El teletrabajo en pandemia: de prioridad en la primera ola a apenas recomendado contra los rebrotes
La pandemia convirtió los salones, habitaciones e incluso cocinas de muchas personas en sus “oficinas” por primera vez. El teletrabajo irrumpió de golpe en multitud de hogares en la primera ola de la pandemia, cuando el Gobierno decretó el estado de alarma, confinó a la población y recomendó el teletrabajo siempre que fuera posible entre las primeras medidas para frenar el virus. Poco a poco la desescalada y, por último, la “nueva normalidad” que nos envuelve desde junio han llevado al teletrabajo a una segunda o tercera línea en la batalla contra el coronavirus, de la que no ha salido pese a los rebrotes y el gran número de casos que acumulan algunos territorios.
Es cierto que el trabajo a distancia ha sido regulado muy recientemente, tanto en el sector privado como en el público, lo que desde el Ministerio de Trabajo se interpreta como una manera clara de “fomentar” su uso desde el Ejecutivo. La legislación establece que el teletrabajo es voluntario, por lo que no hay un derecho a teletrabajar sino que debe ser acordado entre empresa y empleado, aunque las personas que tengan que cuidar a un familiar dependiente sí tienen un derecho preferente a él, recogido en el Plan Me Cuida. Pero las autoridades sanitarias ya no priorizan ni recomiendan el teletrabajo para cercar el virus, como ocurrió en otras fases de la pandemia, y el presidente del Gobierno y los ministros tampoco lo mencionan especialmente ni destacan en sus discursos públicos como sucedía en primavera.
Las medidas de contención del virus en esta fase de la pandemia se están centrando en los contextos de ocio y en el ámbito familiar y personal, donde Sanidad insiste en que se produce el mayor número de contagios. Los discursos políticos están incidiendo en esa línea, con llamadas a la responsabilidad individual de la ciudadanía para evitar contactos sociales “innecesarios” e, incluso, con peticiones a la población para que se quede en casa, pero no hay llamamientos a las empresas para que mantengan o faciliten el teletrabajo.
El último Acuerdo del Consejo Interterritorial de Salud del pasado 30 de septiembre es un ejemplo de ello. Presidido por el ministro Salvador Illa y con la presencia de los consejeros de Sanidad de las distintas Comunidades, la mayoría acordó una serie de limitaciones para las zonas más afectadas por los contagios, que incluyen restricciones de movimientos para salir y entrar de los municipios, así como reducciones de aforos y limitaciones de horarios en hostelería y establecimientos comerciales, además de ceñir la agrupación de personas a un máximo de seis, salvo en algunos casos. Una de las excepciones que permite reuniones más numerosas es el desarrollo de “actividades laborales”. En el acuerdo no se menciona el teletrabajo, ni entre las medidas obligatorias ni tampoco entre las recomendaciones.
En el Ministerio de Sanidad recuerdan a elDiario.es que el documento resultante del último Consejo Interterritorial “es un acuerdo de mínimos concreto dirigido a controlar la situación epidemiológica actual y controlar la curva, que más adelante cada Comunidad puede implementar”. Además, añaden que en el Plan de Respuesta Temprana se incluyen otras medidas y hay también guías específicas, como un Procedimiento de Actuación para los Servicios de Prevención de Riesgos Laborales. En el mencionado Plan, solo se apuesta por “fomentar el teletrabajo” en los casos de brotes del virus en centros laborales y en el segundo documento se menciona simplemente “contemplar posibilidades de redistribución de tareas y/o teletrabajo si fuera necesario”, como una opción de medida preventiva.
Por otro lado, el decreto que rige la situación de 'nueva normalidad' que vivimos recoge que se deben “adoptar medidas para la reincorporación progresiva de forma presencial a los puestos de trabajo y la potenciación del uso del teletrabajo cuando por la naturaleza de la actividad laboral sea posible”. El teletrabajo perdió además su “carácter preferente” frente a los ERTE, medida de los primeros meses de pandemia que ha perdido ya su vigencia.
