“Vivir la vida low cost significa que los trabajadores también lo son. Este sistema está construido sobre empleo precario”

El año pasado España recibió más de 82 millones de turistas, colocándonos como el segundo país con más volumen de turismo en el mundo. Estos datos se traducen en crecimiento económico positivo, sin embargo, existen factores que contribuyen de forma negativa a este supuesto desarrollo.

Términos como turismofobia, gentrificación o turistificación ya son habituales en las protestas sociales de ciudadanos que se ven obligados a abandonar sus viviendas del centro de las ciudades para dejar paso al turismo, pero también un factor muy importante en todo este entramado es el empleo precario que se genera a la vez que la economía prospera. Pedro Bravo, periodista y escritor, analiza el rechazo del turismo y sus consecuencias en su libro Exceso de Equipaje (Editorial Debate).

Acaba de finalizar un período vacacional en el que se han realizado más de 16 millones de desplazamientos, pero también España ha recibido turistas de distintos puntos geográficos durante estos días. El sector servicios contribuye al 75% de nuestro PIB y aparentemente esto es un dato positivo para nuestra economía, sin embargo, la turismofobia crece en las ciudades españolas más visitadas, ¿cuál cree que es la principal causa de esta fobia o protesta?

La turismofobia es un grito de desesperación. A día de hoy nos damos cuenta de las consecuencias negativas que provoca el turismo porque las estamos viviendo en primera persona. La masificación está en pleno auge, en 2017 se produjeron 1.322 millones de movimientos internacionales, nacionales son muchos más. Eso significa que la gente se está moviendo mucho, cada vez es más fácil, más barato y hay más medios, como la vivienda de uso turístico o la convivencia en espacios públicos, aquí es donde estalla el conflicto entre la persona que está de paso y el vecino.

Las empresas de trabajo temporal y las agencias de empleo han realizado alrededor de 164.000 contrataciones en Semana Santa, un 11% más que en 2017 según Asempleo. Podemos considerar el turismo como una de las principales fuentes de empleo, pero ¿qué porcentaje es empleo de calidad?

Lo importante es saber qué tipo de empleo se encuentra bajo estas cifras. Un buen ejemplo es el de las Kellys, un colectivo que protesta por un trabajo digno. En otras áreas económicas discutimos sobre las consecuencias de comprar una camiseta de 6 euros alentando el trabajo precario de una persona en Bangladesh o China, en el turismo pasa igual, tenemos que pensar si viajar en compañías de bajo coste, alojarnos en apartamentos de inversión internacional o en grandes cadenas hoteleras significa fomentar el empleo precario. Vivir la vida low cost significa que los trabajadores también son low cost, ya que este sistema está construido sobre empleo precario.

España es el segundo país con más volumen de turistas. Según datos de 2017, recibimos unas 82 millones de llegadas. La tendencia es traducir esta cifra en resultados económicos positivos sin tener en cuenta otros factores como el derecho al descanso de los autóctonos de cada ciudad, el acceso a una vivienda digna o el incremento de la contaminación en las ciudades. ¿Realmente esta cifra de turismo beneficia a nuestra economía?

Para ver si estos resultados son beneficiosos hay que ver sobre qué pilares está sostenido este modelo y quién recibe los beneficios. El asunto es que el turismo es un negocio internacional y global, si viajas con una línea aérea que no es de tu país ese dinero no repercute en el territorio, lo mismo ocurre si vas a un hotel o a plataformas de alojamiento como Airbnb, que es de un fondo de inversión, o si compras en multinacionales extranjeras. Por otra parte, en algunas comunidades como Catalunya, la población paga una tasa turística que solo revierte una pequeña parte a la ciudad, ese impuesto tampoco se queda en el territorio y lo que hace es invitar al turista a una ronda de barra libre de seguridad y transporte, entre otros, al igual que nos invitan a nosotros cuando vamos a otra ciudad.

Trabajos en hostelería precarios, masificación de viviendas ocupadas por turistas, aumento del coste del alquiler o deterioro del patrimonio histórico de las ciudades, son consecuencias directas de la turistificación. En Madrid y otras capitales de España esto está a la orden del día, ¿de qué manera podría regularse para convertirlo en algo beneficioso para todos?

En España, Barcelona es de las pocas ciudades que está empezando a regular esto con un plan estratégico de turismo que, por supuesto, hay que mejorar. También tiene un plan de viviendas y alojamientos turísticos por el que ha habido moratorias tanto para hoteles como para apartamentos y viviendas de este tipo de uso, ha multado a plataformas como Airbnb y a personas que alquilan apartamentos turísticos sin cumplir la regulación. Organismos internacionales como la UE tendrían que ver hasta qué punto hay que equilibrar algunos aspectos: para mí la vivienda tanto de uso turístico como personal es clave, además habría que revisar los modelos de negocio y sobre todo pensar si podemos tener empresas pantalla toda la vida.

En el caso de la vivienda, hay inquilinos que sufren la subida del precio del alquiler como consecuencia directa del aumento del turismo, o incluso se ven obligados a abandonar sus pisos convertidos en alojamientos para turistas. Esto ocurre sobre todo en el centro de las ciudades. En el caso de Madrid, ¿está funcionando el plan para limitar las licencias en zonas saturadas?

