El eurodiputado de Equo Florent Marcellesi y la economista estadounidense Thea Lee, representante destacada de la mayor federación sindical de EEUU, AFL-CIO, están mostrando por diferentes ciudades europeas su oposición radical al Tratado para el Libre Comercio que negocian Europa y Estados Unidos.
Desde ambos lados del charco, Marcellesi y Lee están de acuerdo en las consecuencias fundamentales de este acuerdo: supondrá la desregulación de infinidad de aspectos y traerá, entre otras cosas, destrucción de empleo, precariedad laboral y abandono de estándares medioambientales o de calidad alimentaria. Todo ello, según explican, para beneficiar única y exclusivamente a las multinacionales, “pasando por encima de la democracia y privatizando la justicia”. Para demostrarlo, se basan en su experiencia con otros tratados de libre comercio que emprendió en el pasado Estados Unidos como el de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés, que abarca Canadá, México y EEUU). Sostienen que ni supuso mejoras en términos de inversión, ni de competitividad, ni de empleo, como se prometía entonces y como ahora prometen los defensores del TTIP.
Mientras las negociaciones transatlánticas siguen su cauce, el TTIP se cuela en la ecuación que tiene que resolver la UE con Grecia para mantener al Viejo Continente y su moneda comunitaria en pie.
Se dice que las negociaciones de este tratado se están llevando con mucho secretismo en Bruselas.
Florent Marcellesi.- Es verdad que es un tratado que se negocia a espaldas de la ciudadanía y con las multinacionales. Los contactos previos que hizo la Comisión Europea con lo que ellos llaman la “sociedad civil” fueron en un 90% con los lobbies de las grandes corporaciones. Así que ya vemos quiénes son los que se benefician de este acuerdo. Tenemos que luchar en el Parlamento Europeo para conseguir esa información, porque sin información y sin transparencia no hay democracia, eso es el primer principio.
Pero ahora la UE se encuentra con problemas internos graves por las dificultades con Grecia. ¿Cómo puede afectar esto a las negociaciones del TTIP?
FM.- Para que se apruebe este tratado, debe ser ratificado por todos los parlamentos de los Estados miembros. Si un solo parlamento no lo aprueba, no se llevará a cabo. Grecia dijo en su momento claramente que no iba a votar a favor del TTIP y sabemos perfectamente que ha habido una presión tremenda por parte de la Comisión Europea con Grecia. Le han dicho que no le van a permitir que vote en contra del TTIP si luego pretende recibir ayudas para la deuda. Hay un chantaje que está detrás, que va más allá de la deuda y tiene que ver con el TTIP y con el modelo económico que quieren para Europa. Tenemos que apoyar a Syriza también por lo que tiene que ver con el TTIP.
Los defensores del tratado señalan que este acuerdo será beneficioso para la economía de EEUU y de la UE. ¿Qué les parece?
Thea Lee.- No creo que suponga ningún beneficio en términos de inversión. En la actualidad, las inversiones ya se producen, los aranceles entre estos países son bastante bajos, con lo que ya hay movimiento de capitales. Lo que provocará este tratado es que las condiciones laborales de los lugares donde son más precarias se extenderán a toda la zona que abarca el TTIP y crecerá la desigualdad.
FM.- Esto de que el TTIP va a crear empleo son falsedades, mentiras. Después de que EEUU firmó el tratado para el libre comercio con México y Canadá se destruyeron un millón de empleos. Nuestros estudios determinan que el TTIP acabará en la UE con 600.000 puestos de trabajo. Esto es debido a que las multinacionales que más se pueden aprovechar de este acuerdo son intensivas en energía o en capital, pero no en mano de obra, que pueden deslocalizar a otras zonas.
Con el difícil momento que viven los sindicatos en la actualidad, ¿Cómo les puede afectar este escenario?
TL.- Después de algunas victorias políticas en algunos estados de EEUU, los movimientos sindicales han perdido mucha fuerza. Si se llegara a firmar el TTIP, esto supondría un problema no sólo para los sindicatos sino también para los trabajadores, ya que las empresas podrían contratar en aquellos lugares donde las regulaciones son más livianas. Estas condiciones laborales más relajadas de EEUU son un verdadero problema para la UE, donde podrían verse rebajadas las condiciones laborales debido a la competencia.
