El tren de alta velocidad marroquí (TGV, por sus siglas en francés) ha transportado en los diez primeros meses del año actual un total de 2,5 millones de pasajeros, y espera llegar a los tres millones al final de 2019.
En una ceremonia para conmemorar el primer aniversario de la puesta en servicio de este tren, bautizado como “Al Boraq” en alusión al caballo que trasladó a Mahoma a los cielos, el director general de los ferrocarriles marroquíes, Mohamed Rabie Khalie, dijo que los hechos han demostrado que el TGV “no ha sido un elefante blanco, sino un proyecto bien rentable”.
Khalie señaló que el tren, el único de África en alcanzar una velocidad máxima de 320 kilómetros/hora, ha desmentido a todos los que lo ponían en duda por una u otra razón -sobre todo por su presunto elitismo- y ha resultado ser “un proyecto viable, competitivo y accesible” al gran público.
El TGV, que circula entre las ciudades de Tánger y Casablanca en un tiempo de algo más de dos horas, tiene una media de viajeros de 8.250 al día en sus 29 convoyes, lo que da una tasa de ocupación del 68 %, que sube al 100 % en las tardes de los viernes y de los domingos.
Este tren marroquí, convertido en todo un símbolo del reinado de Mohamed VI, tiene unas tarifas mucho más baratas que las de trenes similares en Europa, sin dejar de ser rentable -subrayó el directivo- porque “la competitividad de nuestras inversiones nos ha permitido bajar el precio del kilómetro (construido) a la mitad de lo que cuesta en Europa”, señaló.
Con ocasión del primer aniversario de la entrada en servicio del TGV, los responsables de la Oficina Nacional del Ferrocarril inauguraron hoy dos esculturas en las estaciones de Casablanca-Viajeros y de Rabat-Agdal.