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El Plan de choque del Gobierno rebajará la inflación récord un punto, según la previsión de Funcas

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz; la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño; y la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, durante la presentación del Plan de respuesta a la guerra.

Daniel Yebra

30 de marzo de 2022 10:58 h

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El Gobierno insistió este martes en que su máxima prioridad es rebajar la inflación desbocada, que el INE avanzó este miércoles que aceleró hasta el 9,8% en marzo, respecto al mismo mes del año pasado. Un escenario ante el que el Ejecutivo acaba de aprobar un Plan de respuesta al impacto de la guerra que busca limitar la subida de los precios de la energía y el golpe que supone para el bolsillo de las familias y los costes de las empresas, y por tanto para el crecimiento económico.

Y los expertos de Funcas creen que estas medidas de choque, “paliativas y de corto plazo”, apenas aliviarán en un punto porcentual una inflación media en 2022 que se iría al 6,8% si la guerra en Ucrania finaliza en el segundo trimestre, con una pérdida de poder adquisitivo para las familias de 16.700 millones.

El centro de análisis de la Ceca comunicó una hora después de conocerse el dato adelantado del IPC de marzo, récord desde 1985, tras el 7,6% de febrero, sus previsiones económicas para 2022 y 2023, avisando de la mayúscula incertidumbre que implica la guerra en Ucrania, tras la invasión de Rusia, por la perturbación que supone para los precios de la electricidad, del gas, de los combustibles, de materias primas importantes para la industria como el aluminio o el acero y de los cereales, en los que ambos países son actores clave a nivel mundial.

En su escenario central, Funcas estima que el impacto de la guerra hará que el crecimiento del PIB sea del 4,2% en 2022 (1,4 puntos menos respecto a la anterior previsión) y del 3,3% en 2023 (dos décimas menos). Una senda de incremento de la actividad económica que se sostiene por la fuerte recuperación que venía de 2021, tras el shock de la pandemia, y que se reflejará principalmente en el primer trimestre, ya que en su previsión, el PIB solo avanzará un 1,1% en los tres trimestres que restan de 2022, “aunque se evitará la recisión”.

En este contexto, con un IPC de guerra, la renta de los hogares se reducirá este año de 767.300 millones de euros a 750.600 millones, lo que supondrá un merma del poder adquisitivo de 16.700 millones.

“Pese a su pérdida de vigor, la demanda interna será el principal motor del crecimiento, con una aportación de 3,8 y 3,2 puntos en 2022 y 2023, respectivamente”, explican en Funcas.

“En suma, la expansión se mantendrá, fruto de la persistencia de tres factores: la demanda embalsada acumulada durante la pandemia, algo que permite compensar en parte el efecto de la inflación en la renta de los hogares; el rebote del turismo (sin cambios con respecto a la anterior previsión); y la mayor ejecución de los fondos europeos, en línea con la evolución en el último trimestre de 2021, tal y como se incorporaba ya en la anterior previsión”, continúan.

Uno de los mayares desequilibrios para la de economía de España es el déficit presupuestario ante el mayor gasto público que implica, por un lado, el Plan de choque del Gobierno o el aumento de las prestaciones por desempleo y, por otra parte, los menores ingresos por el propio impacto en el crecimiento de la guerra.

“El déficit público [...] todavía se situará en el 4,5 % en 2023”, advierten los expertos de Funcas. Entre los distintos efectos del pico de inflación, destacan un aumento de 10.000 millones en el gasto en pensiones en 2022, ligadas al IPC. “La deuda pública, por su parte, superará el 112 % del PIB el próximo año; y probablemente la carga de intereses ya ha tocado fondo y a partir de este 2022 comenzará a incrementarse”, añaden.

“El principal riesgo que se cierne sobre estas previsiones radica en el entorno geopolítico. El conflicto bélico podría evolucionar en una dirección aún más preocupante para la seguridad del continente europeo. Por otra parte, una escalada de sanciones derivaría en la ruptura total de las relaciones comerciales entre la UE y Rusia, algo que agravaría la crisis energética y generaría nuevas disrupciones en la cadena de suministros. En ese contexto, una recesión en la eurozona no sería descartable”, concluye Funcas.

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