Un escenario de recesión en dominó del norte al sur de la UE gana peso tras los últimos datos económicos, por la asfixiante subida de los precios mes tras mes, el fin de la era de tipos de interés mínimos, que viene elevando los costes de financiación a empresas y familias, y por la perturbación y la incertidumbre general que supone la invasión rusa de Ucrania, en concreto sobre las materias primas energéticas e industriales.
Según se acerca el otoño, durante el que se teme que la UE sufra escasez de gas y que el petróleo siga disparado, la probabilidad de una contracción de la actividad en los próximos trimestres aumenta, aunque la salida de la pandemia mantenga el fondo de la recuperación. Una reconstrucción económica tras el shock del COVID favorecida por planes y estímulos históricos, continuados ahora por las medidas de choque en respuesta a la guerra y a la crisis energética, y que se basa principalmente en la explosión de demanda con el fin de las restricciones, el buen momento del mercado de trabajo y las inversiones públicas y privadas.
En este riesgo de recesión y efecto dominó, Alemania es el socio más frágil, por distintas razones, como son su mayor dependencia del gas ruso o el ciclo más adelantado de su recuperación de la crisis de la COVID-19. Mientras, España aparece como la última ficha que caería ante la primera temporada turística completa desde 2019. Pero también ofrece ya heridas preocupantes, e, irremediablemente, sufrirá la debilidad de las locomotoras económicas de Europa. Como ha dicho esta semana la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, “vienen curvas”.
Los datos y las previsiones
Una de estas alarmas fue la primera reducción en la actividad en la industria de nuestro país en julio desde enero de 2021. El principal indicador adelantado del sector manufacturero, el índice PMI que calcula S&P Global, entró el mes pasado en el terreno en el que advierte de una “caída considerable” de los pedidos, “en un momento de fuertes presiones inflacionistas e incertidumbre económica generalizada”, según recoge el centro de análisis. Esta contracción se extiende a toda la UE, con especial gravedad en Alemania. Ahí está el origen de las peticiones de solidaridad con las medidas de ahorro energético, y con la amenaza de que en un contexto extremo la industria tenga que parar si fracasan.
“El sector manufacturero experimentó la mayor caída de los nuevos pedidos en más de dos años en julio”, explica S&P Global en el informe que acompaña la publicación del dato de julio, en referencia a nuestro país. “Las empresas encuestadas informaron que las ventas se han desplomado debido a un entorno cada vez más incierto”, continúa.
“Los altos precios y la persistencia de los problemas en las cadenas de suministro también afectaron la demanda”, incide. Uno de los subíndices de la encuesta se centra en los plazos de entrega de los proveedores y muestra cierta mejoría tras meses muy complicados por los conocidos como cuellos de botella a nivel mundial, aunque sigue en terreno negativo (por debajo de 50 puntos) y los expertos coindicen en que “la mejora” responde en parte a la menor demanda.
La otra advertencia reciente en España sobre el riesgo de recesión ha sido la primera destrucción de empleo en un mes de julio tras meses de fuertes crecimientos y récords de indefinidos. En cualquier caso, nuestro país fue uno de los grandes de la UE que más creció en el segundo trimestre: un 1,1%, según el dato adelantado respecto al primer trimestre de este año. La economía de Alemania se quedó estancada, con una variación del PIB del 0% entre abril y junio, y la de Francia apenas creció un 0,5%. Italia se situó cerca de nuestro país, con un 1%.
“Cabe señalar que el crecimiento del PIB alemán del primer trimestre se revisó al alza, pasando del 0,2% al 0,8%, por lo que el descenso respecto a los datos anteriores no es tan grave como parece”, destaca Azad Zangana, economista para Europa de la gestora Schroders. “Parece que el aumento de la inflación está reduciendo la demanda de los hogares [en el resto de la UE], lo que está perjudicando el crecimiento. Pero si los precios siguen aumentando, ¿podría ser este el último dato de crecimiento sólido de la eurozona?”, se pregunta este experto.
Por el contrario, “el mayor dinamismo [en España] procedió principalmente de la fuerte reactivación del consumo privado (incremento del 3,2% intertrimestral) tras la caída que registraba en el trimestre anterior (−2,0%), lastrado por la sexta ola de COVID, el estallido de la guerra y la huelga de transportistas. Asimismo, destaca positivamente el avance de los ingresos por turismo (+29,3%), que ya superan en un 8% el nivel del mismo trimestre de 2019. El aspecto más negativo es la contracción de la inversión en maquinaria (−6,9%), que se ha podido ver afectada negativamente por el aumento de la incertidumbre y los problemas de suministros”, observa Javier García Arenas, economista de Caixabank Research.
