“Estamos muy orgullosos de unirnos a Glovo. Creemos que juntos ofrecemos la mejor experiencia de delivery de Europa”. Hace poco más de un año, el fundador de Lola Market, Luis Pérez del Val, destacaba el potencial de crecimiento tras su integración en otro operador de reparto. Valoraba, entonces, la experiencia que aportaba la compañía a Glovo y su base de usuarios. “Estamos seguros de que juntos podemos continuar haciendo que los pedidos de alimentación sean más accesibles que nunca”, aseguró.
Ha pasado un año desde que se anunció esa operación corporativa y la plataforma, que se fundó en 2015, ha puesto punto y final a su actividad desde el pasado 5 de noviembre. “Lola Market ha decidido cesar sus operaciones en España. Tomar esta decisión no ha sido fácil y los esfuerzos se centran ahora en apoyar a todos los empleados afectados, ya sea mediante la búsqueda de oportunidades dentro de la compañía o en su transición a nuevos puestos de trabajo”, se limita a indicar Glovo a través de un portavoz.
Esta decisión podría ser un movimiento puntual, si no fuese porque en los últimos meses se han sucedido varias actuaciones en la misma dirección. Dija, Gopuff o Gorillas son otras tres compañías que apostaron por España por su potencial para hacer crecer el negocio de entregar la cesta de la compra en la puerta de casa. Planes que no han funcionado como esperaban. Algo que recuerda –aunque con muchos matices diferentes– a lo ocurrido con Deliveroo.
Es cierto que el traspiés de las plataformas que llevan la compra a casa coincide con los primeros meses de la Ley Rider. Sin embargo, distintas fuentes consultadas no ven la legislación laboral como el motivo. En cambio, apuntan al modelo de operar y financiar este tipo de compañías y a la estructura comercial de la distribución alimentaria en España, donde hay operadores de todos los tamaños y una amplia capilaridad y donde los márgenes por unidad vendida –a pesar de la inflación– son muy pequeños. Una estructura de ingresos y costes que pone cuesta arriba a estas plataformas la rentabilidad de sus negocios.
“España es diferente a otros mercados europeos. Se demostró en la pandemia que el modelo de negocio de la distribución está muy asentado, que hay tiendas de alimentación, prácticamente, en cada esquina, en cada manzana. Además, las empresas [las de súper e híper] también tienen sus propias estructuras de comercio online y te hacen el mismo servicio”, explican fuentes del sector de la distribución. “No es fácil entrar en un actividad donde también es importante el volumen, porque los márgenes por cada producto que se vende son muy pequeños”, añaden.
El fundador de Lola Market explicó en 2019 a elDiario.es cómo funcionaba su negocio, donde no había riders sino personal shoppers subcontratados a los que la plataforma asignaba pedidos que hacían la compra en Mercadona, Lidl o Alcampo. “Nosotros realmente contratamos empresas terceras y estos personal shoppers al final contratan con esas compañías”. Lola Market se encargaba de dar a esos shoppers una “formación colectiva” para que entendiesen “un poco cómo funciona el sistema y, a partir de ahí, existe todo un proceso tecnológico en el que ellos ya se apuntan a la plataforma y operan con total normalidad”.
Riders más protegidos si están contratados
El cierre y el repliegue de varias de estas empresas digitales de reparto deja tras de sí a trabajadores que pierden su empleo. Con una diferencia notable, advierten desde UGT: en el caso de las compañías que tenían contratados laboralmente a los mensajeros, estos son despedidos con una indemnización que les reconoce su antigüedad. Además, “pueden acceder al paro si han cotizado para ello”, recuerda Rubén Ranz. En cambio, los que eran autónomos no tienen acceso a ninguna compensación, como ocurre ahora con Lola Market. Fuentes sindicales cifran en “unos 12 empleados de estructura y unos 70 repartidores” afectados por la clausura de la marca.
En esta situación, algunos colectivos de riders como AUR están impulsando las demandas de mensajeros de Lola Market, para que se les reconozca como falsos autónomos y puedan acceder así a una indemnización por despido. El comité de empresa de Glovo Market ha exigido que la compañía asuma su responsabilidad ante el cierre de la plataforma que compró hace un año y absorba a los empleados que pueda. “Lo primero es el diálogo con la empresa”, afirma el presidente del comité en Madrid, Fernando García (UGT), que considera que si hay un resultado de salida de trabajadores procedentes de Lola Market, Glovo debería hacer un ERE. “Como hizo Deliveroo para regularizar su situación con la Ley Rider antes de cerrar”, recuerda.
Pese a las voces que intentan relacionar los cierres de compañías con la Ley Rider, UGT recuerda que Lola Market pone fin a su actividad “sin haber cumplido nunca la norma” y otras que han puesto fin a sus negocios ya tenían un modelo laboral previo a la legislación, como Gorillas. “Aquí lo que sucede es que es un sector que se ha basado en la especulación”, valora Rubén Ranz. “Estas empresas han funcionado por rondas de financiación y ahora no hay dinero fácil ni rápido en movimiento desde la guerra de Ucrania. Sin eso, se cae todo”, argumenta.
Políticas de precios competitivas en un escenario de inflación
El ‘delivery’ o reparto en plataformas es además muy competitivo, con empresas más grandes, como Glovo, que se están comiendo a las pequeñas y que tienen políticas de precios a la baja muy agresivas que no soportan todas las compañías, lo que acaba expulsando a otros competidores. “No es que no haya negocio, pero puede que no haya negocio para tantos”, indica una fuente del sector. Riders, taxistas y autónomos se han unido para denunciar a Glovo ante Competencia, como explicaron esta semana a los medios. “Son un cártel”, consideran.
Glovo, que no ha respondido a las preguntas de este medio, no es que deje de llevar cestas de la compra. Lo sigue haciendo, bajo su plataforma y con las diferentes cadenas con las que opera –Alcampo, Dia y Carrefour, entre otras– pero ya no bajo el paraguas de Lola Market. Cuando adquirió esta compañía aseguró que esperaba que su Q-Commerce, el reparto rápido, alcanzara los 1.000 millones de transacciones al concluir este 2022.
La decisión de Glovo de suprimir la actividad de Lola Market ha tenido derivadas. Cabify también ha dejado de ofrecer en su aplicación este servicio de supermercado, porque lo hacía de la mano de esa plataforma.
Y solo unos días después, Gorillas ha cesado por completo su actividad en este mercado, según La Información. En mayo, el grupo alemán ya había adelantado su repliegue para centrarse en mercados donde veía más rentabilidad, como Reino Unido, Francia, Alemania o Países Bajos. No había desmantelado por completo toda su estructura y estaba replanteándose qué hacer, incluida la venta de la actividad. Según Bloomberg, entre los interesados estaba el grupo turco Getir, que cuenta entre sus accionistas de referencia con Mubadala, el fondo soberano de Abu Dabi que, entre otras inversiones, es el principal accionista de Cepsa.
Gorillas se va como ya hizo Gopuff. En este caso, además, ya viene de otra integración, porque la startup estadounidense dio el salto en Europa en 2021 tras hacerse con Dija, que fue una de las primeras aplicaciones en prometer en España entregas en menos de 10 minutos a través de microsupermercados dark stores. Seis meses después de su desembarco, Gopuff decidió dar marcha atrás e irse, lo que conllevó el despido colectivo de 185 trabajadores.