La inflación se ha moderado al 3,4% en junio por las bajadas de precios en las gasolineras. El INE ha avanzado este viernes una caída de dos décimas del IPC (Índice de precios de consumo) en su tasa interanual desde mayo, cuando se quedó en el 3,6%, con una contención de las subidas de los alimentos de la que se conocerá la cifra exacta a mediados del próximo mes.
“Los datos de inflación siguen reflejando la capacidad de la economía española de compatibilizar el mayor crecimiento económico entre los principales países de la eurozona con una moderación de los precios y el mantenimiento de las medidas para seguir reduciendo los precios en los supermercados”, defiende desde el Ministerio de Economía de Carlos Cuerpo.
“La moderación gradual de la inflación es compatible con la mejora del poder adquisitivo de las familias y el mantenimiento de la competitividad de las empresas españolas”, inciden desde el Ministerio de Economía. Aunque lo cierto es que los precios siguen subiendo cada mes, haciendo que los salarios den cada vez menos de sí. La inflación acumulada desde mediados de 2021 es del 16%.
Esta misma semana, el Gobierno de coalición decidió prorrogar la rebaja del IVA de los alimentos básicos hasta final de año, con un esfuerzo extraordinario para controlar el precio del aceite, totalmente desorbitado en esta crisis de inflación.
El aceite, que ya pasó del 10% al 5% de IVA desde el decreto anti crisis que se empezó a desplegar en enero de 2023, formará parte ahora del grupo de productos de primera necesidad —el pan, las harinas, la leche, los quesos, los huevos, las frutas y verduras— que tienen un tipo del 0% desde el año pasado (en lugar del 4% que se aplicaba hasta entonces) hasta el 30 de septiembre. A partir de octubre pasarán al 2% de IVA, hasta final de año.
La prórroga de la rebaja del IVA del 10% al 5% es ahora solo para “las pastas alimenticias” y los aceites de semilla hasta el final de septiembre. De ahí a diciembre, el IVA de estos productos será del 7,5%. Este jueves, la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) de 2023 del propio Instituto nacional de estadística (INE) señaló que la asfixiante inflación ha disparado un 24% el gasto que las familias dedica a comprar alimentos desde antes de la pandemia. El dinero que se dejan los hogares en los supermercados al mes alcanzó en 2023 el récord de 444 euros, en promedio, desde los 357 euros de 2019.
La inflación subyacente se estanca en el 3%
En junio, la inflación subyacente, que excluye de su cálculo la energía y los alimentos por ser los elementos más volátiles de la cesta de la compra de referencia para el IPC, se estancó en el 3%. Siempre en su cálculo internanual. Es decir, respecto al mismo mes del año anterior. “Destaca la influencia al alza de ocio y cultura, cuyos precios suben más que en junio del año pasado”, incide el INE.
El dato más preocupante de la EPF es el peso que suponen los alimentos para las familias que menos gastan. Exactamente, para el quinto de hogares de la parte baja, escala hasta el 21% del gasto total. Mientras que para el quinto de familias de la parte alta es solo un 12,4% de lo que gastan cada mes en total.
El propio INE destaca que “el 20% de los hogares con menor gasto (el primer quintil) dedicó el 63,5% de su presupuesto a vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles y a alimentos y bebidas no alcohólica”. Es decir, de cada 100 euros, en 2023 solo les quedaron cada mes 36,5 euros para otros gastos, como la factura del teléfono, el ocio o el dentista.
“Los datos [de la misma EPF del INE] muestran cómo los sectores más pobres gastan una mayor parte de sus ingresos en bienes básicos como los alimentos, la electricidad y el gas, mientras que los ricos disparan la proporción de gasto en transporte, ocio y cultura y hoteles y restauración”, incide el equipo de expertos de CGT.
Hay que entender que cubrir las necesidades básicas tiene lo que la teoría económica define como una demanda inelástica, que no se reduce drásticamente aunque se disparen los precios, porque no se puede prescindir del pan o de la fruta sin pasar hambre, mientras que sí se puede dejar de comprar un televisor sin consecuencias vitales.