“Aquí antes había una oficina de la Seguridad Social”. Esto que dicen ya en la localidad de Móra d'Ebre, en la provincia de Tarragona, puede multiplicarse por decenas en poco tiempo si no aumentan los trabajadores del organismo público. Es lo que denuncian desde hace años los sindicatos y temen desde el propio Ministerio de la Seguridad Social, donde reconocen que la falta de personal tras años de recortes y ante las numerosas jubilaciones ha puesto en jaque a una amplia red de oficinas del INSS (Instituto Nacional de la Seguridad Social). El Ministerio considera que un tercio del total, 137 centros que atienden a los ciudadanos en trámites básicos como la jubilación o las prestaciones de incapacidad, está en “riesgo de cierre”.
Así lo indican datos del Ministerio a los que ha tenido acceso elDiario.es y que detectan dos tipos de oficinas con problemas dentro de la red pública. Por un lado, los centros del INSS considerados en “riesgo de cierre”, 137 oficinas, que cuentan con “tres o menos trabajadores”. Suponen un tercio del total, el 33%. Por otro lado están las oficinas de la Tesorería General de la Seguridad Social (TGSS), que se encargan de gestiones referentes a la afiliación, cotización, recaudación y aplazamientos, entre otras. El Ministerio detecta otro numeroso grupo de centros, 138 oficinas de la Tesorería, que presentan “dificultades para funcionar” al disponer de seis o menos empleados. Aquí, el porcentaje de centros en peligro se sitúa en el 29%.
En el Ministerio que dirige José Luis Escrivá destacan la “función vertebradora” de la Seguridad Social, tanto en la vida de los ciudadanos, a los que acompaña a lo largo de los años mediante distintas fórmulas de protección social, como en el conjunto del territorio. La “capilaridad” de las oficinas, enfatizan en el organismo, ha funcionado como un buen elemento contra la llamada España Vacía, que ahora está en peligro en varias zonas, como muestra el siguiente mapa.
Lo que de momento es una alarma preventiva para muchos municipios del Estado, que puede evitarse con el refuerzo del personal, en algunas oficinas ya es una realidad. Es el caso de Móra d'Ebre, donde la Seguridad Social ya ha anunciado que clausura de forma definitiva la oficina del INSS. El centro que daba servicio a la Ribera d'Ebre, el Priorat y la Terra Alta cerró durante la pandemia en principio de manera temporal, pero ya no reabrirá debido a la falta de personal. Ahora sus ciudadanos deberán acudir a hacer sus trámites a Reus o Tortosa. También se han cerrado de manera permanente las oficinas de Moratalaz y Manuel Becerra, en Madrid.
En total, los datos de la Seguridad Social indican que hay una treintena de oficinas del INSS cerradas, la gran mayoría de ellas “en 2020 y 2021”, según fuentes del organismo. Junto a las tres mencionadas que se han clausurado de manera definitiva, otros muchos centros –14 de ellos– por el momento cuentan con cierres “temporales”, como Amurrio, Xixona y Sigüenza, entre otras localidades. Seis oficinas solo abren algunos días, porque comparten ya trámites con otros centros y, por último, siete oficinas están cerradas a la atención presencial y atienden “telefónicamente”.
Jubilaciones constantes y muchas más en breve
La última gota que a veces motiva el cierre de una oficina es la jubilación de un solo empleado o empleada. Algo que ocurre con frecuencia en una plantilla con una edad media de 55 años. Solo el 5% de los trabajadores tiene menos de 40 años. La escasez de personal es tal, como muestra la amplia red de oficinas con tres o menos empleados, que algunos centros no pueden continuar ante la salida de un trabajador o se ven con serias dificultades para hacerlo, con mucha carga de trabajo para los compañeros que se quedan.
“En muchos centros las vacaciones o una cosa tan normal como una baja de un empleado son un problema, no se puede mantener el servicio”, explica Nacho Galán, responsable de CCOO en la Seguridad Social. “La situación es caótica y la gente está muy quemada, lo llevamos advirtiendo mucho tiempo”, prosigue el responsable sindical.
Martín Lanzas suele recibir siempre el mismo mensaje desesperado cuando visita gran parte de las oficinas del INSS. “¿Va a venir alguien? ¿Van a mandar a alguien?”, explica el responsable de UGT en la Seguridad Social. “La situación es desesperada”, lamenta.
