La guerra de precios entre las operadoras de telefonía se ha convertido en un asunto recurrente en el sector de las telecomunicaciones desde hace años. Sin embargo, algunos de sus efectos, fundamentalmente entre las más grandes, han tomado especial relevancia durante este curso. Orange y Vodafone han anunciado despidos colectivos, recortes del valor de las filiales en España y han registrado pérdidas en sus resultados. El último capítulo de este proceso ha sido el ERE planteado por Vodafone a los sindicatos durante este mes y que comenzará a negociarse en los próximos días. En todos estos casos, la justificación que han dado las compañías ha sido la presión competitiva.
Los datos sectoriales muestran que son las tres grandes telecos (Movistar, Orange y Vodafone) las que más han sufrido el auge de las marcas de bajo coste, que han optado por ganar clientes a base de ofertas agresivas. Es el caso de MásMóvil, ya asentada como la cuarta operadora tras la absorción de Euskaltel, o Digi. En apenas tres años las tres grandes compañías han perdido 2.000 millones de euros en ingresos y 1,2 millones de clientes de móvil, que apenas han podido amortiguar en parte por el crecimiento de la facturación que le hacen a esas nuevas marcas por el uso de sus redes, ya que estas no cuentan con infraestructuras propias en la mayoría de los casos.
La guerra de precios provocó en los últimos años un fuerte aumento de los cambios de compañía de los clientes, pasándose a aquellas que les hicieran mejores ofertas. La llegada de la pandemia frenó temporalmente esta batalla, que se avivó tras el verano pasado. Esta batalla por las portabilidades, que algunos analistas confiaban en que se suavizara durante este curso, sigue sin embargo en niveles prácticamente récord. Los últimos datos que ha aportado la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia son del mes de julio y en los siete primeros meses del año se han producido en España 4,19 millones de cambios de compañía de telefonía móvil. Son prácticamente los mismos que se alcanzaron en 2019, el ejercicio con más portabilidades, rondando los 4,2 millones. Aunque las tres grandes compañías cuentan con sus segundas y terceras marcas para competir en el lado del bajo coste, han seguido perdiendo clientes este año. Solo entre enero y julio son más de medio millón de líneas menos.
Esto supone una erosión para los resultados de estas empresas. Así lo apuntaba Vodafone cuando anunció hace unos días que presentaba un ERE que podía afectar a un máximo de 515 trabajadores. “Desde hace algunos años, la intensidad competitiva en precios y la deriva hacia las tarifas de bajo valor en España ha provocado una fuerte caída de los ingresos y un importante deterioro de los márgenes”, apuntaba la filial española del grupo británico en un comunicado. La cifra podrá reducirse en las próximas semanas según avancen las negociaciones entre la empresa y los sindicatos, que comenzarán a tratar este tema el próximo martes. Hace apenas dos año, la compañía británica ya despidió a 1.100 trabajadores.
Los términos son muy similares a los que utilizó Orange antes del verano, cuando anunció el suyo con una afectación de 400 trabajadores. Entonces, la compañía justificó su ERE por “llevar años” encadenando pérdidas de ingresos “como consecuencia de la hipercompetitividad del mercado y la multiplicidad de actores low cost”. Es decir, la teleco gala, cuyo primer accionista es el Estado francés, planteó esta vía para intentar competir en la guerra de precios. “Para garantizar la competitividad de la compañía, resulta imprescindible adaptar la operación a estos cambios estructurales”, defendió el grupo en un comunicado.
Con estos ERE las telecos dejan atrás el año 2020 como un espejismo en el que el número de trabajadores de las grandes compañías del sector dejó de recortarse, coincidiendo con el año de la pandemia y el aumento de carga de trabajo de las operadoras de telefonía e internet. Un ligero aumento de 183 trabajadores entre las tres grandes compañías ponía fin a cuatro años consecutivos de recortes de plantilla en los que estas empresas despidieron a casi 10.000 personas. Este año se sumarán algo menos de un millar de despidos entre Orange y Vodafone más las salidas que se produzcan en Telefónica, quien no ha realizado ERE en los últimos años pero no ha dejado de adelgazar su plantilla.
No son los ajustes laborales los únicos que se producen entre las telecos durante este año, amparándose en los efectos de la guerra de precios. La teleco francesa Orange anunció al cierre del primer semestre de este año pérdidas millonarias. Este resultado negativo se justificó en que se había tenido que reducir de manera considerable el valor contable que le reconocía a la filial española, de unos 6.800 millones de euros a cerca de 3.000 millones de euros. “Refleja un contexto competitivo marcado por la erosión de los ingresos medios por usuarios”, señalaba la compañía en las cuentas de los seis primeros meses del año sobre su filial española. El responsable en España, Jean-François Fallacher, señaló que en este mercado hay “tres operadores que invierten” (Telefónica, Orange y Vodafone) y “otros que están usando las redes y destruyendo los márgenes”. “Está bien la competencia, pero hasta el momento en el que los tres principales actores vayan a tener menor capacidad de inversión”, incidió el directivo.
Este verano Orange anunció que eliminaba una de sus marcas de bajo coste, Amena. La antigua compañía, que fue relanzada por el grupo francés hace unos años, se ha integrado bajo la enseña matriz. Sin embargo, Orange mantiene su disputa por los clientes de coste más bajo a través de Simyo.
Pérdidas en España
La situación, de nuevo, es similar en Vodafone. En sus resultados del primer trimestre del ejercicio —en su caso cubre entre abril y junio— el grupo británico decía de su filial española que sigue haciendo frente a un sector “altamente competitivo” y reconocía que era su marca de bajo coste, Lowi, la que estaba acaparando la ganancia de clientes en el periodo. Sin embargo, el pasado curso, que en su caso terminó en marzo, el grupo británico acumuló unas pérdidas de más de 430 millones de euros, según avanzó hace unos días Expansión. Las cuentas de las sociedades españolas de Vodafone señalaban además un deterioro en el valor de algo menos de 1.000 millones de euros, hasta los 5.000 millones. La compañía ya corrigió el valor de la filial española en 2018.
También Telefónica, que en distintas ocasiones ha cargado contra la guerra de precios, se ha visto afectada por este fenómeno. Hace menos de un lustro, las tres compañías juntas sumaban el 83% de todas las líneas móviles del país. Este año, esa cuota de mercado ha caído por debajo del 75%, el nivel más bajo de la serie de estadísticas que elabora la CNMC. Estas compañías han centrado sus primeras marcas en los negocios de mayor valor añadido, que incluyen fundamentalmente la televisión. En este caso sí, mantienen una cuota todavía superior al 90%.