La inflación se moderó al 8,9% en septiembre con especial impacto de las bonificaciones al transporte, como los descuentos en la Renfe que aprobó el Gobierno en agosto y que entraron en vigor en septiembre. La peor noticia es que los alimentos se mostraron disparados, totalmente contagiados por la escalada de la energía y de los fertilizantes desde hace meses.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) confirma este viernes que el Índice de precios de consumo (IPC) internanual se redujo 1,6 puntos desde agosto, se relajó 1 décima más de lo previsto, por las caídas de los carburantes y también de la electricidad. Así, bajó de los dos dígitos después de haber encadenado tres meses consecutivos por encima del 10%.
La inflación retrocedió hasta 7 décimas de golpe en tasa mensual. “La reducción de la inflación pone de manifiesto el impacto positivo de las medidas puestas en marcha para amortiguar el alza de los precios, especialmente relacionadas con el transporte”, defienden fuentes del Ministerio de Asuntos Económicos.
Electricidad y carburantes cayeron, gracias al tope al gas o a las rebajas de los impuestos de la factura, a las que a partir se unirán las nuevas medidas. Retrocesos que ofrecieron cierto aliento a la economía, asfixiada en una crisis energética que se ha convertido en una crisis de inflación general que está dañando el crecimiento y, sobre todo, a las familias más pobres, que dedican una mayor parte de sus ingresos precisamente a energía y a alimentación.
Precisamente, en septiembre subió muy fuerte la cesta del súper. La tasa de los alimentos avanzó seis décimas, hasta el 14,4%, la más alta desde el comienzo de la serie, en enero de 1994. Destaca, especialmente, el encarecimiento de las legumbres y hortalizas, la carne, y la leche, el queso y los huevos.
Por su parte, el grupo de transportes recortó su tasa interanual más de dos puntos, hasta el 9,4%, por el menor coste de los carburantes y de los distintos servicios de Renfe, autobuses...
Está en juego pasar frío en invierno y amenazada la posibilidad de llevar una dieta sana por la escalada de los precios, incluso el riesgo de generalización de situaciones más extremas, por lo que el dato del IPC de septiembre, tanto por su moderación en tasa interanual (la segunda mayor caída desde abril de este año) como en tasa mensual (la mayor caída desde julio de 2021) supone una tendencia positiva, que las previsiones apuntan a continuará.
El IPC general fue en septiembre 1,9 puntos inferior al techo de esta crisis de precios por la invasión rusa de Ucrania, el 10,8% de julio, su nivel más alto desde septiembre de 1984, frente al mismo mes del año anterior. Con esta moderación de 1,6 puntos, la inflación suma dos meses consecutivos de descensos en su tasa interanual después de que en agosto bajara tres décimas, hasta el 10,5%.
Tendencia a la baja
La caída de los carburantes y de otras materias primas, la descongestión de las cadenas globales de suministro, el final de la temporada alta de turismo, el incremento de los tipos de interés del BCE y la contención de los salarios son factores positivos para los precios en los próximos meses. La crisis tuvo su origen en la energía (gas, carburantes, electricidad...) en 2021, se exacerbó con la invasión rusa de Ucrania y se ha extendido ya a toda la cesta de la compra, con especial incidencia, eso sí, en la alimentación.
En términos mensuales (septiembre respecto a agosto), el IPC registró un descenso de 7 décimas, su mayor retroceso desde julio de 2021, cuando bajó ocho décimas.
Y todavía mejor noticia si cabe es que la inflación subyacente (el cálculo del IPC que excluye la energía y la alimentación no elaborado, y que se considera menos volátil) disminuyó en septiembre dos décimas, hasta el 6,2%, situándose casi tres puntos por debajo del IPC general.
Es el primer descenso que registra la inflación subyacente tras catorce meses consecutivos de ascensos, que llevaron a este índice a alcanzar el mes pasado su nivel más alto desde enero de 1993.
La inflación subyacente ofrece una visión más estructural de los precios. Su incremento en agosto hasta el 6,4%, tras el 5,5% interanual de julio, indicó la persistencia de las subidas de precios por una escalada generalizada de los costes de las empresas, en todos los sectores de actividad. El primer daño y el más grave es la pérdida de poder adquisitivo de las familias, que ven cómo sus salarios o sus rentas dan para menos cada mes. Sobre todo en el caso de los más pobres.