La inflación ha subido 4 décimas al 3,2% en marzo por el restablecimiento del IVA de la electricidad. El IPC (Índice de Precios de Consumo) adelantado este miércoles por el INE ha repuntado en su cálculo internual (que mide los precios respecto al mismo del año pasado) por el incremento del IVA de la factura de la luz del 10% al 21% desde febrero, tras permanecer reducido desde junio de 2021.
Esta salto desde la inflación del 2,8% de febrero era de esperar por el efecto de la retirada de una de las medidas más importantes del Gobierno de colación contra la crisis de precios que se inició en la salida de la pandemia y que se exacerbó con la invasión rusa de Ucrania. En el actual contexto de normalización de los precios energéticos, el restablecimiento del IVA de la electricidad previo a junio de 2021 provoca un efecto inflacionista. El INE también destaca una aceleración de los carburantes, en plena Semana Santa.
El IPC general ya repuntó al 3,4% en enero (de nuevo respecto al mismo mes de 2023). En ese momento, por el inicio de la retirada parcial de las medidas de choque para cumplir con el objetivo de déficit del 3%, tras el regreso de las reglas fiscales a la UE. Entonces, el IVA de la electricidad pasó del 5% al 10%, donde se mantuvo en febrero.
“Por el contrario, los aumentos de los precios de los alimentos siguieron moderándose en marzo, continuando con la tendencia de los últimos meses”, destacan fuentes del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa. De esta manera, la inflación subyacente, que excluye alimentos no elaborados y la propia energía de su cálculo, ha seguido reduciéndose, dos décimas en marzo, hasta el 3,3%, lo que supone la menor tasa en los dos últimos años.
El dato concreto del IPC de los alimentos en marzo no se conocerá hasta el 12 de abril. En febrero, la subida de los precios de los alimentos fue del 5,3%. La inflación en los supermercados y en las tiendas se ha reducido a una tercera parte desde el máximo del 16,6% alcanzado en febrero del pasado año. Es decir, en este febrero de 2024 partían de un nivel ya muy elevado, por lo que en la moderación opera el conocido como “efecto base”.
La moderación de la inflación de los alimentos es especialmente relevante para los hogares con menos ingresos porque las compras en los supermercados o en las tiendas suponen un mayor porcentaje del gasto total cuanto menos se gana. Es ahí donde está el principal foco de preocupación. Por esta razón, la reducción del IVA de los alimentos básicos sigue vigente, de momento hasta junio junto a los descuentos en el transporte público.
Alivio en los bolsillos de la gente
Este proceso de moderación de la crisis de precios (la inflación interanual lleva por debajo del 4% desde abril en nuestro país), junto a las mejoras de los salarios y de las pensiones, está permitiendo a las familias recuperar poco a poco la capacidad de consumo perdido en los últimos años, que se traslada al crecimiento económico. El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, recalcó este martes algunas claves de esa resistencia del consumo de los hogares: “La afiliación [de trabajadores a la Seguridad Social] marca récord y roza ya los 21 millones de afiliados. Prácticamente 4 de cada 10 empleos creados en la eurozona en 2023 fueron en España”.
“La inflación [general] se ha reducido en 8 puntos en apenas un año y medio, tras el pico del verano de 2022. Su moderación está siendo compatible con el crecimiento”, añadió. Ambos factores, junto con las subidas de los salarios, han permitido a las familias recuperar poco a poco parte del poder adquisitivo perdido desde 2021.
Los grandes problemas para los hogares en España siguen siendo la inaccesibilidad de la vivienda, sobre todo en las grandes capitales, y la desigualdad. La Encuesta de Condiciones de Vida de 2023 confirmó que la respuesta social a los quebrantos encadenados de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania ha llevado la desigualdad a mínimos. Sin embargo, la inflación y el mercado de la vivienda siguen dañando el poder adquisitivo y provocan la insatisfacción de buena parte de las familias trabajadoras.
Como se observa en el gráfico anterior, la desigualdad se disparó tras la gran crisis financiera de 2008, con las políticas austericidas. La realidad es muy diferente hoy. En cambio, la misma encuesta del INE recoge también el golpe que solo puede asestar el monstruo de la inflación. La carencia de carne, pollo y pescado se ha incrementado a máximos, hasta el 6,4% de los hogares, y la pobreza energética se ha elevado algo por encima del 20%, entre otras señales de alarma.
En mayor o menor medida, dependiendo del sector, las empresas han trasladado el aumento de los costes a los precios que pagan las familias para defender sus márgenes de benificio y ganar más.
Actualmente, el principal riesgo respecto a la inflación es el impacto de las guerras que sufren Ucrania y Gaza en los precios energéticos y en los cuellos de botella del comercio mundial.
En esta última “milla” –según el lenguaje de la política monetaria– de la crisis de inflación, las subidas de precios se han concentrado en unos pocos sectores en nuestro país. En esta situación, la estrategia de “domar la inflación” –según la misma jerga económica– con los incrementos de los tipos de interés del Banco Central Europeo (BCE) está puesta en cuestión. De momento, la institución se niega a revertir la política de lanzallamas, que consiste en ahogar a familias, empresas y a los Estados para provocar una crisis y moderar así la inflación.