Ocho razones para la huelga feminista del 8 de marzo

Queda una semana para la huelga feminista del 8 de marzo y las razones de la convocatoria son muchas: desde la precariedad hasta la brecha salarial, la invisibilización del trabajo de cuidados, las violencias machistas y cotidianas o los recortes de derechos. Te damos ocho datos que sustentan algunas de estas reivindicaciones. 

1. Las cifras de paro y empleo son peores para las mujeres que para los hombres. Si durante la crisis las tasas de paro y ocupación de unos y otras se acercaron (debido a la fuerte destrucción de empleo masculino), la brecha se ha vuelto a agrandar con la llegada de la recuperación. Hay más mujeres en paro (un 18,4%) que hombres (un 15%). El propio Consejo Económico y Social (CES) advirtió hace meses de que la evolución laboral de las mujeres es peor que la que están experimentando los hombres.

2. El trabajo a tiempo parcial (que implica salarios y cotizaciones más bajos y que genera menos derechos en términos de prestaciones sociales) está fuertemente feminizado: prácticamente el 75% de estos contratos están firmados por mujeres.

Entre las principales causas que las mujeres aportan para tener uno de estos contratos destacan dos: o bien que las empresas no les ofrecen otro tipo de contratos y bien que los aceptan porque necesitan tiempo para cuidar de menores o personas mayores y dependientes. En el caso de los hombres que trabajan a tiempo parcial, sin embargo, los cuidados aparecen como una de las últimas razones para tener estos contratos.

3. La brecha salarial entre mujeres y hombres es transversal: afecta, aunque en distinta envergadura, a mujeres de todos los niveles formativos, edades y ocupaciones. De media, una mujer cobra un 13% menos que un hombre por cada hora de trabajo.

Si tomamos como referencia los salarios anuales, el sueldo medio de las mujeres es de 20.052 euros mientras que el de los hombres asciende a 25.993 euros. Los complementos salariales, muchas veces discrecionales, forman el 40% de esa brecha salarial

4. Consecuencia de la mayor precariedad, de la brecha salarial, de las carreras laborales más discontinuas e irregulares en las mujeres (en buena parte por las ausencias y lagunas en sus empleos para ocuparse de las tareas de cuidado) se genera la brecha de las pensiones. Las mujeres solo representan el 36,1% de las personas jubiladas con derecho a prestación y su pensión media es de 768 euros al mes frente a los 1.220 euros de los hombres. 

5. El trabajo de cuidados no remunerado sigue mayoritariamente en manos de mujeres. Los hombres dedican de media 14 horas semanales a estas tareas frente a las 27 horas que emplean las mujeres. Detrás de este dato se esconde la doble jornada que arrastran las mujeres, la discriminación en el empleo o la imposibilidad de que exista conciliación, no solo para las mujeres.

6. La representación política de las mujeres aún no llega al 50% en muchos parlamentos. El Gobierno central, de hecho, está lejos de la paridad: solo 5 de sus 14 miembros son mujeres. En el Congreso, las mujeres rozan el 40% de los escaños.

7. Más allá de los gobiernos, la representación de las mujeres en instituciones y puestos de poder y responsabilidad está lejos del equilibrio. Las mujeres son más de la mitad de las personas tituladas en nuestro país, pero apenas tienen presencia en los altos cargos de la administración o en los consejos de administración de las cotizadas en el Ibex 35, y son minoría entre los catedráticos y los profesores de investigación de organismos como el CSIC.

8. La violencia que sufren las mujeres por el hecho de serlo no cesa. Desde el año 2002, más de 900 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas. Según datos de Eurostat, en 2015 se produjeron en España 9.000 agresiones sexuales.