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Entrevista
Director general de Triodos Bank España

Mikel García-Prieto: “Si queremos un cambio económico, necesitamos que todos los bancos se gestionen como banca ética”

Mikel García-Prieto, director general de Triodos Bank España.

Diego Larrouy

5 de enero de 2021 23:22 h

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Mikel García-Prieto (Vitoria-Gasteiz, 1973) cuenta con una larga carrera de más de dos décadas en el sector de las finanzas éticas, ligada a Triodos Bank desde que la entidad neerlandesa aterrizara en España. Desde 2014 es su director general. El grupo ha desarrollado un método para poder medir toda la huella climática que deja su actividad y un sistema para, junto con otras organizaciones, poder expandirlo a otras instituciones financieras. Fiel defensor de la transparencia en las finanzas, aboga por que los consumidores presionen con sus decisiones al cambio en el sector financiero tradicional, exigiendo conocer dónde se destina su dinero. Ve cambios en el sistema bancario, pero argumenta que todavía falta que el nuevo discurso se convierta en hechos.

¿Cómo ha vivido Triodos Bank un año tan complicado, marcado por la pandemia?

Efectivamente ha sido un año muy distinto a lo que esperábamos inicialmente. La crisis nos ha llevado a cambiar el foco de atención a los clientes que sufrieron el parón económico. Hemos tenido que reaccionar como todos con mucha agilidad, mucha rapidez, para poder mitigar un poco los efectos de la crisis. Hemos canalizado con el ICO mas de 100 millones de euros. Para nuestro modelo económico ha tenido dos efectos. Uno, en el corto plazo, con la dureza del momento y ayudar a gestionar la transición hasta que la economía nos permita la actividad con mayor normalidad. Otro, a medio plazo, que nos lleva a que todo el mundo reflexione sobre qué esperamos de la actividad económica y del sector financiero en el futuro. Para nosotros ha sido un buen momento para poner en valor que no solo tenemos que trabajar en resolver lo del corto plazo, sino que debemos generar una regeneración de la economía que nos permita no tener problemas como este o más serios en el futuro; como el cambio climático o la desigualdad que pueden ir generando crisis serias en los próximos años.

¿Y en términos de negocio, como prevé que haya cerrado el año 2020? 

En el primer semestre en España teníamos un crecimiento cercano al 10% en nuestro balance. Es una cifra que refleja que los sectores con los que trabajamos están creciendo: hablamos de las energías renovables, de la agricultura ecológica, de la construcción sostenible, de la nueva movilidad, el sector de los cuidados, que se está viendo reforzado. El crecimiento de estos sectores está suponiendo una oportunidad para el banco. En cuanto a resultados ese incremento no se materializa del todo puesto que tendremos un impacto de toda la pandemia por la necesidad de ir haciendo provisiones con la crisis. Tenemos que ir tomando estas provisiones como todos los bancos.

¿Cuáles son los planes de Triodos Bank en los próximos años en España? ¿Se ha visto alterada la estrategia por la pandemia?

Estratégicamente no supone un cambio. Los sectores en los que invertimos entendemos que son esenciales. Vamos a seguir educando a nuestros hijos, cuidando a nuestros mayores, la ecología ha cogido un mayor protagonismo. Darle sentido a la financiación, que no tenga solo un sentido económico sino social y medioambiental es algo que como sociedad estamos todos integrando un poco más. Lo que sí es cierto es que nos hace resolver una situación en el corto plazo que tiene una complejidad mayor y pone de relevancia la urgencia del cambio. Hacer dinero del dinero no funciona, ni está mejorando la vida de las personas ni está mejorando la vida en el planeta. Tenemos 10 años hasta el 2030 para buscar una nueva manera de hacer la economía. Sobre qué financiamos no hay un cambio de estrategia, pero sobre cómo podemos reorientar el sistema financiero sí que lo hay. Vemos un mayor interés por el propio sistema financiero, por las administraciones públicas, por la UE, de acelerar la transición del sistema financiero para ser un pilar importante de esa transición. Son buenas noticias, que haya impulsos regulatorios de la UE o que en España haya sobre la mesa una ley de cambio climático donde tengamos un apartado específico, aunque todavía no sea suficientemente ambicioso.

