La muerte unió a periódicos y publicaciones de muy diversas tendencias en el reconocimiento alrededor de la figura de Niceto Alcalá-Zamora, como pone de manifiesto el recopilatorio de los obituarios que ha publicado el Patronato que lleva su nombre, según explica a Efe su director, Francisco Durán.
Beatriz Ledesma Fernández de Castillejo, nieta de Federico Fernández de Castillejo, ánimo íntimo del primer presidente de la II República y que preparó su instalación en la capital de Argentina en 1942, ha dirigido una edición sobre lo publicado en el país latinoamericano.
La responsable de la edición escribe en la presentación del libro que “los obituarios que luego de su muerte se publicaron en los medios de prensa argentinos son una muestra representativa del legado político, jurídico, moral, cultural, y literario que dejó Alcalá-Zamora tras de sí”.
Además, agrega, “son, sobre todo, un emotivo testimonio del profundo respeto que supo granjearse entre sus coetáneos y del estoicismo con que vivió su etapa de exilio porteño”.
Los obituarios los abre, en cambio, uno de un medio español, el diario 'Córdoba', publicado el 20 de febrero de 1949, dos días después de su muerte el 18 de febrero de 1949, con la firma de Félix Centeno, que ha sido incorporado por los editores a los recopilados por Beatriz Ledesma.
En él que se destaca la paradoja de que “un hombre como Alcalá-Zamora no regresara a su patria, donde le esperaba la paz, la tranquilidad y el bienestar; pero todos los españoles conocemos su terquedad en cuestiones personales y en ello coinciden cuantos le trataron y han escrito sobre su época”.
Centeno, que es citado en el periódico cordobés como “nuestro corresponsal” y que estuvo destacado en la capital de Argentina como enviado de varios medios, según recoge en su propio obituario 'ABC' en 1966, entiende que “el corazón le empujaba al regreso, pero la obsesión de los principios, le retenía”.
Esa misma fecha, el periódico local incluye un despacho de la Agencia Efe sobre la apertura de la capilla ardiente instalada en la residencia de Alcalá-Zamora en el barrio de Palermo, en la que se cita la “voluntad del fallecido y parece que es una tradición familiar, que no haya discursos ni pompas en los fallecimientos ocurridos en la familia”.
Francisco Durán pone el énfasis en estas reseñas del diario 'Córdoba' como un signo del respeto a la figura de Alcalá-Zamora.
Lo mismo sucede con la prensa de distinto signo republicano del exilio, pese a que el primer presidente de la II República se situaba en la “Tercera España”, aquella que no gustaba ni a quienes defendían el orden constitucional republicano ni a los que se sublevaron contra él.
Durán destaca entre ellas a 'España Republicana', el órgano del Centro Republicano Español de Buenos Aires, que recuerda el pasado monárquico de Alcalá-Zamora y su fuerte convencimiento católico, al tiempo que le reconoce que se hizo republicano “por patriotismo y por decoro” y que “fue en la emigración, de la que participó con todos nosotros, un gran ejemplo de austeridad y de sacrificio”.
'Lealtad', portavoz del Centro Republicano Español de Montevideo, publica varias informaciones sobre el fallecimiento, entre las que destaca una que recoge las declaraciones del presidente de la República y del jefe del Gobierno en el exilio, Diego Martínez Barrios y Álvaro de Albornoz.
Martínez Barrios refiere que “independientemente de las diferencias políticas que hubieren de separarnos, consagré siempre una respetuosa admiración a Don Niceto Alcalá Zamora” y vaticina que “llegará seguramente el día reparador en que los españoles hagan homenaje a sus restos, honrándolos y honrándose, cuando reposen en el suelo sagrado de la Patria”.
Para ello, hubo que esperar treinta años, hasta el 11 de agosto de 1979, cuando su cuerpo fue enterrado en el cementerio de la Almudena, en Madrid.
La prensa argentina se hizo amplio eco del óbito. 'La Nación' calificó a don Niceto como “símbolo de una época atormentada y tornadiza” y “víctima de la contienda que se encendía en Europa”.
El diario porteño 'La Prensa', uno en los que colaboraba, subrayó que “ninguno de sus oyentes o de sus lectores habrá advertido en sus discursos o escritos el menor acento de acritud”, mientras que 'Clarín' subrayó “la ejemplar austeridad y la sencillez franciscana que, entre otras virtudes, predominaron en los últimos años de su existencia” en su exilio argentino, en el que buscó “apartarse de las contiendas políticas de su patria”.
'Obituarios de Niceto Alcalá-Zamora y Torres', con veintidós reseñas sobre su muerte, se ha puesto en circulación coincidiendo con el 71 aniversario del fallecimiento.
Por Álvaro Vega