opina.
“Las revisiones realizadas por el INE no hacen sino confirmar la hipótesis de un cambio estructural, de carácter positivo, de la economía española, después de la crisis inmobiliario-financiera y de la pandemia. A los elementos clave de ese cambio, como el saldo externo positivo y el ascenso del empleo, puede ahora decirse que había que añadir el dinamismo del PIB”, observa Ignacio Ezquiaga, analista de los centros de análisis AFI y Funcas.
Desde el INE señalan a elDiario.es: “nos ceñimos a los documentos publicados el 26 de febrero (nota informativa), 2 de abril (proyecto técnico) y 4 de septiembre (nota informativa)”. En estos documentos, han ido detallando sus cálculos, aunque para muchos expertos, de manera insuficiente. Luis Zarapuz y Natalia Arias, del gabinete económico de CCOO, explican que “diversos agentes” han pedido “de forma reiterada una explicación a las diferencias que arrojan las distintas estadísticas macroeconómicas, realizando un ejercicio de comparación metodológica similar a los realizados con las cifras de empleo o las de paro. Este ejercicio de transparencia y de explicación de las discrepancias estadísticas no se ha producido hasta ahora”.
Un cambio de narrativa
Uno de los grandes problemas estadísticos es que parte de esa reparación no quedó reflejada en el PIB hasta septiembre de 2023. Entonces el INE realizó la revisión más importante al alza del nivel de la actividad económica (especialmente de 2021) y adelantó la recuperación del golpe de la COVID al tercer trimestre de 2022, eliminando de raíz el pesimismo comparativo con el resto de la UE. “Las revisiones de 2021 y 2022, junto con el buen dato de crecimiento de 2023, obligan a un cambio de narrativa. Antes de estas revisiones, la española aparecía como una economía rezagada en relación al resto de Europa”, reflexiona Raymond Torres, director de coyuntura económica de Funcas.
“Lo que se desprende ahora es un posicionamiento competitivo favorable: las revisiones y la pauta de crecimiento de 2023 obedecen a una aportación del sector exterior superior a lo que indicaban las primeras estimaciones del INE. Desde ese punto de vista, el diagnóstico no solo resultó estar sesgado a la baja, también infravaloró el factor competitividad. Una constante, sin embargo, es la atonía de la inversión: una tendencia preocupante y que se ha ido confirmando, planteando un desafío de cara al crecimiento potencial”, explica Torres.
“Con lo que ahora sabemos gracias a las revisiones del INE, el debate tendría que haberse centrado en cómo estimular la inversión (cuya debilidad sorprende habida cuenta del maná de los fondos europeos). En cambio, lo que generó controversia (erróneamente, a tenor de los datos revisados) es la capacidad de rebote de la economía española”, prosigue el experto del centro de análisis Funcas.
La realidad de la economía ha sepultado el catastrofismo de la derecha y la ultraderecha española. La recuperación de los extraordinarios shocks de la COVID y de la inflación ha sido muy diferente a la lenta y tortuosa reconstrucción que siguió al estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 y a la gran crisis financiera, aunque los datos oficiales estén tardando en reflejarlo fielmente.
Las políticas progresistas de protección de las rentas, tanto de las familias como de las empresas —con la financiación pública de los ERTE o con la subida del salario mínimo (SMI) como mayores ejemplos—, han dado un resultado totalmente distinto a la austeridad de la pasada década. La salida de la pandemia ha sido inédita para la economía, y el crecimiento actual muestra rasgos de transformaciones estructurales positivas —como el ritmo récord de creación de puestos de trabajo, y de más calidad— y supera al resto de socios de la eurozona.
“El crecimiento débil y la deflación siguieron a las políticas de austeridad. Por eso, la recuperación en un entorno en el que la construcción no actuaba como motor y a pesar de que la recuperación del turismo no sería completa hasta 2023 era en realidad muy relevante. Sin duda son datos que de haberse publicado en su momento hubieran reforzado las expectativas positivas de la economía española”, señala Ignacio Ezquiaga.
“Es importante además darse cuenta de que la principal corrección del PIB por la vía de las rentas ha sido registrar un aumento en la masa salarial, lo que implica que los salarios han crecido más de lo estimado inicialmente”, apunta Nacho Álvarez.
Déficit o gasto en pensiones
Tras esta realidad macroeconómica también hay retos y problemas como mejorar el acceso a la vivienda, reducir la desigualdad o avanzar en la transición ecológica. Pero el PP, Vox y numerosos economistas, centros de análisis y medios de comunicación no han dejado de ponerla en cuestión, atacando las medidas del Gobierno de coalición. La subestimación del PIB por parte del INE durante los últimos años ha puesto los cimientos de estas críticas, por momentos feroces y apocalípticas, y que se extienden al presente.
“La infraestimación del crecimiento del PIB ha sido usada torticeramente en el debate político de nuestro país, pero además, es que los datos de contabilidad nacional tienen una incidencia real sobre las políticas públicas: un PIB infraestimado sobreestima los niveles de déficit, de endeudamiento, de los niveles de gasto público… y acaba limitando la política fiscal”, avisan Zarapuz y Arias, de CCOO.
“Por ejemplo, en el ámbito de las pensiones, los datos de Contabilidad Nacional sirven de base para las proyecciones de los informes de la Comisión Europea ('Ageing Report') y de la AIReF, que son los que determinan en última instancia que haya que implementar o no medidas adicionales para limitar el 'exceso de gasto en pensiones'. Otro ejemplo: el dato de déficit público sobre el PIB sirve de base para la activación del procedimiento de déficit excesivo, de cuya reactivación España acaba de librarse in extremis tras el paréntesis de la pandemia”, relatan.
“En todo caso, esta revisión debería servir para aumentar el techo de gasto para los próximos Presupuestos y disponer de un mayor margen fiscal para implementar las políticas públicas necesarias para afrontar los retos e inversiones de futuro, reducir desigualdades y para fortalecer los servicios públicos”, concluyen los economistas de CCOO.
“El nivel del PIB nominal es clave en la construcción de muchos indicadores y ratios, como el de la deuda pública o el déficit, el PIB per capita o el crecimiento de la productividad, que ahora deberán revisarse nuevamente”, coincide Ezquiaga.