La banca tradicional arrastra problemas de reputación desde la anterior crisis pero la alternativa ética no se ha convertido todavía en una opción real para mucha gente, ¿cómo puede cambiar esta situación?

Cada vez hay mas personas que buscan una banca ética en su banco. Qué se hace de manera transparente con sus inversiones. Nos sentimos afortunados de tener cada vez más gente y un flujo de clientes que vienen al banco y es también importante la demanda que los otros clientes están teniendo en el resto de instituciones financieras. Si queremos hacer un cambio en la economía en los diez próximos años, realmente necesitamos que todos los bancos se gestionen como banca ética. Sería estupendo que todos los clientes eligieran en 10 años a sus bancos por dónde invierten y no por si su comisión es más o menos barata. Eso nos haría estar más cerca de poder gestionar los problemas que tenemos. Nuestro papel no es ocupar todo el espacio de la gran banca, sino dar un buen servicio y servir como ejemplo de que se puede hacer banca de otra manera, que es viable, que es solvente y que es rentable. Tenemos que evitar que el greenwashing haga que cualquier cosa sirva y que el sistema financiero no haga la transición que tiene que hacer.

¿Se puede seguir siendo un banco ético y competir con el resto de la banca?

Yo creo que es justo al revés. Al entrar y poder formar parte del sistema demostramos que es posible poder hacer banca de otra manera. Hemos pasado de ser una alternativa más a ser la referencia. Somos una imagen de cómo podrían ser los bancos. Que existamos genera una guía de que es posible hacerlo de otra manera. No nos podemos permitir decir una cosa y luego hacer otra. Es un desafío que tiene el sistema financiero español, no serán creíbles si no hay cambios sustanciales. Hay buenos mensajes, pero los hechos todavía no son suficientemente visibles. Todavía no son creíbles para alcanzar los objetivos del 2030 como país.

¿Cuál debe ser la convivencia o competencia entre ambos modelos de hacer banca?

Cada persona tendrá que elegir qué banco quiere y qué espera de su banco. Lo importante es que haya transparencia. Quiero saber qué se hace con mi dinero, qué riesgos se asume: Y a partir de ahí debo de decidir qué es más importante para mí, maximizar el beneficio o que mi dinero que invierta con criterios medioambientales y sociales. La mayoría quiere hacer ese ejercicio pero a día de hoy no lo pueden hacer porque no existe esa declaración de impacto y no pueden comprobar en qué está siendo invertido su dinero en el sistema financiero tradicional. Para mí la diferenciación entre banca ética y tradicional es artificial, todos somos bancos. Unos hacemos una propuesta de cómo se invierte el dinero y otros otra. Lo importante es que esas medidas sean transparentes y que cada uno vaya eligiendo. Ese es el camino final.

El BCE, la EBA, el FMI o el Banco de España han emitido informes este otoño en los que se avanza una probable transmisión de la crisis económica en problemas para el sistema financiero, ¿se ve del mismo modo en un modelo de banca ética y en otro tradicional la llegada de una nueva crisis? 

Se ve de forma diferente desde el momento en que todas nuestras inversiones están basadas en la economía real y en sectores esenciales para la sociedad. La capacidad y la posibilidad para navegar en la crisis que viene es distinto si se está en actividades no esenciales y especulativas. Esa es la gran diferencia que se ve. Si hay una crisis severa afectará, pero afectará diferente a aquellos que realizan actividades con intereses especulativos. Ahí es donde aparecen las burbujas y los mayores elementos de preocupación de las instituciones financieras.

Algunos problemas sí son compartidos por ambos modelos. Por ejemplo, ¿cómo se convive con los tipos de interés negativos ahora que se prevé que puedan mantenerse incluso durante la próxima década?

Es una convivencia difícil. Los bajos tipos de interés hacen que los márgenes por nuestra actividad principal sean cada vez mas reducidos. Los mayores costes regulatorios hacen que nuestros costes sean mayores y hace complicado la búsqueda de la eficiencia en la gestión. Hay oportunidades como la digitalización, pero la realidad es que está exigiendo esfuerzos importantes para todos. Los clientes tienen más costes en sus servicios o menor rentabilidad. Genera situaciones que económicamente tienen poco sentido. Nos preocupa cómo vamos a afrontar situaciones de exceso de endeudamiento o excesos de liquidez que hacen que el coste del riesgo no esté teniéndose en cuenta.

