El BBVA dio este jueves un paso inédito en España en casi cuatro décadas: lanzó una oferta de compra (opa) hostil por un competidor, el Banco Sabadell. La última vez que una entidad financiera se lanzó a por un rival sin contar con el visto bueno del competidor en cuestión fue en 1987. Entonces, el Banco de Bilbao –una de las ramas que derivó en el BBVA– trató de comprar el Banco Español de Crédito, Banesto, el mismo que acabó siendo presidido por Mario Conde e intervenido solo cinco años después.
Ahora, a mitad de 2024, BBVA quiere hacerse con el control de Sabadell. De entrada, tiene un rechazo casi unánime. Ni la dirección del Sabadell —que este jueves ha acusado al BBVA de vulnerar la norma de opas—, ni Moncloa, ni el PP, ni de algunas de las principales patronales autonómicas, ni los sindicatos respaldan este movimiento corporativo.
El banco presidido por Carlos Torres asegura que sí tiene el plácet inicial del Banco Central Europeo (BCE) y de inversores clave, que le pueden permitir que la operación, al menos en sus primeras etapas, tenga recorrido. Sin embargo, a día de hoy, no parece sencillo que logre sacar adelante la fusión, que provocaría que casi dos tercios de todos los activos y de los depósitos de la banca española estén en manos de tres entidades: el fusionado, Santander y Caixabank.
Rechazo mayoritario, pero BBVA cree que cambiará la opinión
BBVA lo ha intentado con Sabadell dos veces por las buenas y las dos le han salido mal. Una en 2020, en plena pandemia; la otra, estas dos últimas semanas. Ha intentado convencer al consejo de administración de una fusión pactada, dando acciones del BBVA a los inversores del Sabadell y valorando esta última sociedad en cerca de 12.000 millones de euros. En esa fusión, la batuta sería para la empresa liderada por Carlos Torres: la sede social estaría en Bilbao, la marca sería la del BBVA y los accionistas del Sabadell tendrían el 16% de la nueva entidad. El banco de origen catalán rechazó la propuesta por entender que le minusvalora y BBVA, este jueves, se lanzó a una opa hostil, no amistosa.
Las formas y el fondo no le han gustado al Gobierno. El Ministerio de Economía dejó claro el jueves que tiene la última palabra y que, a día de hoy, considera que la operación “supondría un incremento en el nivel de concentración que podría tener impacto negativo en el empleo y en la prestación de servicios financieros” y que “un excesivo nivel de concentración introduciría un riesgo potencial adicional a la estabilidad financiera”.
Como contamos aquí, no solo el Ejecutivo –tanto la parte socialista como la de Sumar– se opone, también todos los partidos políticos catalanes, en una opa hostil se produce sólo tres días antes de las elecciones al Parlament. Lo mismo ocurre con la Generalitat Valenciana gobernada por el PP, los sindicatos y las patronales de València y Catalunya.
Sin embargo, Carlos Torres es optimista. “Confiamos plenamente”, aseguró durante una rueda de prensa. “Acabarán apreciando la operación por el valor que tiene”, porque la nueva entidad sería positiva para la economía española, aumentará la remuneración a los accionistas y además “va a pagar más impuestos”, porque será más grande. “Lo apreciarán cuando tengamos ocasión de explicar bien la operación”, aseguró a los medios. “El tiempo la va a hacer más atractiva”, ahondó.
También reconoció que la operación se ha acelerado y que no querían que coincidiese con las elecciones a la Generalitat catalana. “Tenía que discutirse en privado”, desveló. En abril, el BBVA se aproximó al Sabadell, con un encuentro con su presidente, Josep Oliu, pero todo se precipitó hace dos semanas porque una filtración desveló las conversaciones. “Hemos presentado la opa, eso no tiene vuelta atrás, pero mantenemos el mismo espíritu amistoso con el consejo del Sabadell para que esto fructifique”, justificó.
Las dudas de los inversores
Los inversores también expresan sus dudas. Si la Bolsa es un termómetro, la cotización del BBVA se hundió este jueves cerca de un 7% y la de Sabadell subió más de un 3%. La caída del BBVA “es normal”, justificó Torres. “Hay un componente técnico, en la medida que hay accionistas y fondos que juegan a corto. Una vez que se estabilice la situación y se vea el comportamiento del banco en los próximos meses, la cotización recuperará el terreno perdido”.
“No sabremos si la última oferta del BBVA tiene éxito hasta dentro de unos ocho meses”, asegura Filippo Alloatti, analista de Federated Hermes. En su opinión, el éxito de la operación depende de “la evolución de las acciones del BBVA. El accionariado de BBVA es mayoritariamente minorista, mientras que el precio de las acciones de Banco Sabadell no está lejos de los máximos de los últimos 10 años”. En el accionariado de Sabadell tampoco hay nombres de referencia con más de un 5% del capital, sino grandes fondos internacionales, que rondan el 3%, como el gigante Blackrock, Norges y Vanguard Group.
