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Reservas llenas, otoño caliente y menos consumo: por qué el tope al precio del gas ha perdido fuelle en la UE

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —
30 de octubre de 2022 22:32 h

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Las temperaturas de finales de octubre se parecen a las de agosto; pero las compras de gas que se hicieron en verano para llenar las reservas al máximo ya no se están haciendo ahora. Precisamente porque los almacenes de gas están a tope, y las compras masivas a precios desorbitados ya no se están produciendo. Así, ni se ponen calefacciones ni se compra como si no hubiera mañana ante los cortes rusos y la explosión del gasoducto Nord Stream 1, a lo que se suman las medidas aplicadas en todos los países de la UE para reducir el consumo de gas y de electricidad.

En resumen, los precios del gas están cayendo, lo que alimenta las resistencias de Alemania –después de disparar los precios en verano por sus compras masivas para reservas– y Holanda, fundamentalmente, a intervenir en los precios del gas en la UE, al menos el del gas destinado a la producción de electricidad y bajar así las facturas de la luz y, por tanto, las tasas de inflación. Esa intervención ya la tienen España y Portugal a través de la llamada excepción ibérica, dos países que junto con otros 13 han firmado una carta para pedir topes al gas en Europa. En frente, están los países que más temen fallos de suministro –como Alemania, que sí tiene dinero para pagar precios altos–, que más dependencia tienen del gas para la luz –como Países Bajos– o que más reniegan de intervenir en el mercado por cuestiones ideológicas.

Eso sí, que los precios del día a día hayan bajado, aun estando por encima de lo que estaban hace un año, no quiere decir que los precios a futuro sigan disparados. O que cuando pase el invierno y haya que empezar a llenar de nuevo las reservas, los precios no vuelvan a máximos.

Mientras tanto, decenas de buques metaneros, principalmente de Estados Unidos, Canadá y Qatar, se agolpan frente a las costas europeas (no solo de España) sin posibilidad de descargar el gas natural licuado (GNL) que transportan porque no hay donde meter ese combustible (que llega a Europa en estado líquido a través de barco): los almacenamientos europeos están llenos, al 93%, en un escenario de destrucción de demanda de la industria y un inicio suave del otoño, tras las medidas de ahorro energético que ha impuesto la UE.

Además, en otros países europeos, como Alemania, faltan regasificadoras. Y la actual red de interconexión gasista entre los países europeos no permite enviar ese combustible allí donde hace falta. 

“Está claro que algunos Estados miembros y la Comisión no creen que el 'mecanismo ibérico' sea el camino por el que avanzar y ofrece un enfoque alternativo. Pero para evaluarlo adecuadamente, necesitamos más detalles, propuestas legales concretas o un estudio de impacto”, dijo esta semana en Luxemburgo el ministro checo de Industria, Jozsef Síkela, tras la reunión de ministros de Energía de la UE: “Hay quienes dicen que unos precios de gas muy bajos podrían desincentivar el consumir menos gas. Me encantaría tener que lidiar con esta situación. Creo que la partida no ha acabado”.

Los almacenes europeos se han llenado desde el verano a marchas forzadas en medio de una brutal subida de precios, con un coste que el inversor español Joaquín Coronado, fundador de la comercializadora eléctrica Podo e histórico del sector energético en España, cifraba en un post en LinkedIn en al menos 156.000 millones de euros, informa Antonio M. Vélez.

El resultado es que los precios del gas natural, y con ello los de la luz, se han desplomado, aunque siguen altos comparados con el nivel previo a la crisis energética, y los futuros para el próximo invierno apuntan todavía a precios inéditos antes de esta crisis energética. A corto plazo, la bajada ha sido tal que la denominada excepción ibérica ha llegado a dejar de operar al caer el precio del gas por debajo del límite de 40 euros por megavatio hora (MWh) que fija actualmente el tope al gas. 

Más oferta que demanda

En todo caso, los precios podrían volver a dispararse cuando llegue el frío, en diciembre y enero, después de haber estado incluso en valores negativos en algunos momentos de esta semana en el índice holandés TTF. Y es que ahora hay más oferta que demanda, y las reservas europeas superan el 90% (Francia, 99,7%; Alemania, 97,5%; España, 93%; Holanda, 92%), informa FT.

Y, al tiempo que no hace falta usar tanto gas para calefacción ni para la luz, está aumentando el consumo y la producción de energías alternativas en este contexto, como las renovables. Según un análisis realizado por la consultora Ember, citado por Financial Times, se ha producido un aumento anual récord en la generación de electricidad solar y eólica en toda la UE entre marzo y septiembre.

Financial Times también destaca la reducción en el consumo de gas por parte de los consumidores industriales y domésticos, no solo relacionada con el clima templado. En las últimas semanas, el uso industrial de gas en Alemania ha sido entre un 20% y un 25% menor que hace un año, mientras que su producción en el sector fue un 2,1% más alta en agosto año tras año. El consumo de gas de los hogares alemanes se ha reducido en cantidades similares, ya que las familias compiten para ver cuánto tiempo en otoño pueden pasar sin encender la calefacción.

El 24 de noviembre hay un nuevo consejo extraordinario de ministros de Energía, en Bruselas, donde se espera la aprobación de las medidas ya propuestas por la Comisión, las más fáciles de digerir para todos porque no incluyen el tope al precio del gas: el sistema de compras conjuntas de un 15% de las reservas de gas de los Estados, que debería entrar en vigor tras este invierno; la puesta en marcha de un índice complementario al TTF holandés que refleje mejor el precio del gas natural licuado GNL) en la UE, que se espera para abril; un sistema para frenar la volatilidad intradía en ese índice –a la manera de los mercados bursátiles– o un mecanismo de solidaridad entre países necesitados de gas.

Mientras tanto, si siguen las reservas llenas, el otoño sigue siendo cálido y se mantiene la caída del consumo de gas, será difícil que el debate sobre el tope al precio del gas recupere terreno en la UE.