Un año después de la llegada al poder de Fidel Castro, en 1960 Cuba decidió nacionalizar empresas extranjeras, subir los impuestos a las importaciones procedentes de Estados Unidos y afianzar relaciones con la Unión Soviética. Dwight Eisenhower respondió con un bloqueo comercial y cerrando toda relación diplomática. Más de medio siglo después, Raúl Castro y Barack Obama dan pasos para revertir y normalizar sus relaciones. El desbloqueo económico de un país aislado durante más de cincuenta años supone una gran oportunidad de negocio, no exento de claroscuros.
Estados Unidos ya ha desembarcado en Cuba y son varios sectores a los que el gobierno de Raúl Castro quiere que fluyan las inversiones extranjeras. Agricultura, energía y la producción de azúcar están marcados en rojo, pero el turismo y el transporte también sobresalen como áreas por impulsar. El lento avance de las regulaciones, todavía lejos del libre mercado estadounidense y las barreras provenientes del embargo que requieren tiempo para cambiar ralentizan la llegada de cambios. Ni siquiera Obama lo ve claro todavía, manteniéndose a la espera de avances (también en materia de derechos humanos) para hacer una visita a Cuba que ponga la firma definitiva a uno de sus mayores legados en la Casa Blanca.
Los obstáculos para EEUU, que prácticamente ha tenido que empezar de cero en muchos aspectos, contrastan con el papel español en el país caribeño. Con una larga trayectoria en la isla, España es el tercer socio comercial y primer inversor europeo en Cuba, con una posición consolidada desde hace tiempo y una comunidad de residentes españoles que a principios de 2015 alcanzaba oficialmente los 120.000. Pero la fuerte presencia en la isla no evita las dudas sobre cómo absorberá al socio estadounidense, si podrá competir contra él y si esta llegada será una maldición o bendición para los intereses españoles en Cuba.
España se centra en el turismo cubano
Si hay un motivo por el que el turismo está en la segunda línea de prioridades de inversión en Cuba es sobre todo por la hegemonía de España en el sector. Concretamente, doce cadenas hoteleras españolas gestionan el 40% de las plazas de alojamiento en el país. En los complejos de cuatro y cinco estrellas, el dominio es aplastante: un 90%.
Pero para alcanzar esta posición, las compañías españolas tuvieron que sacrificar el tener relaciones empresariales con Estados Unidos. Así lo dictaba la Ley Helms-Burton, aprobada por Bill Clinton en 1996 y por la que tratar con Cuba vetaba hacer negocio en EEUU, además de ser sometido a represalias legales como la prohibición de entrada a los dirigentes de las compañías. Básicamente, era elegir entre hacer negocio con Cuba o con Estados Unidos.
La nueva realidad de la isla tras el deshielo promete un boom no solo en la economía, que por lo pronto ya ha crecido un 4%, sino también en el número de turistas, que subió un 15% en 2015 respecto al año anterior, según las cifras que maneja el ministro de Economía cubano, Marino Murillo. El total de tres millones de visitantes en 2014 parece ser una cifra nimia en comparación a lo que viene. Según un informe del FMI, el deshielo en las relaciones animaría hasta a cinco millones de estadounidenses a disfrutar de este paraíso caribeño. A estos habría que sumar los viajeros de otras procedencias.
El Estado cubano, propietario de todos los hoteles de la isla -aunque cede la gestión a otras compañías-, sabe que a día de hoy no podría afrontar semejante aumento en el número de turistas,y por ello ya ha proyectado un plan de creación 24.000 plazas hoteleras más para 2020.
Cadenas españolas como Meliá, Iberostar o Blau Hotels se frotan las manos ante el aumento de la demanda y se preparan para presentar todos los nuevos proyectos necesarios. Meliá Hotels International, que gestiona una quinta parte de las plazas de hotel en la isla, ya tiene en mente nuevos hoteles para el futuro que ampliarán su cartera en 2.000 habitaciones más. Además, el hecho de haber apostado por Cuba pese a la Ley Helms-Burton les da ahora una posición prioritaria para hacerse con los contratos. Asimismo, los países colindantes también suben su interés, puesto que de forma indirecta los cálculos apuntan a un aumento del 10% en el número de viajeros a todo el Caribe.
