La inflación cayó 6 décmas en febrero al 2,8%, frente al mismo mes de 2023, por el abaratamiento de la luz y con la menor subida de los alimentos en 2 años. La inflación se moderó de media a una tasa interanual no vista desde haces 6 meses. Principalmente, gracias a una factura de la electricidad que fue cerca de un 70% más baja que hace un año, según ha confirmado este jueves el INE.
Las legumbres y hortalizas, el pescado fresco, las harinas y los cereales o algunas carnes se abarataron el mes pasado respecto a enero. Casi la mitad de los productos de la cesta de la compra de referencia para el INE lo hicieron. La excepción negativa volvió a ser el aceite de oliva, que escaló otro 5% de un mes a otro y un 67% en el cálculo interanual (frente a febrero de 2023).
Así, el IPC (Índice de Precios de Consumo) general repuntó al 3,4% en enero (de nuevo respecto al mismo mes de 2023) después de la retirada parcial de las medidas de choque para cumplir con el objetivo de déficit del 3%, tras el regreso de las reglas fiscales a la UE.
Una de esas medidas que ha decaído totalmente es la reducción del IVA de la luz, que en enero ya se elevó del 5% al 10%, y que en marzo ha regresado al 21% previo a la crisis de precios. Un asfixiante proceso inflacionario que se inició en 2021 con la salidad de la pandemia. La energía fue la primera que empezó a escalar y a escalar y su encarecimiento se exacerbó con la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022, elevando los costes de las empresas.
En mayor o menor medida, dependiendo del sector, las empresas han trasladado el aumento de los costes a los precios que pagan las familias para defender sus márgenes de benificio y ganar más.
Ahora, la electricidad, el gas o los carburantes se vienen abaratando por distintas razones. Por un lado, por la menor demanda por las temperaturas más altas de lo normal en invierno y por el contexto de debilidad internacional. Por otro, por la mayor generación de energía con fuentes renovables.
La inflación interanual lleva por debajo del 4% desde abril en nuestro país. En enero, en el 3,4%. En diciembre, en el 3,1%. En noviembre, en el 3,2%. Mientras, en octubre, el IPC general se mantuvo en el 3,5%, como en septiembre. Ese mes, la inflación repuntó después de haberse moderado por debajo del 3% en junio, julio y agosto.
Precios asfixiantes en los supermercados
La reducción del IVA de los alimentos básicos sigue vigente, de momento. Es ahí donde está el principal foco de preocupación. En enero se encarecieron un 7,4%, desde el 7,3% de diciembre. En febrero se moderaron al 5,3%.
La inflación en los supermercados y en las tiendas se ha reducido a una tercer parte desde el máximo del 16,6% alcanzado en febrero del pasado año. Es decir, en este febrero de 2024 partían de un nivel ya muy elevad, por lo que en la moderación opera el conocido como “efecto base”.
Es “la tasa más baja desde enero de 2022 [para el IPC de los alimentos], gracias también a la estabilización de los precios en el último mes”, destacan desde el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa. La moderación de la inflación de los alimentos es especialmente relevante para los hogares con menos ingresos porque las compras en los supermercados o en las tiendas suponen un mayor porcentaje del gasto total cuanto menos se gana.
El Banco de España estimó recientemente que para las familias más pobres el dinero dedicado a alimentos supera el 20% de todo lo que gastan mensualmente. Mientras, para las más ricas ni siquiera es el 10%. Esta es la principal razón por la que el Gobierno de coalición ha mantenido la rebaja del IVA de los alimentos básicos al menos hasta junio.
La presión inflacionista también es evidente en algunos servicios, sobre todo en los relacionados con la restauración. Esto se refleja en una inflación subyacente, que excluye de su cálculo la energía y los alimentos no elaborados, del 3,4% en febrero, desde el 3,6% de enero. “Esto está permitiendo que los hogares recuperen poder adquisitivo y que empresas recuperen competitividad”, defienden desde Economía.
Actualmente, el principal riesgo respecto a la inflación es el impacto de las guerras que sufren Ucrania y Gaza en los precios energéticos y en los cuellos de botella del comercio mundial.
En esta última “milla” –según el lenguaje de la política monetaria– de la crisis de inflación, las subidas de precios se han concentrado en unos pocos sectores en nuestro país. En esta situación, la estrategia de “domar la inflación” –según la misma jerga económica– con los incrementos de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) está puesta en cuestión. De momento, la institución se niega a revertir la política de lanzallamas, que consiste en ahogar a familias, empresas y a los Estados para provocar una crisis y moderar así la inflación.