Útil para reducir las interacciones
Jacinto supera los 60 años, uno de los colectivos definido por Sanidad como “vulnerable” a la COVID-19, y está empleado en una gran multinacional en Madrid. Desde marzo y durante el verano, teletrabajó desde su domicilio. Era la primera vez que lo hacía y la empresa le facilitó los medios para ello. En septiembre, la compañía ordenó a sus empleados la vuelta a las oficinas, para lo que se han adaptado los puestos de trabajo de manera que se cumplan las distancias entre los compañeros y les facilitan mascarillas. A diario, Jacinto toma el tren de Cercanías desde un municipio de la periferia madrileña para acudir a su centro de trabajo en la capital y, al tener horario partido, sale a comer con sus compañeros. “No somos más de cinco”, apunta.
“Si es posible el teletrabajo, es mejor hacerlo”, afirma Ildefonso Hernández Aguado, catedrático de Salud Pública de la UMH y exdirector General de Salud Pública. El experto señala varios motivos para ello. “En primer lugar, porque reducir cualquier interacción es bueno aun en zonas donde el riesgo parezca bajo”, apunta. Hérnandez Aguado añade que hay que tener una visión mucho más amplia en la contención del virus que nos permita “vivir con la pandemia”: “Todas y cada una de las medidas son importantes, aunque cada una contribuya a una parte pequeña de la contención. En conjunto, todas pueden hacer que sea viable la convivencia con el virus. Siempre lo digo: no vamos a ganar el virus por una medida muy drástica, sino por varias, por un cambio sistémico en la sociedad”.
Daniel López Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS, considera que “no ha habido suficiente énfasis en el aliento del teletrabajo en esta fase” de rebrotes del virus. En su opinión, “todas las actividades que puedan realizarse sin que se produzca un contacto estrecho de personas es preferible que así sea, porque es positivo para frenar la transmisión”.
López Acuña recuerda que las zonas más afectadas por los rebrotes son en general barrios con menor nivel de renta, peores condiciones de vida y en los que su población suele estar empleada en ocupaciones del sector servicios que no permiten el teletrabajo. Pero, al igual que Ildefonso Hernández, considera que para ganar terreno al virus son necesarias una red de medidas amplias que contribuyan a evitar las interacciones, tanto en las regiones más afectadas como aquellas que conviven con niveles de incidencia más bajos.
Algunas empresas revierten el teletrabajo
Varias personas denunciaron en este medio que sus empresas les estaban obligando a trabajar de manera presencial en el mes de septiembre, en pleno auge de rebrotes, pese a tener la capacidad de hacerlo desde casa y haberlo implantado durante varios meses después del estallido del virus en marzo. Solo en uno de los casos denunciados, la situación en Madrid ha hecho dar marcha atrás a la empresa, pero en el resto los trabajadores han tenido que acudir de manera presencial a sus oficinas.
En los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT recuerdan que el teletrabajo también tiene sus riesgos específicos y problemas laborales asociados –como el riesgo de aislamiento, la falta de medios y los abusos que impiden la desconexión digital, entre otros– por lo que sostienen que, en la medida en que se garanticen las medidas preventivas en los centros de trabajo, es preferible la vuelta a cierta normalidad. En la patronal de hostelería han destacado en estos meses la importancia del funcionamiento de los centros de trabajo para muchos negocios para los que los desayunos y las comidas de los trabajadores son una parte fundamental de sus ingresos.
“Consideramos que hay que acometer un retorno a los centros de trabajo seguro y establecer medidas flexibilizadoras pactadas, como por ejemplo la flexibilidad a la entrada y salida”, defiende Carlos Gutiérrez, secretario de Juventud y Nuevas realidades del trabajo de CCOO. Aunque añade que el teletrabajo es una posibilidad disponible “siempre que la situación lo requiera, como puede ser el caso de Madrid por ejemplo”.
Cristina Antoñanzas, vicesecretaria general de UGT, advierte de la importancia de algunos problemas detectados en el teletrabajo aplicado en estos meses, como el incumplimiento del registro horario y la extensión de las jornadas laborales, así como una falta de medidas de prevención laboral en los nuevos espacios de trabajo en los hogares. “Son cuestiones, como la compensación de gastos, que hay que abordar desde la negociación colectiva según la nueva Ley de Teletrabajo, por lo que ahora lo que urge es impulsar esto. Lo recomendable sería empezar por grandes sectores, que puedan servir de referencia para actividades y empresas de menor tamaño”, afirma.
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