Lanzas subraya que el envejecimiento de la plantilla es un factor conocido y su retiro un hecho previsible ante el que se puede orquestar fácilmente una respuesta planificada, al menos para mantener el personal del organismo, algo que no se ha hecho. De nuevo, los tambores avisan de numerosas salidas en un futuro inmediato: se prevé que un 10% de la plantilla se jubile en los próximos tres años. En total, hay algo menos de 25.000 trabajadores en la Seguridad Social, después de que el personal haya perdido a un 20% de sus efectivos en la última década. En 2011, la plantilla superaba las 30.000 personas.
Fuentes del Ministerio de la Seguridad Social reconocen la necesidad de reforzar el personal. Lo ideal sería recuperar los niveles de trabajadores de hace una década, pero indican que los avances tecnológicos y la digitalización permitirían que el organismo funcionara “adecuadamente” con un número menor de trabajadores gracias a las ganancias de eficiencia alcanzadas mediante la tecnología y “siempre que se realicen cambios organizativos”.
Desde el Ministerio adelantan que “se está trabajando en esta propuesta siguiendo las recomendaciones del Pacto de Toledo”, en las que el conjunto de partidos políticos han defendido que es necesaria una reorganización de la Seguridad Social, compuesta hoy por varios organismos y estructuras diferenciadas, de manera que se cree una agencia única. EL Pacto de Toledo también respaldó la necesidad de ampliar la plantilla.
Un peor servicio al ciudadano
Los sindicatos urgen al Gobierno a pasar de las palabras a los hechos. CCOO y UGT piden que el Ejecutivo de coalición muestre que no “deja caer” la Seguridad Social, como ha ocurrido en los últimos años y se evidencia en estas cifras. Los representantes de los trabajadores reclaman medidas reales, como convocatorias suficientes para el ingreso de personal en las próximas ofertas de empleo público, así como comenzar ya el proceso de reorganización de la Seguridad Social para optimizar sus recursos.
La Seguridad Social ha aumentado además en 2020 sus funciones, con la inclusión del ingreso mínimo vital (IMV) entre sus responsabilidades. El inicio de su tramitación ha mostrado el delicado estado de la plantilla, ya que el Ministerio tuvo que recurrir a un apoyo de personal externo a través de la empresa Tragsa y sumar un refuerzo de 1.050 interinos. Una medida temporal, ya que sus puestos no son estables, con una duración máxima de 36 meses.
“Si no aumentan las ofertas públicas de empleo, vamos a tener que enterrar a la Seguridad Social de inanición”, advierte Nacho Galán. Los ciudadanos ya están comprobando qué ocurre cuando se vacía de personal el organismo. Qué resulta de la merma del personal: los cierres de oficinas, los periodos cada vez más largos para pedir una cita presencial, la imposibilidad ya de que te atiendan en muchos centros, las horas al teléfono intentando dar con un trabajador del organismo público...
“Así no se puede dar un buen servicio y no es algo que haya ocurrido solo por la pandemia. Ocurría ya antes, donde en Madrid daban citas previas con mes y medio”, afirma Martín Lanzas. Gustavo (nombre ficticio) cuenta a elDiario.es la “odisea” para conseguir una tarjeta sanitaria europea en los meses de enero y febrero de este año en Lanzarote. La oficina del INSS de referencia no atendía de manera presencial, como recordaba una vigilante en el exterior del centro cerrado, que emplazaba a los ciudadanos a que llamaran por teléfono. “Por teléfono no atendían... Horas llamando y nada... Casi no conseguimos la tarjeta a tiempo”, explica.
“Tradicionalmente la Seguridad Social era una administración amable, la gente ha sido muy bien atendida y ahora lo que tenemos es un policía en la puerta que no te deja entrar”, llama la atención Lanzas, como ejemplo del deterioro del organismo. El representante de UGT pide al Ministerio que, aunque apueste por la digitalización, no confíe todo a un “futuro idílico tecnológico”: “Hay que planificar cómo llegar a ese futuro, pero hay que atender al presente. Ahora a la gente no se la puede atender bien. Eso no podemos obviarlo”.