“El notable crecimiento del PIB en el segundo trimestre constituye un soporte para que en el conjunto de 2022 el PIB supere ampliamente el 4%, pese a que las perspectivas para la segunda parte del año se están viendo ensombrecidas por el repunte de la inflación, la crisis energética, las subidas de tipos de interés y el empeoramiento de los indicadores de confianza”, añade.
La última revisión a la baja de las previsiones de la Comisión Europea coinciden con este análisis y mantienen a España como el país, entre los más grandes de la UE, que más crecerá en 2022 y en 2023, y son similares a las de las principales instituciones nacionales, como el Gobierno, la AIReF o el Banco de España. Sin embargo, el crecimiento de la actividad por debajo del 3% en 2023 aleja el objetivo de recuperar el PIB pre COVID a 2024. Y estas expectativas no excluyen la probabilidad de una recesión técnica (dos trimestres consecutivos de caída del PIB), como la que ya sufre Estados Unidos.
“Se espera que Alemania o Italia tengan un crecimiento inferior al 1% el próximo año, una tasa anual que sugiere la posibilidad de uno o varios trimestres de recesión”, comenta Chris Iggo, experto de Axa Investment Managers.
España tiene en la temporada turística de este verano, la primera con solo algunos estertores de las restricciones por la COVID desde 2019, una fuente de crecimiento diferencial frente a las economías del norte de Europa. De hecho, el índice PMI del sector servicios del mes de julio, publicado este miércoles, siguió apuntando a una expansión de la actividad, al contrario que en la industria, a pesar de la inflación y del resto de incertidumbres.
Del mismo modo, la previsión de la evolución del PIB en tiempo real de la AIReF (un algoritmo que se actualiza con los datos que se van publicando durante el trimestre) apunta en estos momentos a un crecimiento del 0,6% entre julio y septiembre, respecto al segundo trimestre.
“El sector servicios de España mostró un comportamiento positivo en julio, y la actividad se expandió a un ritmo sólido, respaldada por niveles más altos de nuevos pedidos y una nueva creación de empleo. A pesar de ello, es difícil no estar un poco preocupado por el crecimiento económico en los próximos meses, ya que un análisis minucioso de los datos de la encuesta reveló algunos problemas este mes”, lamenta Paul Smith, director económico de S&P Global Market Intelligence. “A medida que el repunte de la actividad relacionado con la relajación de las restricciones por la pandemia continúa desvaneciéndose, las empresas encuestadas informaron de la creciente indecisión de los clientes debido al aumento de la inflación y del temor de una recesión económica”, concluye.
Endurecimiento de las condiciones de financiación
A la crisis energética y de inflación, y precisamente como respuesta a esto último, se une el endurecimiento de las condiciones de financiación, tras años de crédito barato, que está provocando la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de subir los tipos de interés de referencia con los que los bancos prestan el dinero o varía el precio de las hipotecas. Un encarecimiento que supone un freno a la actividad, que es precisamente el objetivo que busca la institución que preside Christine Lagarde para dejar de alimentar las subidas de precios, aunque el riesgo de provocar una recesión aumente y la subida de los tipos no tenga efecto sobre el gas o el petróleo, que dependen de cuestiones geopolíticas.
Este mismo miércoles, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros países como Rusia decidieron aumentar la producción de petróleo en 100.000 barriles diarios desde septiembre. La decisión inicialmente impulsó levemente la cotización del barril de petróleo Brent, aunque los futuros de luego volvieron a caer por debajo de los 100 dólares. Pero siguen en niveles inusualmente altos. Por otro lado, se multiplican las incertidumbres sobre un corte total del gas ruso que consume la UE, tras haberse reducido ya drásticamente los envíos en las últimas semanas.
Mientras, el Banco de España señala ya un endurecimiento de las condiciones de financiación en nuestro país. “Los costes medios de los nuevos préstamos concedidos a los hogares y a las empresas han repuntado ligeramente en los últimos meses, en línea con el inicio de la normalización de la política monetaria [del BCE]”, constata.
En el mismo sentido, “los criterios de aprobación de préstamos a las familias y a las sociedades no financieras se han endurecido moderadamente en la primera mitad del año”, y las previsiones “apuntan a una contracción de la oferta de crédito a las pymes en los próximos meses. Por su parte, la demanda de crédito se muestra débil, especialmente la procedente de las pymes”. “En cambio, las peticiones de préstamos para adquisición de vivienda habrían seguido creciendo”, según el organismo, pese a que las hipotecas también están subiendo.