El teletrabajo habitual, el que alcanza más de la mitad de los días de la semana, vuelve a aumentar en España este año por primera vez después de su continua caída tras la pandemia. Llevaba en decadencia desde principios de 2021, pero en los dos últimos trimestres esta modalidad más frecuente de trabajo a distancia se ha incrementado, según refleja la Encuesta de Población Activa (EPA). Entre abril y junio de este año, un 7,3% de los ocupados afirmó que trabajaba más de la mitad de los días desde su domicilio, alrededor de 1,5 millones de personas.
La COVID supuso la irrupción acelerada del teletrabajo en España, que en ese momento estaba al alza pero todavía era muy minoritario e inferior a la media europea. En 2019, solo un 3,5% de los trabajadores en España afirmaba trabajar algunas veces desde casa y un 4,8% respondía que lo hacía habitualmente, frente al 9% y 5,4% de la Unión Europea, respectivamente.
El virus implicó el traslado forzoso de miles de trabajadores a sus casas, alcanzando el máximo de casi el 20% de ocupados que trabajaron desde sus domicilios, uno de cada cinco. Cuando pasó lo peor de la pandemia y se fueron levantando las restricciones, muchas empresas y administraciones públicas recuperaron la presencialidad en los centros de trabajo, que se reflejó en dos tendencias: por un lado, descendía el trabajo desde casa más frecuente (el que abarca más de la mitad de los días de la semana), mientras que por otro ganaba terreno el teletrabajo “ocasional”.
La tendencia a la baja parece haberse revertido en los últimos trimestres: tras un primer aumento en el arranque de 2023, este no ha sido puntual y se ha mantenido entre abril y junio.
Aunque numerosos empleadores prefirieran volver a las oficinas tras la pandemia, muchas empresas habían puesto en práctica el teletrabajo por primera vez y habían comprobado que era factible funcionar en remoto. Además, en general las plantillas han visto con buenos ojos esta posibilidad, que ahorra tiempo y dinero en desplazamientos y facilita en ocasiones la conciliación, por lo que algunas compañías que revirtieron el teletrabajo solo lo hicieron en parte, manteniendo la posibilidad de trabajar algún día desde casa.
“Había empresas que entendían que era necesario volver a reunirse, y también había otras que vieron la nueva regulación del trabajo a distancia como una amenaza”, explica Javier Blasco, director de The Adecco Group Institute, especializada en el mundo laboral y los Recursos Humanos. La norma aprobada en septiembre de 2020 amplió la regulación existente sobre teletrabajo, obligando a las compañías a pagar una compensación de gastos, entre otras medidas.
El teletrabajo más frecuente se redujo así progresivamente del 16% en el segundo trimestre de 2020 al 6,4% a finales de 2022, mientras que el ocasional experimentó el efecto contrario, aumentando del 2,9% al 6,1%. Hasta 2023, que ha alterado esta evolución: el teletrabajo ocasional ha seguido creciendo pero también lo ha hecho, como novedad, el trabajo desde casa durante la mayor parte de la semana.
El resultado de este doble empuje sitúa el teletrabajo total en su nivel más alto desde el fin de las restricciones por la pandemia, casi un 14% de los trabajadores, 2,9 millones de personas ocupadas.
Un 'gancho' para retener y atraer trabajadores
Uno de los factores que explican el auge del teletrabajo más habitual señala a un reciente reto para algunas empresas, “la retención y atracción de talento”, explica Javier Blasco. España experimenta un gran auge de las vacantes en trabajos digitales en España y un mayor tirón del empleo en sectores de alto valor añadido, como las profesiones científicas y técnicas, con gran parte de puestos teletrabajables. Adecco estima que hay alrededor de “un 30%” de potenciales teletrabajadores en el país.
En un momento en el que algunos sectores dicen tener problemas para encontrar o retener empleados, el teletrabajo se convierte en una exigencia de muchos profesionales. Sobre todo en sectores tecnológicos, “pero no solo”, en Adecco sostienen que “mucha gente se planta si no hay posibilidad de teletrabajo”. También al revés: aceptan una determinada oferta de empleo porque permite el trabajo en remoto.