Por lo que se sabe de las negociaciones, existen aspectos que no tienen por qué ser iguales a ambos lados del charco. Por ejemplo, en materia de regulación bancaria, Washington no está por la labor de aceptar la normativa europea, que es más permisiva. Y Bruselas podría negarse a rebajar sus estándares laborales
TL.- Siempre dicen que pueden coexistir, pero la realidad es que los mercados no funcionan así. A largo plazo, las empresas buscan aquellos lugares donde sus costes son menores. Con respecto a la legislación bancaria, creo que sí que existe preocupación en EEUU. Ahora mismo tenemos la Ley Dodd-Frank que, tras la crisis financiera, obligaba a las entidades a ser más transparentes y ofrecer más información a los reguladores. Sin embargo, si el próximo presidente es republicano hay más posibilidades de acabar con esta normativa. Los propios republicanos han dicho que no les gusta y eso unido a que en Europa no existe, podrían negociar para debilitarla.
FM.- Las multinacionales siempre van a intentar que los estándares se armonicen por abajo. Pero es que aun cumpliendo la regulación existen resquicios. Por ejemplo, hay una hormona de crecimiento prohibida en 160 países, entre ellos la UE, pero permitida en EEUU. Aunque su uso aquí está prohibido, está permitido importar alimentos que podrían llevar esta hormona, que es mala para los animales, la salud y el medio ambiente.
TL.- Son problemas que van más allá del comercio. Con el NAFTA, en el caso de la carne, no viene la procedencia en el etiquetado, porque consideraban que no era necesario estando bajo el paraguas de un tratado de libre comercio, así que en este caso de la hormona del crecimiento, la carne podría llegar a Europa sin conocer su origen.
Estamos hablando de productos tangibles, pero ¿tiene sentido poner barreras al intercambio de todos los productos tecnológicos intangibles?
TL.- Cuando se firma un tratado de libre comercio hay dos maneras de regularlo. Haciendo una lista positiva, que consiste en incluir todos los bienes y servicios que se consideren y el resto no estarían amparados por el acuerdo. La otra forma es la lista negativa, donde se pone aquello que no se quiere meter bajo el tratado de libre comercio y el resto iría incluido por defecto. Es decir, aquellos productos tecnológicos que hoy o no conocemos o que ni siquiera existen aún estarían incluidos. Lógicamente, las multinacionales prefieren esta lista negativa.
Uno de los puntos más conflictivos que despierta el TTIP es la manera de resolver los posibles conflictos que pudieran surgir entre los Estados y las empresas, que se haría a través de un arbitraje privado. ¿Cómo lo ven?
TL.- Es un terrible error. Es completamente innecesario que se ponga este medio entre dos democracias sólidas y mina a los Gobiernos que han sido elegidos democráticamente. Además, pone en juego muchas políticas sobre empleo, salud pública, medio ambiente, y otras que hacen los propios Estados.
FM.- Es la privatización del sistema de justicia público. Estos sistemas de arbitrajes, que ya existen en otras partes del mundo, hacen que por ejemplo en Egipto las empresas tenga permitido ir ante los tribunales para que el país no pueda subir el salario mínimo o que no proteja a su ciudadanía contra el consumo de tabaco. También pueden hacer que en Quebec no se produzca una moratoria sobre el fracking. Esto ya está pasando, si se firma el TTIP entre Estados Unidos y Europa lo que significaría es que las multinacionales tendrían aún más poder para pasar por encima de la legislación de los países miembros. Es decir, quitar más soberanía y poder a la ciudadanía.
¿No es legítimo que Estados Unidos y Europa, con tantos vínculos históricos y sociales, se unan para intentar ser más competitivos económicamente frente a otras potencias emergentes como China o India?
TL.- Es curioso porque cuando los argumentos económicos fallan se saca esto de la competitividad. Cuando se firmó NAFTA, se dijo que por fin íbamos a poder ser lo suficientemente competitivos ahora que estábamos todos juntos contra Asia. Pero esto no ha sido así. De hecho Estados Unidos tiene déficit comercial después de firmar NAFTA y después de que se hayan firmado otros tantos tratados. Pero no está claro lo que significa esto de ser competitivos con Asia o contra Asia, porque estamos negociando también un tratado transpacífico de libre comercio que debería cimentar las relaciones comerciales con Asia. Primero se nos dijo que esto era contra China y ahora se nos dice que China también se va a sumar. Por lo tanto, ni el Gobierno de Estados Unidos ni el de Europa tienen nada claro qué significa esto de ser competitivos. Lo que debería hacer el Gobierno estadounidense es empezar a invertir en infraestructuras, en formación, en educación… Algo que no se ha hecho durante décadas y que tendría muchos mejores efectos que hacer tratados de libre comercio.