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Italia y Bélgica: dos casos de la influencia de gobiernos inestables en la economía

Bajo el mandato de Berlusconi la economía no lo hizo muy diferente a otros países del euro.

Belén Carreño

La evolución económica es uno de los elementos que más presión ejercen sobre los pactos de Gobierno. La falta de estabilidad se asocia con frecuencia a problemas económicos y situaciones de riesgo. Refrendando esta idea, todas las jornadas postelectorales desde 1993 la bolsa ha caído. Pero más allá de los termómetros cortoplacistas, ¿afecta la incertidumbre política a la economía?

En la zona del euro dos países son símbolo inequívoco de inestabilidad política: Bélgica e Italia. Los dos países además son considerados en gran medida periféricos (lo que en su día los bancos de inversión calificaron como PIIGS sin la B de Bélgica pero incluida en el grupo igualmente) y con algunos parámetros similares. España, Bélgica e Italia son Estados compuestos por regiones o provincias autonómicas con grandes diferencias socioeconómicas y culturales.

Bélgica inició su periodo de inestabilidad política en 1999 cuando la primera coalición conocida como “arcoriris” y compuesta por seis partidos formó Gobierno. La coalición, con liberales, sociademócratas y verdes, desbancó al gobierno democristiano que había ostentado el poder durante casi 40 años.

Después de una legislatura en la que se cayeron los verdes, el Gobierno pasó a llamarse “purple” (morado) y finalmente en 2010 desembocó en una crisis institucional en la que los partidos estuvieron más de un año sin formar Gobierno en uno de los peores momentos de la historia económica del euro. Algunas leyes se tuvieron que prorrogar aunque a día de hoy la lucha antiterrorista ha demostrado cómo el país no se modernizó en su momento y arrastra normas obsoletas en muchos aspectos sociales o culturales.

Entre 1999 y 2007 el PIB de Bélgica creció con relativos altibajos. En los dos años de gobierno arcorisis el PIB creció por encima del 3%, con un valle a principios de la década de los dos mil y un nuevo rebote entre 2004 y 2007. En 2010 y 2011 el PIB creció de media un 2%, pese a ser uno de los países del euro con una ratio de deuda más elevada. Durante la crisis de deuda del euro se especuló en muchas ocasiones con que los especuladores pondrían su mira sobre Bélgica, que vio cómo su prima de riesgo también se incrementaba considerablemente, pero finalmente no fue alcanzada por la recesión.

La tasa de paro en Bélgica es algo más elevada que la media de la UE, ya que durante la última década ha permanecido alrededor del nivel del 8% pero sin apenas variaciones. Ni en los momentos más crudos de la crisis alcanzó el 10%.

Crisis permanente en Italia

La pesadilla política de Italia no ha sido solo Berlusconi. Tras su salida en 2011 como jefe de Gobierno, se han sucedido nada menos que tres primeros ministros en menos de tres años, uno de ellos Mario Monti, que no tuvo respaldo democrático sino que fue directamente impuesto por la troika.

A Italia no le ha ido tan bien con su inestabilidad política y su falta de pactos y reformas. En los dos años de Gobierno tecnocrático, el país perdió más de un 4% de su PIB, y aunque en los dos últimos ejercicios ha atenuado las caídas, sus indicadores siguen siendo muy débiles, tanto en crecimiento como en creación de empleo, incorporación de la mujer al puesto de trabajo o PIB per cápita.

Tampoco la era Berlusconi fue una bicoca para la coyuntura económica en Italia. Entre 2008 y 2011 la economía cayó en picado como en el resto de los periféricos. Pero en la década anterior llegó a crecer a tasas alrededor del 1,5% teniendo a Berlusconi como jefe de Gobierno entre 2001 y 2006. Los mismos años que Alemania tenía un crecimiento también anémico pero España corría a tasas próximas al 4%.

Eso sí, Italia tiene una tasa de desempleo muy baja, fruto sobre todo de la falta e incorporación de la mujer al mercado laboral, que mantiene al país en el nivel de un 8-9% de paro. Un nivel que el FMI cree que se disparará en los próximos ejercicios.

Tanto Bélgica como Italia con economías muy dependientes del exterior y su dependencia del ciclo económico global es muy elevada, sobre todo a raíz de ligarse del euro.

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