“Revisión estratégica”. Este es el concepto con el que Vodafone se ha referido al futuro de su filial española. La que fuera una de sus principales áreas geográficas ha ido perdiendo protagonismo en los últimos años dentro del grupo por la caída del negocio. Ahora, la multinacional británica lanza un plan de ajuste y simplificación de estructura en la que se contempla, más abiertamente, la posible venta de su actividad en España. Un movimiento de este calado ampliaría un terremoto en el sector en España junto con la fusión de Orange y MásMóvil.
El grupo británico presentó este martes sus resultados anuales, los primeros con Margheritta Della Valle como consejera delegada. La que fuera directora financiera de la multinacional ha tomado el control de la dirección presionada por inversores y analistas para mejorar la rentabilidad y la evolución del negocio. “Vodafone tiene que cambiar”, aseguró en una reunión con analistas. “Nuestra evolución no ha sido la mejor y mis prioridades son los clientes, la simplicidad y el crecimiento”, añadió.
Estos planes de simplificación y crecimiento parecen señalar a la filial española. El grupo planteó en el informe anual que ponía este negocio en “revisión estratégica”, lo que supone tener en cuenta “todas las opciones potenciales”. Estas opciones incluyen la venta en España, tal y como apuntó Della Valle a Reuters. “Estamos abiertos a un cambio estructural”, apuntó la ejecutiva, que no detalló ante los inversores ni un calendario ni una mayor concreción. En sus declaraciones durante la presentación de resultados aseguró que la situación en España es “obviamente muy difícil” y “no tiene un rápido arreglo”.
España ha sido el mercado de Vodafone donde más han caído los ingresos durante el último ejercicio. La facturación por servicio se ha desplomado un 5,4%, frente a la subida del 5,6% en Reino Unido o los retrocesos del 2,9% y 1,6% en Italia y Alemania, respectivamente. Vodafone lo achaca a la “continuada competencia en precios” en el sector de mayor valor y a una pérdida en la base de clientes. Con este retroceso y el de años anteriores, España ha pasado de suponer en torno a un 11% de los ingresos del grupo antes de la pandemia al 9%.
La situación que vive Vodafone España se arrastra desde antes de la pandemia y no es ajena a la que han vivido también Orange o Telefónica durante la guerra de precios del sector. Sin embargo, en el caso de la británica ha sido más intensa. Esta situación llevó al grupo a aplicarle un deterioro contable de 2.900 millones de euros a la filial española en 2019 y de 800 millones en el año siguiente. Aplicaron estos recortes ante las peores expectativas para el negocio de su empresa en España. En 2021 se unió un plan de recorte de plantilla y de cierre de las tiendas propias que tenía en el país.
En la misma línea, Vodafone hizo una reorganización interna al comienzo de este año en el que degradaba el peso de la filial española en el grupo. Integró Vodafone España en el clúster de Europa. De este modo, dejaba de depender directamente del consejero delegado de la multinacional, como los grandes mercados en Reino Unido, Alemania o Italia, y le hacía depender de Vodafone Europe y de su director ejecutivo. Además, se aprobó la sucesión al frente de España, sustituyendo a Colman Deegan por Mário Vaz, que hasta ahora era el responsable de Portugal.
Desde hace meses se especula en el mercado con una posible desinversión de Vodafone en España. De hecho, la lectura que han hecho medios especializados de esa “revisión estratégica” de la filial española ha ido precisamente en el camino de una venta. Hace apenas un mes, la agencia de noticias financieras Bloomberg publicó que la multinacional británica estaba recibiendo el interés de los fondos de inversión por la potencial venta de su filial española. No ha existido un proceso de venta formal, según aquella comunicación, pero no habría evitado que inversores como Apollo, uno de los grandes inversores de capital riesgo del mundo, se acercaran a la británica para interesarse por el negocio en España. Según esta información, se estaría valorando en unos 4.000 millones de dólares la filial española de Vodafone.
No ha sido la única operación de Vodafone en España con la que el mercado ha especulado en las últimas semanas. La otra ha sido referente a una venta, aunque fuera parcial, de sus infraestructuras de fibra en este mercado. De hecho, Telefónica ha mostrado públicamente su interés por este negocio. El consejero delegado de la compañía española, Ángel Vilá, aseguró a Bloomberg la pasada semana que Telefónica está “abierta y preparada” para explorar alianzas con Vodafone “en particular en el caso de la fibra en España si quisieran apagar progresivamente su cable”.
Vodafone también se vio implicada el pasado año en una eventual fusión con MásMóvil. Durante meses el mercado había especulado con una fusión en España, que apuntaba a que o la británica o la francesa Orange se unirían con la cuarta operadora del país, propiedad de los fondos KKR, Providence y Cinven. En el caso de la empresa inglesa, se buscó una venta que no acabó fructificando. Fue finalmente la compañía gala la que se hizo con el acuerdo, que generará un nuevo gigante de telefonía en España que superará en algunos negocios al que fuera monopolio estatal, Telefónica.
Actualmente, España es un país con cuatro grandes operadoras de telefonía (Telefónica, Orange, Vodafone y MásMóvil). Sin embargo, para finales de año se espera que este número pase a tres con la fusión de Orange y MásMóvil. A ello se suma ahora un futuro incierto para Vodafone, que ha estado presente en España desde que a finales de los noventa entrara en Airtel, una de las primeras operadoras privadas del país. Desde entonces ha sido, con Orange y Telefónica, uno de los actores principales para entender el desarrollo del sector de las telecomunicaciones en España.
Presión en Bolsa
No ha sido España el único país en el que la anterior dirección de la compañía, con Nick Read a la cabeza, no logró sacar adelante un acuerdo que se antojaba necesario por parte de los analistas e inversores. En Italia, el grupo acabó rechazando el intento del magnate francés Xaviel Niel de adquirir el negocio en el país transalpino. Si bien ha logrado desprenderse de otros negocios como en Hungría o hacer caja con sus torres de telecomunicaciones con Vantage, medios especializados citan estas dos operaciones como tropiezos de la compañía durante los últimos años en la búsqueda de una empresa más ligera y rentable.
Ahora Della Valle tiene la difícil labor de poner en el buen rumbo a Vodafone. “Mis prioridades son los consumidores, la simplicidad y el crecimiento”, ha expresado en sus distintas intervenciones durante su primera presentación de resultados anuales. “Nos hará ser más rápidos, generará más eficiencia y podremos reinvertir en la experiencia del usuario”, aseguró a los analistas al ser preguntada por qué se notará de su intervención en el timón de la multinacional. “Necesitamos hacer más, tanto orgánica (por sí mismos) como inorgánicamente (con operaciones)”, aseguró la consejera delegada.
Entre las primeras decisiones de la consejera delegada se encuentra el anuncio del recorte de 11.000 puestos de trabajo en todo el mundo durante los próximos tres años. Supone eliminar en torno al 12% de los empleos actuales de la compañía y afectará tanto a la sede central como a sus distintos mercados. Las cuentas fueron respondidas en Bolsa con una fuerte caída en el valor de la compañía de más del 9%. Con ello, los títulos de la teleco se encuentran actualmente en el valor que tenían a finales de los años noventa.