El nombramiento de Janet Yellen al frente de la Reserva Federal la coloca, según ha dicho el New York Times, como la mujer más poderosa del mundo y ha vuelto a poner de moda el debate sobre las mujeres en puestos de mandos. Yelen se suma así junto a Christine Lagarde (FMI), Angela Merkel (Alemania) o Dilma Rousseff (Brasil) al selecto club de mujeres en puestos de máxima responsabilidad. Pero más allá del efecto mediático que implican estos nombramientos, sus figuras son sólo la punta del iceberg de una tendencia que cada vez gana más adeptos: la necesidad de incorporar mujeres como nuevo motor de la economía.
La palabra clave en este proceso es womenomics. El concepto que juega con los términos women (mujeres) y economic (Economía). La teoría que lo sustenta va más allá de las tradicionales reivindicaciones de los movimientos feministas o las organizaciones de mujeres que enarbolan derechos sociales o argumentos de igualdad de género. Womenomics se centra exclusivamente en números: es decir en la evidencia de que a medida que crece la implicación de las mujeres en la economía se incrementa el Producto Interior Bruto de los países. El concepto fue acuñado por Kathy Matsui y sus colegas del todopoderoso banco de inversiones Goldman Sachs.
El termino ha vuelto a la actualidad de la mano de Shinzo Abe, el primer ministro de Japón, quien en su artículo publicado el pasado 25 de septiembre en The Wall Street Journal adelantaba su discurso para las Naciones Unidas y declaraba su intención de poner en marcha los consejos y recomendaciones que el banco de inversión estadounidense repite insistentemente desde hace años en cada informe anual sobre su país. Según sus cálculos, la plena incorporación de las mujeres a la fuerza laboral puede incrementar el PIB nipón hasta en un 15%.
Japón ha necesitado muchos años y un cambio de gobierno para aceptar lo que los mercados están demandando cada vez con más insistencia: la mujer es una fuente de riqueza que los países están desaprovechando. Que otros países le sigan es cuestión de tiempo, porque la presión arrecia. En la misma línea que Goldman Sachs se ha manifestado el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea o la Universidad de Harvard en colaboración con Merrill Lynch.
El organismo internacional con sede Washington cuantifica, en un informe publicado el pasado 25 de septiembre, el impacto de una mayor incorporación de las mujeres a la fuerza de trabajo en el PIB con crecimientos desde el 5% en EEUU, hasta más del 34% en lugares como México. La Unión Europea, tras años reivindicando la necesidad de reducir la brecha de género, se apunta también a la moda de la cuantificación. Sólo en el sector servicios, aseguraba una comunicación emitida el pasado 9 de octubre, la falta de acceso de las mujeres está acarreando una pérdida de 9.000 millones de euros.
“Nuestras reivindicaciones siempre han estado en el cajón de los temas sociales. Si pasarlas a la economía significa que se van a aplicar siempre será una buena noticia para conseguir que el 50% de la población tenga los mismos derechos que la otra mitad”, asegura Ana Bujaldón, presidenta de Fedepe.
En España, con más de seis millones de parados, y una economía incapaz de generar empleo hablar de estos temas parece ciencia ficción. “Los problemas demográficos van a llegar con o sin crisis. Y no estaría mal que la incorporación de las mujeres se planteara como una vía alternativa para la superación de los problemas”, apunta Rosa Escapa, presidenta de presidenta de Celem, la Coordinadora Española para el Lobby Europeo de Mujeres.
En cualquier caso, lo que no convencía vía ideología o sensibilidad de género parece estar cuajando cuando de lo que se habla es de beneficios económicos. Detrás del concepto Womenomics subyacen diferentes intereses que los mercados no están dispuestos a dejar pasar más tiempo.
Desde el punto de vista macroeconómico, la demografía está convirtiendo la demanda de mujeres en una necesidad. “Anglosajones y asiáticos lo tienen muy claro. No hay gente (hombres) para cubrir puestos ni de altos directivos ni de base”, explica el experto en reclutamiento de alta dirección Carlos Alemany. En su firma de cazatalentos ya están experimentando está tendencia internacional. “Las empresas pagan un extra por presentar candidatas mujeres. Quieren incentivar que las búsquedas profesionales superen el tradicional método de coptación y amiguismo que impera. Sobre todo en lugares como España”, advierte el experto. Una forma de discriminación positiva que reporta beneficios. Ya que cada día se valoran más las cualidades asociadas al liderazgo femenino: más prudencia inversora a la hora de asumir riesgos, gestión más eficiente de equipos...
En el lado micro, más mujeres en el mundo empresarial es sinónimo de más ingresos y más dinamismo económico. Los estudios de la Global Banking Alliance for Women aseguran que “la llamada economía femenina representa el mayor y más rápido mercado en crecimiento”. Las investigaciones de Dow Jones, la empresa propietaria de una de las bolsas estadounidenses, apuntan que los préstamos concedidos a empresas con miembros femeninos entre su cúpula de dirección tenían un porcentaje de devolución mucho mayor que aquellas que estaban sólo regentadas por hombres.
Las mujeres reinvierten en recursos humanos
Las mujeres pueden gestionar mejor, pero lo que es mucho más importante de cara a los mercados, también gastan y reinvierten más. Así lo explicaba el informe de la Harvard Business Review del pasado mes de septiembre. En él se analizaba el impacto en las economías de todo el planeta de la actividad emprendedora femenina y aseguraba que las mujeres invierte el 90% de cada dólar adicional que ganan en recursos humanos: educación, sanidad, nutrición. Frente al 30% o 40% que reinvierte un hombre.
Eso se traduce en más empresas, más puestos de trabajo, y en definitiva más beneficios. Y eso simplemente con su incorporación al mercado laboral. Porque, según ha explicado Kathy Matsui en su informe para Goldman Sachs Womenomics 3.0 The Time is Now. “En contra de la opinión popular, una mayor incorporación de las mujeres al mercado de trabajo incrementa los ratios de fertilidad y no al revés como se tienen a creer”. Claro que para que eso ocurra la incorporación se tiene que dar con la calidad y remuneración adecuadas para permitir la externalización de las labores de cuidado de niños y ancianos. Sólo así se incrementa la actividad económica al generar más puestos de trabajo y al mismo tiempo la natalidad ya que tener hijos no tiene efecto disuasorio del mercado laboral.
“La presión de los mercados puede ser otro frente de presión positivo. Ya que hasta ahora lo que estamos viendo es que los cambios reales en materia de igualdad sólo llegan cuando esos cambios se han exigido por vía legal como en Noruega”, advierte Rosa Escapa.
De momento, entidades como Bank of America ha contratado un equipo especializado para ayudar a sus empleadas a destacar y promocionar a puestos más altos. E instituciones como Finance Corporation tienen planeado lanzar el primer bono global femenino en los próximos meses.