Los datos muestran que la banca ética tiene, a nivel general, una baja morosidad y un nivel de solvencia más alto, ¿a qué lo achaca?

Hay dos cosas importantes. Nosotros prestamos a la economía real, a sectores esenciales que resuelven necesidades de la sociedad y a personas y organizaciones que están convencidas que su trabajo mejora la vida de los demás. Esto hace que cuando hay una situación de crisis y te tienes que sentar en una mesa con el cliente, es mas fácil encontrar un camino de solución que cuando el único interés compartido del banco y su cliente es ganar dinero. Es algo que ya vivimos en la anterior crisis. Muchos de nuestros clientes, por su vocación de servicio, son mas resilientes que aquellos que tienen una expectativa financiera a corto plazo. Lo vimos en el ejemplo de las renovables, comenzamos en el 2000, seguimos con el boom en 2008, continuamos en el 2013 cuando la legislación frenó al sector y ahora en este año cuando todos vuelven aquí seguimos. La perspectiva de largo plazo, desde el entendimiento de la necesidad social nos da la fortaleza. También el apetito al riesgo. Nuestro ratio de solvencia hace que nuestra rentabilidad pueda ser más moderada, al tener más capital, pero entendemos que es la posición que nos corresponde como banco.

¿Considera que la incorporación del discurso de la sostenibilidad en el sistema financiero tradicional es un cambio real o de cara a la galería?

Yo creo que hay un cambio. El cambio es que la banca hasta hace unos años estaba delegando la responsabilidad del impacto medioambiental en los sectores productivos. Del “yo solo financio, es la industria automovilística la que contamina”, se ha pasado a asumir que ellos son corresponsables al financiar a estos sectores. Eso se ha reconocido. La firma del compromiso del clima de la COP25 es en ese sentido: hay que descarbonizar las carteras. Es una declaración de intenciones, que es un primer paso. Pero al mismo tiempo creo que ya, casi seis años después de la firma del Acuerdo de París, una declaración de intenciones no es suficiente. Echo de menos que se pase a los hechos. Hay una parte en lo verde que se asume bien: si hay que financiar energía renovable, como ahora es rentable, hagámoslo. Ahí hay cada vez más recursos en la financiación. Pero no llegamos a los compromisos solo financiando lo verde, hay que dejar de financiar lo que contamina y ahí no se están dando pasos ni se están tomando decisiones. Hay un conflicto real que es mantener la misma rentabilidad que antes pero en verde, no es posible. Las decisiones se deben tomar y ya se puede decidir hoy no financiar más industria contaminante. Igual es difícil deshacer las posiciones que ya se tienen, pero no financiar más ya se puede decidir. Esas decisiones no se están tomando.

En este sentido, el CEO de Blackrock —el mayor fondo de inversión del mundo, presente en toda la banca cotizada—, Larry Fink, reconocía en un encuentro con la presidenta del Santander, Ana Botín, que su discurso por una economía más verde chocaba con la obligación que tiene con sus inversores de una alta rentabilidad. ¿Tiene que asumir la banca que debe sacrificar esas rentabilidades para lograr un cambio?

Soy más radical. Deben saber que la van a perder si no van a otro tipo de economía. No debe existir esa dicotomía y no podemos mantener el foco en mantener la rentabilidad. No es solo una transición verde, sino que debe ser social, reducir las desigualdades. Debemos ser honestos: si la concentración de la riqueza se va a produciendo cada vez más en unos pocos, esa transición la debemos gestionar también. O las diferencias salariales, mientras se mantengan no hay una manera de recuperar un equilibrio en la sociedad. Además, las rentabilidades no están teniendo en cuenta los costes externalizados y con ellos, esa rentabilidad no existiría. Estamos desplazando a otros una parte de los costes y esos la están pagando. Si los impactos sociales y medioambientales no están incorporados, nos hacemos una trampa en la que unos tienen que pagar a costa que otros ganen.

Si un banco decide apostar por esos valores, ¿puede tener un efecto arrastre sobre el resto de la economía a la que financia?

Absolutamente. Es muy importante el reconocimiento del sistema financiero como un pilar de la transición. El efecto multiplicador es enorme. No es una transición sencilla, pero la situación actual y las previsiones tampoco lo son. Es importante nuestro ejemplo. No ofrecemos la máxima rentabilidad o los precios más baratos, pero intentamos exponer con transparencia que incorporando el impacto social y medioambiental, el sistema es el correcto.