La comunidad de Madrid, que es quien realmente tiene las competencias sobre turismo, no está haciendo nada. La última propuesta que aun no ha salido tiene unas medidas muy vagas y están a la cola del mundo en cuanto a regulación de vivienda de uso turístico. El Ayuntamiento está haciendo poco en relación a estos inmuebles. Además, al mismo tiempo que dice que quiere controlar esta problemática está haciendo promoción internacional sobre Madrid como destino turístico favorito, lo cual es un poco contradictorio. También quieren descentralizar los eventos y sacar turismo fuera del centro pero realmente no se están haciendo políticas de verdad en ese tema.

En el plano social, vemos cómo se pierde calidad de vida en el centro de las ciudades, además de la crisis de acceso a una vivienda que sufren miles de personas, de hecho, en su libro comenta que le ha pasado en alguna ocasión y es habitual escuchar “buscar piso en Madrid es un verdadero drama”. Qué prevalece, ¿la oportunidad de beneficio de los propietarios de un inmueble o el derecho a una vivienda digna?

El plan de vivienda del Gobierno ha rechazado todas las propuestas de la PAH y del Sindicato de Inquilinos en las que se iba a regular el precio de los inmuebles, por tanto, prevalece el beneficio de los propietarios y también el beneficio de los fondos de inversión que están quedándose con un montón de viviendas. Luego está la gentrificación de manual que se produce en el centro que está provocando incomodidades en la población, por ello hay que decidir qué modelo, tanto de ciudad como económico, queremos, a mi me parece que en Madrid ahora mismo vivimos en la indefinición como en casi todos los territorios.

¿De qué manera se podría encontrar el equilibrio entre la gentrificación, la turistificación y la vida de los ciudadanos habituales de estos barrios?

Habría que diversificar y distribuir en distintas zonas los alojamientos y las zonas de ocio o eventos. Ahora hay un retorno al centro en todas las ciudades y hay un éxito de la vida urbana, mejor movilidad y trayectos peatonales. El turista también quiere vivir el centro, porque está de moda la experiencia de estar en la terraza como si fueses local. De todas formas lo que es imprescindible es que los barrios no estén especializados solo en el sector servicios, como pasa en el centro de Madrid, ni en el sector servicios dedicado al turismo porque entonces ya no son barrios.

¿Qué opina de la inversión en viviendas sociales? ¿Podría ser una posible solución a la turistificación?

La verdad es que podría ser la solución a muchísimas cosas, aunque se juntan varios problemas: el de la vivienda mundial, el de la vivienda como activo financiero y el tema de los apartamentos turísticos, y todos tienen como denominador común los inversores.

En España la vivienda social está en torno al 2% y en Europa tiende a ser entre el 13% y el 30%. En nuestro país la compra ha disminuido porque los sueldos son cada vez más precarios, es verdad que los bancos ponen peores condiciones, pero principalmente no hay manera de comprar un piso con lo que cobramos. La gente cada vez alquila más y esto se está convirtiendo en la nueva hipoteca.

La masificación turística está en pleno proceso de crecimiento, ¿cuáles podrían ser las consecuencias de este tipo de turismo si no se regula adecuadamente? ¿Qué soluciones propondría usted?

Las consecuencias de la masificación son fáciles de ver y Venecia es un ejemplo. Merece la pena ir porque es una ciudad bonita, casi irreal. Ahora ya es irreal del todo porque no vive casi nadie, es un territorio absolutamente teatralizado para que los turistas lo disfruten. Las consecuencias de esto también se pueden ver en el Louvre con La Gioconda, al final ver este cuadro se convierte en una experiencia decepcionante por la gran masificación que tiene el museo. Como turista buscas vivir una experiencia auténtica y acabas decepcionado con este tipo de vivencias contradictorias. Creo que habría que aplicar soluciones que ya están aplicando otras ciudades, la economía de un país no debería estar centrada solo en el turismo.

¿Hay alguna ciudad en el mundo que fomente y lleve a cabo el turismo sostenible?

Los expertos en turismo dicen que el turismo sostenible es oxímoron por definición, en cuanto hay un movimiento que no sea en bicicleta o a pie, ya generas emisiones, por tanto, hablaríamos más bien de turismo responsable o destino sostenible. El plan de Barcelona habría que mejorarlo pero se aproxima bastante. Samoa (Oceanía) tiene proyectos de economía local y social enfocados al turismo. Hay que fijarse en ejemplos con buenas ideas. La clave es que el capital se pueda repartir equitativamente entre todos los agentes y los que viajamos por placer ya que participamos en este modelo, tenemos que replantearnos dónde vamos y dónde gastamos el dinero.

¿Cuál es el modelo ideal de turismo?

El modelo turístico más ideal sería como el modelo económico ideal: que el reparto sea justo y equitativo, que beneficie a todos, tanto al empresario como al trabajador. Hasta ahora nos ha parecido un gran invento pero hay que mejorarlo y revisarlo continuamente, esto es complicado porque la ola internacional que viene es muy grande, hay mucho dinero de por medio y nosotros somos pequeñas moléculas en todo ese sistema. El modelo se puede cambiar si los que gobiernan se centraran en acciones que se vean a medio plazo en vez de poner el foco en el corto plazo.