La portada de mañana
Acceder
Dos correos tumban la tesis del PP: la Confederación del Júcar avisó del peligro
El cortafuegos de Mazón: dos conselleras en la puerta de salida
Opinión - Rompamos el tabú: hablemos de decrecimiento. Por Neus Tomàs

Los mercados vuelven a señalar a Italia por sus debilidades financieras

Los mercados vuelven a señalar a Italia por sus debilidades financieras. La agencia de calificación de deuda Moody's ha avisado este martes de que es el único país europeo cuyos bonos están al borde de ser calificados como 'basura'. Italia no ha perdido nunca el 'aprobado', que en el argot técnico se conoce como “grado de inversión”.

“Italia es actualmente el único [estado] soberano con calificación Baa3 con perspectiva negativa”, señala el informe de Moody's al que ha tenido acceso elDiario.es. Exactamente, esta nota para la deuda del país que gobierna la ultraderechista Giorgia Meloni está solo un escalón por encima de esa calificación de 'basura'.

La agencia actualizará la nota de Italia el 19 de mayo. Y, en la práctica, si finalmente se la rebajara podría provocar que el país tuviera grandes problemas para financiarse, en un momento en el que las necesidades de cubrir el gasto público que no alcanzan los ingresos siguen siendo muy elevadas por la invasión rusa de Ucrania y la crisis de inflación que ha exacerbado, en plena recuperación del shock de la pandemia.

El déficit (el desequilibrio entre los gastos y los ingresos de un estado) de Italia se quedó en el 8% en 2022 respecto al PIB (Producto Interior Bruto), frente al 4,8% de España o al 4,7% de Francia. Y el FMI (Fondo Monetario Internacional) espera que en 2023 siga en el 3,7%, frente al 3,5% que estima para nuestro país.

El desequilibrio presupuestario no es la mayor debilidad de Italia. El endeudamiento, la tasa de deuda frente al PIB, cerró el año pasado en el 144%, mientras que en España se redujo al 113%. Y para nuestra economía también son mejores las previsiones de crecimiento.

El endeudamiento es el primer indicador que se observa para medir la sostenibilidad financiera de un país. Depende tanto del numerador (la deuda) como del denominador (el PIB). Por eso, aunque la deuda pública total sigue aumentando, el endeudamiento disminuye por el crecimiento económico.

Otra forma de medir la carga de la deuda es enfrentando el gasto en intereses con los ingresos del Estado, y en esta fotografía España sale peor parada que Alemania o Francia, pero mucho mejor que Italia. Y se observa que el aumento también ha sido contenido en nuestro país en los últimos dos años, pese a las subidas de los tipos de interés oficiales del Banco Central Europeo (BCE) para luchar contra la inflación.

“Existen mayores riesgos de que el Plan de Recuperación de Italia [los fondos europeos] no se implemente por completo debido a la débil capacidad administrativa de algunos gobiernos locales, las limitaciones en el mercado laboral y de productos, la alta inflación y el hecho de que algunos proyectos han resultado ser más ambicioso de lo previsto originalmente”, añade Moody's en su informe.

“La desaceleración del crecimiento y los mayores costes de financiación pueden dañar aún más la posición fiscal de Italia. Si bien se han tomado medidas importantes para reducir el consumo de gas y diversificar el suministro al margen de Rusia, la dependencia significativa mantiene el riesgo de escasez y de otra escalada de los precios”, prosigue la agencia de calificación de deuda.

Las consecuencias para Italia

Las 'notas' de S&P, Fitch o DBRS, las otras firmas similares a Moody's, son menos pesimistas respecto a Italia, y están dos escalones por encima de la calificación de basura. De hecho, un solo 'suspenso' no le afectaría directamente, porque los programas de compra de bonos del BCE mantienen como “elegibles” a los estados si al menos una de las cuatro principales agencias de calificación considera que tiene grado de inversión. 

De momento, la situación en los mercados financieros no refleja más tensión en comparación con otros socios del euro. En primer lugar, precisamente por la flexibilidad que ha demostrado el BCE para atender la amenaza de “la fragmentación”. Es decir, la amenaza de que repentinamente un país sufra un coste de financiación mucho más alto que el resto.

Por otro lado, la UE sigue negociando sus nuevas reglas fiscales, suspendidas por la pandemia, con la expectativa de que serán más asumibles para los países más sobreendeudados.