El año ha comenzado con la amenaza de paralización de las obras del Canal de Panamá porque las constructoras exigían al Gobierno del país el pago de un sobrecoste de 1.600 millones de euros. Podría parecer un caso aislado, pero los expertos indican que el aumento de los presupuestos iniciales es algo habitual en las grandes obras.
Bent Flyvbjerg, profesor de la Universidad de Oxford, estudió 258 proyectos en 20 países de los cinco continentes y concluyó que el 90% de ellos habían visto aumentado el precio inicial por el que se adjudicaron. Sin embargo, hay cifras asumibles y otras que pueden hacer aumentar el precio de la construcción de forma espectacular.
Los sobrecostes no sólo se encuentran fuera de nuestras fronteras. En España, grandes construcciones han visto incrementado el desembolso final. Juan José Ganuza, profesor de la Universidad Pompeu Fabra, señala que el pago de sobrecostes se trata de una práctica habitual entre los grandes proyectos españoles. Estos son algunos ejemplos de grandes desviaciones presupuestarias:
Túneles de la M-30. La cifra inicial de las obras de soterramiento en Madrid de la M-30 era de 1.700 millones de euros en 2004. Sin embargo, el proyecto estrella del exalcalde Alberto Ruiz-Gallardón, hoy ministro de Justicia, pronto comenzó a aumentar. Un año más tarde, la adjudicación del contrato a ACS y Ferrovial fue por 2.500 millones, aunque posteriormente se dijo que finalmente fueron 3.500 millones porque había que sumar el IVA.
La escalada no terminó ahí: el Gobierno local aseguró que el gasto había sido de 5.600 millones. Desde la oposición en el consistorio apuntaban que a este dato habría que sumar los intereses, por lo que estiman el desembolso total en 10.406 millones de euros.
La Gran Excavación de Boston. En esta gran urbe estadounidense se llevó a cabo una megaobra (que probablemente inspiró al ayuntamiento madrileño) con la que se quería soterrar la autopista que pasaba por encima de la ciudad, junto con otros proyectos como la construcción de un túnel por debajo del puerto. La fase de estudio comenzó en 1982, pero la construcción no se inició hasta 1991 y no finalizó hasta 2007. Además de los retrasos en su ejecución, también hubo inexactitudes en las cifras.
El proyecto –que inicialmente se iba a completar en 1985– tenía un presupuesto de 2.500 millones de dólares. Cuando finalizó la obra, el desembolso había sido de 14.600 millones de dólares, que al nivel de precios de 1982 hubieran representado 8.080 millones.
AVE Madrid-Barcelona. La construcción del tramo de tren de alta velocidad entre Madrid y Barcelona tuvo un sobrecoste del 31%, según el Tribunal de Cuentas. Las obras constituyeron un gasto de 8.966,7 millones de euros frente a los 6.822,83 millones por los que se habían adjudicado.
Así, cada kilómetro de los 621 que unen las dos ciudades costó de media 14,44 millones de euros. Un sobrecoste que el organismo atribuyó a “modificaciones de los contratos, de las obras complementarias y de emergencia, a las revisiones de precios y a las liquidaciones adicionales”.
Variante de Pajares. En 2003, el Gobierno licitó la conocida como Variante de Pajares con el objetivo de llevar el AVE a Asturias. Con Francisco Álvarez Cascos como ministro de Fomento, el Consejo de Ministros autorizó la contratación del proyecto y la obra en cuatro tramos, que en su conjunto suponían 1.085,5 millones de euros y un plazo de ejecución de cinco años. Diez años después, sin embargo, la obra sigue sin finalizar y el gasto asciende a unos 3.200 millones de euros.
Los túneles debían abrir paso por debajo de los Picos de Europa, pero los problemas derivados de la perforación de los acuíferos subterráneos lo paralizaron. En opinión de algunos expertos, faltaban estudios previos en una obra en la que han estado involucradas las principales constructoras españolas, como FCC, Acciona, Sacyr, Dragados o Ferrovial, junto con otras como Constructora-Hispánica.
El túnel del Canal. El Eurotúnel une los 50 kilómetros que separan Gran Bretaña de Francia –39 de ellos, bajo el agua– y permite el tráfico ferroviario. El precio final del proyecto tuvo un sobrecoste del 80%, que ascendió hasta un 140% si se tiene en cuenta la financiación, según los datos de Flyvbjerg.
Otro estudio elaborado por el experto Ricard Anguera sobre la evaluación poseconómica del proyecto revela que los costes de construcción del túnel se habían doblado desde los 4.700 millones de libras (6.000 millones de euros) estimados por el consorcio de construcción a su inicio hasta los 9.500 millones finales (11.500 millones de euros).
Terminal 4 de Barajas. La construcción de la nueva terminal del aeropuerto Madrid-Barajas representó un desembolso de 6.200 millones, una cantidad muy superior a la que se había manejado cuando en 1999 se estimó un presupuesto total de 1.033 millones de euros para la nueva terminal, el soterramiento de la M-11 y el aparcamiento.
No obstante, los bailes de números comenzaron incluso antes de empezar las obras, cuando Aena adjudicó a ACS y FCC el concurso para construir la terminal por 541 millones de euros, el triple de lo previsto, un hecho que se justificó por el aumento de superficie. Las alzas continuaron y en 2004, con Magdalena Álvarez como ministra de Fomento, la cifra total ya alcanzaba los 4.500 millones de euros.
Instalaciones olímpicas de Londres. El coste de las infraestructuras de los Juegos Olímpicos de la capital británica se presupuestó en su momento en 4.300 millones de libras, pero finalmente se acabaron pagando 16.600 millones. No es el único caso de sobrecostes en este tipo de eventos. En el caso de los celebrados en Montreal en 1976, el gasto final fue doce veces superior al que se había estimado inicialmente.
La línea 9 del metro de Barcelona. Esta línea del suburbano iba a ser la más larga del mundo al unir Badalona con el aeropuerto de El Prat. El presupuesto inicial fue de 2.500 millones de euros, pero se ha disparado hasta unos 6.000 millones, en parte debido a los hundimientos que se produjeron en el barrio de El Carmel, y la línea no se ha llegado a finalizar.
Túnel del Gran Belt. En Dinamarca, en los años 90, para unir las islas de Fionia y Selandia, que hasta entonces se comunicaban mediante un ferry, se construyó una gran infraestructura que combinaba un puente para los automóviles con un túnel subterráneo para el tren. En este proyecto, el sobrecoste de la obra fue de un 120% en términos reales sobre el presupuesto estimado para el que es el segundo túnel ferroviario subacuático de Europa.