La opa va durar meses, porque requiere el visto bueno de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y del Banco Central Europeo. Además, está condicionada a que la acepte, al menos, el 50% de los accionistas del Sabadell. Y, solo a partir de ese momento, cuando se pase de una opa a una fusión, tendrá que ser aprobada por el Ministerio de Economía. Todo este proceso puede durar más de ocho meses, aunque Economía ya ha dejado clara su planteamiento inicial.
“Tras el reajuste de cotizaciones de ambas”, con la evolución de este jueves, la opa “deberá ser mejorada para que la operación pueda salir adelante”, señaló en una análisis Banca March.
Javier Cabrera, analista de XTB, señala sobre la operación que “los problemas residen en una mayor concentración de mercado y en el riesgo regulatorio de la operación”. “El sector bancario ya está muy oligopolizado, con una cuota del mercado de préstamos de aproximadamente el 56% entre las tres primeras entidades. Si esta operación se realiza, entre las tres primeras entidades la cuota ya alcanzaría el 64%, lo que podría implicar un deterioro en las condiciones ofrecidas a los clientes y una importante disminución de la competencia”, añade. “Recordemos que la remuneración de los depósitos en España sigue siendo de las más bajas de Europa, lo que ya nos da pistas de las dinámicas del sector y la posición de poder”.
La concentración del mercado
Al BBVA no le preocupa la concentración y asegura que la futura entidad tendría más capacidad para la concesión de créditos que los dos bancos por separado. Además, cree que no habría un problema territorial, porque no solo se trata de un tema de sucursales y de presencia en poblaciones. “Hay más factores, tras el COVID, está la digitalización”, aseguró Torres a los medios, en referencia a los bancos que, sobre todo, operan online, donde citó entre otros a ING. “Vamos a preservar la presencia en los municipios donde solo seríamos la única entidad”.
Al margen está la situación del empleo, donde el BBVA reconoce que habrá un recorte. “Como parte de los procesos de integración puede haber en el corto plazo algunas salidas de personas, tenemos mucha experiencia en hacer esto, lo hacemos siempre con medidas no traumáticas”, justificó Torres. “Es verdad que puede haber reducciones en un primer momento, pero se hace siempre desde esta perspectiva de diálogo y de medidas no traumáticas y de paquetes que tienen mucho atractivo también para las personas que se acogen a ellos, pero posteriormente el valor para los trabajadores y para la plantilla es muy claro porque tenemos una entidad mucho más sólida, mejor preparada para lo que viene, los retos de Europa son retos que tienen que ver con conflictos geopolíticos y con la conformación de mercados grandes”.
En las reacciones a la opa, el PP reconoce que el empleo y cómo se actúe va a ser relevante en cómo acabe este movimiento. “Lo importante es asegurar que el resultado de una operación comercial no perjudique los intereses generales de los puestos de trabajo, así como los derechos de los clientes y usuarios de las entidades”, reconocen fuentes de la formación. “Entendemos la preocupación que puede suscitar cualquier operación que no se ajuste a esta forma de proceder entre administraciones, instituciones, pymes y ahorradores”.
¿Qué puede pasar a partir de ahora?
Quedan muchos plazos y mucho tiempo por delante. Primero el BBVA tiene que presentar los términos finales de la opa, la CNMV la tiene que aprobar, la tiene que revisar Competencia y el BCE; y luego ver cuántos inversores la aceptan. El BBVA la ha condicionado a que sea más del 50% de los accionistas, así que, si son menos, fracasaría.
Luego se pondría en marcha la fusión, que tendría que aprobar el Gobierno, y concretarse si hay repliegue territorial, cierre de sucursales y despidos. Lo que puede durar cerca de un año.
Entre medias pueden pasar más cosas. El BBVA no descarta que aparezcan ofertas competidoras que sí podrían tener el respaldo del consejo del Sabadell, lo que en el mercado se conoce como agendarse un 'caballero blanco'. Y si hay oferta de un rival, a saber qué sucede, porque la entidad con sede en Bilbao recalca que no tiene margen para mejorar las condiciones económicas que ha planteado.
Tampoco descarta que Sabadell busque otros movimientos para defenderse, como lanzar una oferta por otro banco, como Unicaja y, así, hacerse más grande. “Eso sería una circunstancia que tendría un camino complicado, porque tendrían que plantearlo a su junta general”, justificó Torres. “No es algo que temamos. Nosotros hemos puesto sobre la mesa una propuesta favorable, la opinión de su consejo es negativa pero queremos que decidan los accionistas”.
Si no sale adelante ni la opa y, por tanto, no hay fusión, el puesto de Carlos Torres podría quedar en el alero. “Me preocupa poco mi futuro profesional, me preocupa que el consejo tome las decisiones correctas”, aseguró. “En la medida en que hagamos lo correcto, bienvenido sea. Es como lo veo”, sentenció.