El mensajero más antiguo de Glovo lleva a la empresa a los tribunales: “Este modelo provoca esclavitud y perjudica a los trabajadores”

Mónica Martín

12 de julio de 2018 22:06 h

Isaac Cuende (Madrid, 1965) fue uno de los primeros mensajeros en incorporarse a la plataforma digital de mensajería Glovo en 2015, año de su llegada a Madrid. Aparentemente es autónomo, ya que aceptó “entrar en la empresa por la libertad que ofrecía”. Ahora, ha iniciado una batalla legal contra la compañía a la que acusa de imponer sus propias condiciones laborales a trabajadores que en teoría trabajan por cuenta propia. Su intención es demostrar que los riders de Glovo son falsos autónomos.

En conversación con eldiario.es, Cuende explica que al principio los repartidores podían elegir qué servicios realizaban, “eso, efectivamente, era ser autónomo”. En 2015 solo eran dos mensajeros, uno cubría las mañanas y otro las tardes. Sin embargo, cuando la empresa comienza a crecer y el número de pedidos se intensifica, la libre elección queda relegada por mecanismos que instaura la compañía para “condicionar sutilmente a los repartidores” con el objetivo de que acepten el mayor número de pedidos posible.

El mensajero también afirma que sufrió un accidente laboral mientras desempeñaba sus funciones como repartidor en moto en el que se rompió el radio. “La primera pregunta que me hizo Glovo tras el accidente fue si llevaba algún pedido encima”, cuenta Cuende. “Al reincorporarme no tenía trabajo”, ya que los mecanismos de Glovo “castigan” a los riders que no tienen un alto flujo de pedidos o valoraciones de clientes. “Este modelo provoca esclavitud y perjudica a los trabajadores que luchan por sus derechos”, indica.

Cuende constata el control que ejerce la compañía sobre los mensajeros mediante la geolocalización: “La empresa sabe en todo momento dónde estamos, por tanto, hay una relación laboral”. Y subraya que este hecho está muy alejado de la economía colaborativa que la compañía pretende suscribir. “Cuando te obligan a estar dentro de un perímetro dejas de ser autónomo”, explica.

La compañía, por su parte, ha declarado a este medio que los mensajeros se rigen por un contrato de colaboración con la empresa. “Los repartidores son trabajadores autónomos que deciden libremente cuándo y cuánto quieren trabajar”. Además, “no reciben directrices ni órdenes por parte de Glovo”, afirman fuentes jurídicas de la plataforma.

“Debería haber una huelga contra este modelo laboral”

Cuende no ha sido el primero en llevar a la justicia a Glovo. Algunos de sus compañeros también interpusieron denuncias pero “la empresa les compra en el acto de conciliación previo al juicio, como intentaron hacer conmigo”. Sostiene firmemente que llegará hasta el final por una cuestión de principios en contra de “la cara del neoliberalismo más salvaje”. También destaca la paradoja que se produce dentro de un modelo laboral tecnológico en pleno siglo XXI, en el que los propios medios de esta época contribuyen a la explotación del trabajador.

Además, quiere sentar precedente tras la sentencia del Juzgado Nº6 de Valencia –la primera en España en dar la razón a un rider (que denunció que era falso autónomo) y en condenar a Deliveroo por las condiciones que “impone” a sus mensajeros que aun siguen en vigor– además, insta a todos los trabajadores que se encuentran en estas condiciones a denunciar. “Debería haber una huelga contra este modelo”, afirma.

El debate sobre si los empleados de las plataformas digitales como Glovo o Deliveroo son asalariados o autónomos está bajo el foco de la Inspección de Trabajo –que ya ha fallado contra el modelo de negocio de Deliveroo declarando que se sustenta en falsos autónomos para realizar los repartos a sus clientes– además, el nuevo Gobierno también ha apuntado que dentro del Plan contra la Explotación Laboral “se va a intensificar la acción de la Inspección para luchar contra la figura de los falsos autónomos”, según anunció la ministra de Trabajo, Magdalena Valerio.