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Cuando la lupa del Nobel David Card desmintió que subir el salario mínimo reducía el empleo

El premio Nobel de Economía David Card.

Laura Olías

11 de octubre de 2021 22:29 h

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El aumento del salario mínimo no siempre reduce el empleo. Y, cuando lo hace, parece tener efectos bastante limitados. Esta primera conclusión, a la que llegaron los economistas David Card y Alan Krueger en una investigación de 1994, hizo tambalear la doctrina económica que se quería imponer y que algunos sectores económicos siguen empeñados en mantener. Hasta ese momento, los estudios aseveraban que los aumentos del salario mínimo provocaban una merma sustancial del empleo. Ellos demostraron que no era así. El premio Nobel de Economía ha reconocido este año a David Card por esta y otras investigaciones, así como a otros dos economistas: Joshua D. Angrist y Guido W. Imbens. El galardón no se dirige a esta pionera conclusión sobre el salario mínimo, sino a la metodología que ha “revolucionado la investigación empírica”, celebra la academia sueca.

El jurado del Nobel de Economía ha premiado una mirada, una forma de hacer ciencia económica a través de lo que se conocen como “experimentos naturales”. Mediante situaciones reales “en las que sucesos fortuitos o cambios políticos hacen que grupos de personas sean tratados de forma diferente”, explica la célebre academia, los investigadores pueden distinguir varios grupos poblacionales y aislar determinados elementos para alcanzar conclusiones de causa-efecto.

La prueba científica de que en economía se podía llegar a estas relaciones de causa-efecto, y cómo hacerlo, es lo que ha valido a David Card, Joshua D. Angrist y Guido W. Imbens el prestigioso Nobel. Los tres investigadores, con trabajos complementarios a los que también contribuyó Alan Krueger (ya fallecido), supusieron “una revolución”, destaca el tribunal del galardón.

Porque hasta el momento había bastantes estudios que caían en lo que se podría llamar 'brocha gorda'. El economista australiano Justin Wolfers destaca en un hilo de Twitter cómo muchas investigaciones previas partían de multitud de datos correlacionados para llegar a conclusiones causa-efecto que no estaban realmente fundamentadas. Los tres premiados dieron un paso para poder sostener conclusiones, mediante “un conjunto de herramientas y de enfoques ayudar a hacer afirmaciones causales creíbles”, apunta. Un terreno poco amigo de los gurús y los sesgos ideológicos y que trata de que la economía gane credibilidad como ciencia empírica.

Card, un economista que tumbó dogmas

El método premiado de “experimentos naturales” en ocasiones rompió esquemas que parecían pilares. Un ejemplo claro son las investigaciones de David Card, al que la academia sueca reconoce su rol como “pionero” en desmontar la visión convencional económica en varias cuestiones relacionadas con el mercado de trabajo. Desde los supuestos efectos negativos de la inmigración para los trabajadores nativos y del aumento del salario mínimo en el empleo, así como sobre la repercusión de una mayor inversión en la educación para el futuro laboral.

En el salario mínimo, tras su trabajo y el de muchos otros, ahora la teoría económica reconoce de forma mayoritaria que “los efectos negativos del aumento del salario mínimo son pequeños y significativamente menores de lo que se creía hace 30 años”, recuerda la academia. El trabajo de Card (y Krueger) sobre el salario mínimo se ha llevado gran parte de la atención en España, donde existe un intenso –en ocasiones acalorado– debate sobre las consecuencias de aumentar el SMI en el empleo. Sobre todo, a raíz del gran aumento del salario mínimo de 2019, del 22%.

Una investigación de David Card y Alan Krueger en 1994 puso la lupa en un experimento natural en este tema. Analizó dos estados vecinos de Estados Unidos (Nueva Jersey y el este de Pensilvania), con características laborales similares, pero que se diferenciaban por el aumento del salario mínimo solo en el primero. Card y Krueger miraron al sector de la comida rápida, de salarios bajos y por tanto más afectada por el salario mínimo, y estudiaron si el incremento del salario mínimo había tenido un efecto negativo en el empleo, como decía constantemente la doctrina económica. El resultado fue rotundo. No había “ninguna evidencia” de efectos negativos y, de hecho, aumentó el empleo en Nueva Jersey y se redujo en Pensilvania.

En el caso de los efectos de la inmigración para los trabajadores nacionales, David Card también destaca por un pionero estudio basado en otro experimento natural: la autorización que dio el régimen cubano en abril de 1980 para que todos los cubanos que quisieran abandonaran el país hacia Miami. Entre mayo y septiembre, unos 125.000 cubanos emigraron a EEUU. Muchos se quedaron en Miami, lo que supuso un gran aumento de la mano de obra en la zona. Card comparó entonces las tendencias salariales y de empleo en Miami con cuatro ciudades comparables y llegó a otra conclusión sorprendente en esa fecha: tampoco se apreciaban efectos negativos en el empleo destacables debido a la llegada de migrantes.

Avanzar desde la economía como ciencia

Las conclusiones de Card y Krueger del 94 tumbaron los “dogmas” de muchos sobre el salario mínimo, como también ocurrió con su estudio sobre la inmigración y otras temáticas. Y, lo más importante, que celebra la academia sueca: se reabrió la investigación al respecto. “Los resultados de estos estudios desafiaron la sabiduría convencional y dieron lugar a nuevas investigaciones, a las que Card ha seguido haciendo importantes contribuciones. En general, ahora entendemos mucho mejor el funcionamiento del mercado laboral que hace 30 años”, destaca la academia.

La economista española Libertad González, profesora de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, destaca la influencia de los tres premiados para su carrera como investigadora y la de muchos otros compañeros y compañeras de profesión. “Nos han dado unas gafas a los economistas empíricos, que ya no nos podemos quitar y vemos posibles experimentos naturales continuamente”, dice González entre risas. El anuncio de una ayuda, de un cambio normativo o de una nueva política pública hace saltar las alertas de los economistas dedicados a la investigación, que ven cómo se dispara una oportunidad para ampliar conocimiento.

Libertad González, por ejemplo, utilizó esta metodología en estudios que aprovecharon la puesta en marcha del llamado 'cheque bebé' de Zapatero. Un cambio repentino que hacía que, como si fuera por azar, familias que tenían bebés con días de diferencia se beneficiaban o no de esta política pública, lo que permitía analizar el efecto concreto de estas últimas en varias cuestiones. González celebra el galardón para los tres investigadores por su enorme trascendencia, que también denomina como “revolución”.

Una revolución que ha llevado “a primera línea de la investigación científica” el análisis empírico y que desplaza los estudios contaminados por sesgos ideológicos y aquellos demasiado técnicos que no conseguían repercusión. “Estos economistas analizan muchos temas relevantes socialmente, como el mercado laboral, de los que logran conclusiones muy creíbles, un conocimiento muy avanzado”, destaca la profesora española.

El tribunal del Nobel de Economía así lo ha estimado y recuerda que, como apunta González, hay muchos experimentos naturales en nuestro día a día que pueden abrir las puertas a conocer mejor la economía. Como explicaba en esta entrevista la galardonada Mónica Martínez-Bravo, entre los investigadores se extiende cada vez más un grupo de “fontaneros” que quieren ser útiles a la sociedad y acercar la economía a los problemas cotidianos. Los tres especialistas premiados han compartido con el mundo unas “gafas” para analizar nuestro entorno desde la ciencia, para hacer avanzar a la sociedad de la mano del conocimiento.

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