La propuesta conjunta de España y Portugal de un precio máximo de 30 euros por megavatio hora (MWh) para abaratar la electricidad “hundirá” la inflación, según coinciden los expertos. Este límite al precio del gas “hasta diciembre” que quemen las centrales de ciclo combinado, en el marco del mecanismo para la “excepción ibérica” acordada la semana pasada por el Consejo Europeo, debe ser aprobado por la Comisión Europea y tendría “un impacto muy significativo y automático sobre el IPC (índice de precios de consumo)” y la actual escalada de los precios, según Ignacio Conde-Ruiz, catedrático de la UCM y subdirector de Fedea.
Este miércoles, el dato adelantado de marzo de la inflación se disparó hasta un 9,85%, respecto al mismo mes de 2021, un récord desde 1985. El Gobierno se apresuró a argumentar que “el 73%” de esta escalada de los precios tenía su origen en los costes de la energía por el impacto de la invasión de Ucrania en los mercados internacionales.
Y entre las defensas del Ejecutivo tras conocerse la cifra, tanto la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, como el presidente Pedro Sánchez destacaron, en varias ocasiones, “la limitación del precio a la generación de electricidad a partir del gas”, que, además, vienen calificando como la prioridad del Plan de respuesta al impacto de la guerra que se aprobó el martes, junto con los descuentos a los carburantes.
El equipo de expertos del centro de análisis Funcas ya estimó este mismo miércoles, sin conocer la propuesta sobre el gas, que este plan de choque rebajaría en cerca de un punto porcentual la inflación general, que para el conjunto de 2022 estimaron en el 6,8%.
Con el límite de 30 euros por MWh al gas –una cifra que había mencionado el lunes Ione Belarra como propuesta de Unidas Podemos–, el impacto sería incluso mayor. Si la Comisión Europea da su visto bueno, “el precio del gas pasaría a caer en la segunda mitad del año en términos anuales respecto a incrementos de más del 100% a precios actuales. Resultado: hundimiento de la inflación”, apunta Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics.
La clave está en que los precios de “la electricidad, el gas y otros combustibles” empezaron a acelerar ya desde abril de 2021 muy por encima del resto de la cesta de bienes y servicio con la que el Instituto general de estadística (INE) calcula el IPC general (ver gráfico).
Un 24,7% en abril del año pasado, un 25,5% en mayo... Datos interanuales que se explicaban por el hundimiento en 2020, en los meses del 'gran confinamiento', durante los que prácticamente no había demanda, y así eran digeridos por el resto de bienes y servicios, siempre bajo la definición de un shock transitorio.
Pero el dato de octubre ya avisó de una perturbación en la oferta mundial (exacerbada ahora por la invasión de Ucrania por parte de Rusia): el subíndice de “electricidad, gas y otros combustibles” se disparó casi un 50%, y automáticamente se trasladó al IPC general, que desde ese mes no ha bajado del 5% interanual, hasta el 7,6% de febrero, con un 60% en la energía, y hasta rozar el 10% en marzo, con la electricidad en máximos.
El mayor traslado de los costes de la energía al IPC general que en el resto de la eurozona (por distintas razones) y el impacto concreto del paro del transporte por carretera en los alimentos básicos (como la leche o el pan) ampliaron sorprendentemente la brecha entre la inflación general en marzo, 9,8%, y el IPC subyacente, 3,4%. Este último precisamente excluye la energía y los alimentos no elaborados (los elementos más volátiles de la cesta de la compra) del cálculo. Con el límite al precio del gas y los descuentos a los carburantes, la factura de la luz y del resto de la energía menguaría y esta brecha se reducirá, al mismo tiempo que caerá la inflación subyacente.
El efecto base
Este efecto base, es decir, la observación desde qué dato en 2021 parte la aceleración del IPC en 2022, ya servía para dificultar la escalada de la inflación en los próximos meses incluso sin el límite al gas. Mientras que el IPC interanual de febrero de 2021 fue ligeramente negativo –respecto a 2020–, en marzo del año pasado avanzó un 1,2%.
En abril de 2021, ya se fue al 2,2%, en mayo al 2,7%, igual que en junio del pasado ejercicio. Esto quiere decir que los datos de los próximos meses de 2022 parten ya de cifras elevadas de inflación, que siguieron subiendo en la segunda parte del año, sobre todo con los primeros picos de la energía, que harán de freno este año en términos comparativos, en línea con las previsiones de los expertos y del Gobierno.