El juicio por las tarjetas black entra este lunes en un punto de inflexión con el testimonio clave del que fuera presidente de Caja Madrid entre 1988 y 1996, Jaime Terceiro. Éste ha sido responsabilizado por algunos acusados, especialmente por Miguel Blesa, su sucesor en el cargo, de haber creado el sistema de tarjetas opacas que permitía a los consejeros tener retribuciones fuera de lo aprobado en las actas. En las sesiones anteriores, los acusados y sus defensas se han referido de forma insistente a un acta del 24 de mayo de 1988 en la que se crearon las tarjetas, por lo que el testimonio de Terceiro era clave en el proceso judicial.
El testigo ha respondido durante casi a una hora a las preguntas del fiscal, Alejandro Luzón, para aclarar exactamente para qué se habían creado e implantado en Caja Madrid estas tarjetas de empresa. Terceiro se ha circunscrito al texto recogido en las actas, la mencionada de 1988 y otra posterior de 1995, en la que se explicitaba que las tarjetas eran para “gastos de representación en el desempeño de la actividad de consejero”.
El banquero ha asegurado que cualquier otra explicación sobre el uso de esas tarjetas, como los que se habían estado dando en las sesiones pasadas sobre que eran parte de la retribución, era “esotérico”. Terceiro ha apelado al “sentido común” sobre cómo era posible usar una tarjeta de empresa para otro tipo de gastos y cree que lo que sucedió es que se “envileció” un sistema creado, precisamente, para controlar los gastos de los consejeros.
En este sentido, Terceiro ha asegurado que, precisamente, en 1988 se crearon las tarjetas ya que era el método más “transparente” para garantizar qué uso se daba de los gastos de representación. El expresidente de la caja ha recordado que los registros informáticos permiten la “trazabilidad” del uso que se daba a estas dietas.
Además, Terceiro ha dicho que no se permitían gastos en fin de semana y que el secretario del consejo en aquel momento, Miguel Ángel Montero, no autorizaba algunos a los consejeros al no considerar que estuvieran justificados en la representación de su actividad. El gasto medio de las tarjetas en la época de Terceiro era de 250 euros, según su testimonio, y el límite de las mismas era de 600 euros.
Terceiro ha aclarado que todos los consejeros tenían el mismo límite en sus plásticos, que nunca se llegaba a agotar y que no se emitía pin ni se podía, por tanto, sacar efectivo. Terceiro ha reconocido que el control de estos gastos lo llevaba de forma estricta y “prudente” el secretario (ya fallecido) del consejo, que llegaba a discutir con los consejeros sobre si había que ir a hoteles “de tres o cuatro estrellas”.
También ha reconocido que había una petición constante por parte de los consejeros de aumentar sus retribuciones, que ha cifrado en 1.800 euros anuales en dietas. Precisamente, Terceiro ha insistido en que las quejas se daban en ese contexto, y no en el de lo que pasaron a ganar los consejeros bajo el mandato de Blesa, cuyas retribuciones (sin contar las 'black') eran de medio millón de euros.
La defensa de Blesa, reprendida por el fiscal
El abogado de Miguel Blesa ha sometido a un duro interrogatorio al testigo. Blesa aseguró en su turno que había sido Terceiro el que había creado las tarjetas, uno de los puntos sobre los que pivota su defensa. El abogado ha pedido amparo en numerosas ocasiones a la jueza, Ángela Murillo, asegurando que Terceiro no constestaba a sus preguntas. Tal ha sido el rifirrafe que el fiscal Luzón, conocido por su templanza, ha salido en defensa del testigo asegurando que estaba siendo “amedrentado” por el abogado que estaba abusando de él durante el interrogatorio.
Hasta 20 defensas han pedido que testificara Terceiro, y varias de ellas se sintieron aludidas por el comentario de Luzón, lo cual generó una algarada en la sala. Sin embargo, las protestas dieron como resultado que la magistrada comenzó a cortar y a puntualizar las preguntas de las defensas.
El principal punto de fricción es una frase recogida en un acta del 24 de mayo de 1988, en la que se habla de “dignificar” el sueldo de los consejeros. La defensa de Blesa ha querido ligar esta dignificación a la mejora de la retribución por la vía de los plásticos. Pero Terceiro, que ha lamentado que se quieran sacar de contexto palabras de 1988, ha recordado que en un acta de 1995 se volvió a recoger que el uso de las tarjetas era solo para “gastos de representación”.
Las defensas han intentado que se interpretara de forma diferente lo recogido en las actas, pero Terceiro ha recordado que, en cualquier caso, “una tarjeta de empresa por definición, se diga o no en el acta, solo se puede usar para gastos de representación”.
Terceiro fue especialmente duro con el hecho de que en el uso de las 'black' fueran los directivos los que fijaran los salarios y los límites de las tarjetas. En su opinión, eso es “el mundo al revés”, ya que supondría que serían los gestores los que controlaban a los consejeros, cuando la función de los consejeros es la de controlar a los gestores.
El banquero ha lamentado que se haya tratado de mancillar la reputación de todo el sector financiero y de todos los empresarios con declaraciones que se han sucedido a lo largo del juicio, donde algunos consejeros han asegurado que esas tarjetas eran habituales en otras entidades. Terceiro ha asegurado que “además de falso, se trata de oscurecer el comportamiento de gente”, que en su mayoría se ha comportado con integridad personal.
Además, Terceiro también ha mantenido que con comportamientos de falta de gobierno corporativo, como los ocurridos en Caja Madrid en los años siguientes a su mandato, habían llevado al quebranto de la entidad, a su situación de insolvencia patrimonial y al rescate del sector.