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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Inquietud en el consorcio del AVE a La Meca ante la inminente visita de las autoridades saudíes

Una visita inminente mantiene en vilo a los responsables del consorcio del AVE a La Meca: la inspección que este jueves hará el ministro de Transportes de Arabia Saudí, el poco flemático Abdullah bin Abdulrahman Al Muqbel, el mismo que amenazó hace tres meses y por escrito con cancelar el proyecto, que asciende a 6.700 millones de euros y es el más importante para España en el extranjero.

La expectación se debe a incidencias fechadas el pasado 7 de abril relacionadas con dos contratiempos: un ligero sobrecoste y un más que probable retraso en la puesta en marcha del proyecto, prevista para diciembre de 2016. Al Muqbel se trasladará el jueves a Medina, donde será recibido por el CEO del proyecto, Santiago Ruiz, que acumula poderes plenipotenciarios en Al Shula, más conocido como el consorcio del AVE a La Meca e integrado por 12 empresas, entre las cuales están las públicas Renfe y Adif o las privadas Talgo, OHL o FCC.

No asistirán a la cita ni la ministra de Fomento Ana Pastor ni el presidente del consorcio y a la sazón de Renfe, Pablo Vázquez. “Es una reunión absolutamente técnica que nos mantiene expectantes”, señala una fuente del proceso. “Los políticos no pintan nada este jueves en Arabia Saudí, porque se trata de convencer al ministro saudí, que además es ingeniero, de que todo va bien y de que si algo no marcha como debería es debido a los defectuosos trabajos desarrollados por el consorcio franco-chino encargado de la Fase 1 del AVE a la Meca”.

El motivo del nerviosismo en Al Shula está en las incidencias registradas la semana pasada, que han motivado el desplazamiento urgente de varios expertos a la teocracia islámica antes de lo previsto. De acuerdo con varios testimonios de trabajadores allí presentes, el 7 de abril un tramo de vía se vio completamente inundado por la arena del desierto: puede parecer una nimiedad para un tren de alta velocidad, pero se trató de un terraplén de tres metros y medio.

La arena del desierto y las muy ocasionales lluvias torrenciales que se dan en la zona han supuesto un quebradero de cabeza para el consorcio desde el principio. Para mitigarlos, inicialmente se pensó en la vía en placa, una técnica que sustituye el balasto tradicional (las piedras que se emplazan dentro de la vía) por losas de hormigón, facilitando así la limpieza de la arena.

Pero esta medida no ha sido suficiente, al quedar claramente demostrado que hacían falta medidas adicionales: muros de hormigón, trincheras, vallas porosas o vegetación abundante a los lados de la vía del tren; opciones que en su día se contemplaron pero que quedaron aparcadas, y que Al Shula rescata ahora.

Un año de estudio

Con estas medidas complementarias, el consorcio asume por primera vez la existencia casi segura de un retraso y de un ligero sobrecoste, aunque sin reconocer ambos todavía. “Solo las medidas adicionales nos llevarían un año de estudio”, explican técnicos que operan en el desierto arábigo. “El incidente del otro día fue provocado por vientos no especialmente intensos, y aun así tuvo que venir una brigada de limpieza con una máquina para quitar la arena. Ahora solo queda insistir en hacer ensayos de prueba/error, porque aquí no existen ecuaciones matemáticas que nos permitan saber cómo resolver el problema”.

El sobrecoste estimado de momento parece escaso: alrededor de 50 millones de euros debido a la instalación de más kilómetros de vía en placa, más caros que la vía del AVE tradicional. Pero otras versiones apuntan a que el coste va a ser mayor: “Si se contemplan medidas complementarias a la vía en placa y estas nos llevan, vamos a decir, un año, eso supondrá un año de estudios, un año de pruebas y un año de mantenimiento de las instalaciones sobre las que se efectuarán las pruebas”.

Según portavoces autorizados del consorcio Al Shula, el ministro saudí Abdullah bin Abdulrahman Al Muqbel también visitará los talleres donde se hacen las pruebas de los trenes AVE. Todo es tensión en la recta final del AVE que unirá las ciudades sagradas de Medina y La Meca.