La posición española en la zona, centrada en el turismo, permite incluso a diplomáticos como Jaime García-Legaz, secretario de Estado de Comercio, atribuir a España durante un encuentro con la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba un papel histórico y beneficioso para la isla caribeña. Especialmente, y según sus palabras, el haber “limpiado las cámaras de mercaderes, de empresarios de pacotilla, que iban a La Habana porque aquello es muy alegre. Ahora la gente que va a Cuba es gente seria”.
En la misma línea, al término de su última visita a Cuba, José Manuel Soria, ministro de Industria, Energía y Turismo, resumió el sentir general de los empresarios españoles con intereses en la isla declarando que “no tenemos ningún temor” ante la llegada del dinero de Estados Unidos. Además, quiso remarcar que “las empresas españolas están acostumbradas a competir en todo el mundo”. El argumento de Soria se sustenta en que un restablecimiento de las relaciones entre la Administración Obama y la de Castro “es bueno para Cuba, para Estados Unidos para todos”.
EEUU se diversifica para dominar la zona
Rogelio Núñez, profesor del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá, es pesimista con las perspectivas de España en la isla. Para el académico, “va a seguir teniendo su papel, pero por ejemplo las empresas españolas y pymes que lleguen ahora a Cuba no van a ser protagonistas. Por tradición histórica, cercanía y potencia, EEUU será un factor decisivo y se hará con el pastel. Además, ahora se van a retirar de la isla países que tenían importancia como Venezuela, y eso al final se convertirá en una pugna entre EEUU y China”.
La plena confianza en el crecimiento del turismo y la solidez de España en un sector relevante para Cuba contrasta con la menor presencia en otro ámbitos. Y es ahí, en los sectores menos explotados y con mayor margen de crecimiento donde Estados Unidos está apostando más fuerte, dejando un poco de lado el turismo para abrirse paso en segmentos como comunicación, agricultura, energía o alimentación. En el siguiente gráfico se puede ver cuáles son los ámbitos más atractivos para los inversores.
Son varios los ejemplos de empresas estadounidenses potentes que no han dudado en apostar por la isla caribeña para sus negocios en los sectores más con mayor futuro. La censura y el alto coste han convertido Internet en un derecho exclusivo para una pequeña parte de la población. La operadora estadounidense Verizon ha visto un negocio rentable y se ha lanzado al mercado cubano de la mano de Etecsa, la única compañía de telecomunicaciones del territorio y propiedad del Estado. Por el momento ofrecen servicios de 'roaming' a sus usuarios pero entre sus planes podría estar desplegar Internet en la isla.
En la misma línea de telecomunicaciones está IDT, que también alcanzó un acuerdo con Etecsa en materia de llamadas telefónicas. Incluso uno de los buques insignia americanos, Apple, ya comercializa algunos de sus productos en la isla aunque con ciertas restricciones.
En alimentación ya son varias las cadenas que, si bien ya comerciaban en cierto modo con Cuba, ahora pueden aumentar las cantidades ante la reducción de restricciones en varios campos. Para hacerse una idea, cada año las empresas del sector venden alrededor de 350 millones de dólares anuales a Cuba. La agricultura, con gran interés en el levantamiento del embargo para abrir una nueva ventana de negocio, también se posiciona fuertemente en la zona. Empresas como Cargill, agrícola estadounidense, ya han anunciado fuertes inversiones y un aumento en sus ventas para, según ellos, “vender los mismos productos mucho más baratos”.
Transversalmente las finanzas van a crecer, y dos gigantes como MasterCard y American Express no han perdido el tiempo. En enero de 2015 MasterCard ya anunció que comenzaría a gestionar transacciones con sus tarjetas de crédito en Cuba, para así posicionarse como la mayor compañía de crédito de Cuba. American Express por el momento solo permite que las tarjetas expedidas en Estados Unidos sean usadas, pero esperan que en el futuro, cuando esté implementado y generalizado el uso de las tarjetas por parte de los propios ciudadanos cubanos, se pueda ampliar el espectro.
La diferencia en las estrategias parece clara. Mientras España se centra en el turismo, donde cuenta con la experiencia y el poder necesarios para sobrevivir a la llegada de Estados Unidos, es en otros sectores donde los norteamericanos adelantan a los españoles. Ahí se muestran dispuestos a aprovechar los años de cierre de Cuba al exterior para posicionarse y ser los nuevos dueños de todos los sectores -excluido turismo por el momento- de la economía cubana.