“Las solicitudes de teletrabajo, pero también de flexibilidad horaria, están obligando a las empresas a abrir la mente”, apunta Blasco. Aquellas que pueden implantarlo se abren a habilitar la opción del trabajo desde casa ciertos días, así como a entrar un poco antes o más tarde, o aceptar ciertas interrupciones en la jornada para compaginar el trabajo con otras necesidades, “como llevar a los hijos al colegio o ir al gimnasio”, dice el director de The Adecco Group Institute.
Por sexos, el auge del trabajo desde casa respecto al periodo prepandemia alcanza más a las mujeres, que han pasado a superar a los hombres teletrabajadores. El trabajo a distancia está posibilitando en algunos casos una mejor conciliación, pero uno de sus riesgos es que recaiga de nuevo principalmente en las mujeres.
“Estamos detectando, sobre todo en grandes empresas, trabajadoras que pasan de tener una reducción de jornada al teletrabajo. ¿Es un avance en conciliación? En paridad no, porque el cuidado sigue en sus manos, pero antes cobraban menos y ahora están percibiendo el 100% de su salario”, explica José Varela, responsable de Digitalización de UGT, que cree que los planes de igualdad en las empresas deberían analizar esta cuestión. En Adecco también han observado este traspaso de las mujeres cuidadoras en jornadas parciales a fórmulas de teletrabajo, sobre las que Blasco llama la atención para que no “penalicen” a las trabajadoras de nuevo con “dobles jornadas”: la laboral y la de cuidados.
Más acuerdos en el sector público y privado
Otra de las causas del empuje del trabajo a distancia en 2023 pasa por un aumento de los acuerdos para ponerlo en marcha, añade el portavoz de UGT. “Muchos ayuntamientos y comunidades autónomas que no tenían acuerdos de teletrabajo los acaban de suscribir en los últimos meses y eso también está tirando muy hacia arriba el porcentaje”, explica José Varela. Por ejemplo, el decreto aprobado este verano por el Gobierno vasco o el reglamento municipal aprobado en Cáceres, entre otros.
“También hubo un punto de inflexión, hacia otoño de 2022, cuando nos dimos cuenta de que la cosa empezó a cambiar, que había mucha presión por introducir acuerdos de teletrabajo en los convenios colectivos”, dice el responsable de Digitalización de UGT. “En 2020, solo había 40 convenios con cláusulas de teletrabajo. En 2022, hemos pasado a superar los 150 y, en lo que va de año, llevamos unos 100 y la cifra lleva algo de retraso”, añade.
Varela subraya que la práctica ha ido también eliminando ciertos temores de algunos empleadores. “La gran excusa eran los costes”. “Muchas empresas decían que iba a ser muy complicado fijar esas cuantías de compensación de gastos. Pero están saliendo adelante. Es objeto de negociación, pero no de conflicto”, apunta el sindicalista.
Hay que decir que, en otras muchas ocasiones, el teletrabajo ha logrado prosperar a costa de la cesión de derechos por parte de la plantilla, sin que la empresa compense los gastos ni proporcione el material. Así lo apunta un reciente estudio sobre teletrabajo de la Comunidad de Madrid, la región con más teletrabajadores del país y en la que más ha aumentado esta práctica, seguida de Catalunya.
Por otro lado, aunque hay casos de teletrabajo total, al 100% de los días de la semana, algunas compañías que lo practicaban –incluso las grandes tecnológicas– lo están revirtiendo para implantar formatos más híbridos, en los que la plantilla se junta algún día en las oficinas. Esto ofrece más oportunidades de que el empleado se sienta parte de la compañía, indica Javier Blasco, frente a posibles fichajes de empresas competidoras.
Del lado de los trabajadores, en los sindicatos recuerdan que existen riesgos vinculados al teletrabajo, por el aislamiento, las extensiones de jornadas, la falta de desconexión y los daños en la salud mental de las plantillas, por lo que también se suelen inclinar por las fórmulas mixtas que compaginan ciertos días en la oficina y otros en casa.