Un informe del FSB, organismo que engloba a los bancos centrales de las economías más importantes, sobre los riesgos climáticos, concluía que existe una falta de transparencia en el sistema financiero que complicaba la valoración de la entidad del problema. En este sentido, ustedes han elaborado junto con otras organizaciones una guía para dar transparencia al impacto climático de la actividad de una entidad financiera. ¿Cómo se implanta este modelo?

Ha sido un desarrollo interesante poder conocer la huella de carbono de nuestro portfolio y elaborar una metodología con otras instituciones financieras para contabilizar la huella de carbono a nivel internacional, reconocida e independiente. Estamos mostrando esta metodología a las instituciones para que pueda aplicarse. Muchas de ellas no van a salir bien en la foto y es difícil hacerlo y, además, hacerlo público. Lo importante es conseguir el nivel de mejora que cada institución tiene que hacer y que exista un compromiso de mejora. Puede haber resistencia pero es que hay que asumir que la primera foto no va a ser buena. Hay que pasar de ese greenwashing de aparecer bien en la foto hablando de cuánto invierto en verde a aparecer en la foto regular cuando muestras tu cartera global, donde, aunque hayas hecho mucho en verde, no compensa el impacto en la emisión de gases efecto invernadero. Un elemento importante es que reporten la huella global de su cartera.

¿Cómo valora que el BCE haya anunciado que en los próximos test de estrés a la gran banca se tenga en cuenta el impacto climático de las entidades supervisadas?

Lo veo de una lógica aplastante. Es verdad que hay ciertos desafíos, no es un paso obvio. No solo nos tenemos que fijar en los riesgos climáticos sino qué riesgos genera la cartera de los bancos. No vaya a ser que validemos riesgos de una cartera y no los que se generan con las inversiones. No es conveniente dejar de hacer los dos ejercicios. A día de hoy hasta en las eléctricas vemos la tarta de dónde viene la energía consumida. Hay una necesidad de transparencia, que se informe dónde se invierte el dinero. Debe ser como una responsabilidad fiduciaria, tú me dejas tu dinero y yo debería contarte qué hago con él.

CaixaBank y Bankia van camino de crear el mayor banco de España, Unicaja y Liberbank negocian su fusión y, aunque la de BBVA y Sabadell ha fracasado, sigue habiendo ruido de más concentración en el sector, ¿qué impresión le da esta tendencia con menos entidades y más grandes?

Lo veo muy desconcertante. Llevamos 10 años aprendiendo de la relevancia de la concentración en la vigencia de los riesgos, aprendiendo que el 'too big to fail' y llevamos muchos años promoviendo la competencia. Estas medidas de concentración las puedo entender en el corto plazo y de beneficio para el accionista, pero difícilmente puedo verlo desde el punto de vista de la estabilidad y la resiliencia del sistema. Cuanta más concentración más difícil es gestionar la diversidad y mayores son los riesgos de oligopolio.

Los fondos europeos serán claves para la recuperación de la economía y la gran banca ya ha comenzado a levantar la mano para ofrecerse como mediador de esta financiación que llegará de la UE, ¿qué papel debería tener la banca ética?

El mismo que la de los Bancos. La experiencia del ICO ha sido buena. Los bancos estamos cerca de la realidad de las pymes. Nosotros somos un banco de pymes y tenemos una capacidad de hacer un efecto multiplicador. El valor adicional que traemos en la banca ética es el criterio de aplicación, que también es parte de la condicionalidad que van a traer esas ayudas. Hay que invertir en sectores que generen una economía regenerativa y circular. Vamos a invertir en sectores necesarios como la salud o la cultura aunque no sean los más rentables, pero sí los más necesarios y con respeto a la diversidad social. El ejemplo de la agricultura es muy importante: cómo incorporamos la diferencia de financiar al pequeño agricultor o si queremos seguir financiando la producción deslocalizada, que contamina y que no respeta las condiciones de trabajo de las personas. Aunque el producto final tenga el mismo precio, el proceso no es el mismo. Eso miramos, más allá de la rentabilidad de ese proyecto, que es lo que se busca con estas ayudas.

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