Autónoma, diseñadora de páginas web y azote de la banca española. Ese es el perfil de Patricia Suárez, más conocida como Wonder Woman, por su nick en las redes sociales. El cambio se gestó a partir de diciembre de 2008, al descubrir que había sido engañada por Bankinter en la comercialización de los productos asociados a su hipoteca. Seis años después ha conseguido que un juez le dé la razón y recuperar su dinero. Entre medias se ha convertido en presidenta de la asociación de afectados por los engaños de la banca con el nombre más impronunciable de España, Asuapedefin (Asociación de Usuarios Afectados por Permutas y Derivados Financieros), y en una de las personas que más esfuerzo personal está dedicando a luchar contra los abusos de los bancos.
Su caso podría haber sido uno más de los muchos afectados por estafas de la banca. ¿Qué le mueve a liderar esta lucha, erigirse como Wonder Woman e incluso formar una asociación? Wonder Woman
(Risas) Cuando empecé a reclamar mis derechos ante la banca, mi identidad en las redes sociales era suarepbg. Recuerdo que casi nadie conseguía ponerlo bien. Lo de Wonder Woman fue un apodo que me pusieron los compañeros con los que me movilizaba a medida que conseguía publicar las sentencias que condenaban a los bancos. Me llamaban la mujer maravilla. Me gustó y lo adapté al inglés y a mis redes sociales.
El activismo, es sin duda, efecto de la actitud del banco. Yo era tan ingenua que pensé que todo había sido un error que podría subsanar hablando con las personas adecuadas dentro del propio banco. Unos meses después me di cuenta, buceando en Internet, de que había ya un foro con casi un centenar de afectados. Esto coincidió con otro gran escándalo, las víctimas por la caída de Lehman Brothers, entre los que había también muchos clientes de Bankinter, que eran muy combativos. Entre todos tuvimos claro que la única manera de recuperar nuestro dinero era movilizarnos y nos juntamos.
¿Cómo empieza su lucha? ¿Cuándo descubre que ha sido engañada por Bankinter?
En diciembre de 2008. En ese momento, tiene lugar una bajada radical en los tipos de interés. Y el producto que estaba ligado a mi hipoteca, un swap que Bankinter comercializaba bajo el nombre de Clip, pasó de darme una rentabilidad de 90 euros al trimestre, a exigirme un abono de 400. Llamé al banco para cancelarlo y me dijeron que si quería hacerlo, debía pagar 8.000 euros. Ni siquiera la chica que estaba al otro lado del teléfono podía creerlo.
¿En ningún momento tuvo la posibilidad de negociar con el banco? ¿Ni siquiera cuando se hizo más famosa?
La falta de colaboración fue total desde el principio. Solo me ofrecían cambiar mi producto derivado complejo por otros de similares riesgos. Más tarde, mi actividad como presidenta de Asuapedefin me permitió acceder a algún alto cargo del banco. Por ejemplo, el entonces secretario general, Íñigo Guerra. Nos recibió muy educadamente, pero su única propuesta fue vernos en los tribunales. Creo que se equivocó de lleno al valorar el riesgo. Si aquel día me hubieran ofrecido un acuerdo, no hubiera seguido con el activismo y tal vez no hubiera movilizado a tanta gente contra Bankinter y contra todos los bancos.
La han llamado “azote de Botín” y en su blog daba la bienvenida a María Dolores Dancausa como primera ejecutiva de Bankinter. ¿Ayudó mucho ese cambio al frente del banco?
El tema de Botín es una licencia literaria de los periodistas. Cuando yo comencé a protestar, Bankinter estaba presidido por Jaime Echegoyen. Yo pensé que Dancausa, al venir de una entidad mucho más volcada al servicio al cliente, iba a imprimir un cambio en la relación con los clientes del banco. Pero desgraciadamente no fue así. No ha cambiado nada.
¿Ha sufrido presión por ser tan crítica con los bancos?
Los bancos han intentado frenarme a mí, de la misma forma que a todos los afectados, negándose a aceptar las demandas acumuladas y obligándonos a presentar demandas individuales. Ese ha sido el gran triunfo de Bankinter. De los 180 que íbamos en la primera demanda conjunta por los clips, solo 80 tuvimos ganas y dinero para seguir adelante y afrontar el gasto que un proceso judicial individual implica.
¿Pero nada concreto por convertirse en Wonder Woman? Wonder Woman
Yo no puedo demostrar nada. Sólo puedo describir hechos. Mi caso estaba en el Juzgado de Primera Instancia Nº 21 de Madrid. Las tres sentencias anteriores a la mía sobre el mismo producto estructurado y las tres posteriores recibieron sentencias favorables. La mía fue desestimada y tuve que apelar a la Audiencia Provincial para que me diera la razón. Puede ser casualidad.
Más allá de eso, no he tenido ninguna presión personal. Alguna situación tensa, sí. Sin duda, la peor tuvo lugar en Valencia. Acudí a una conferencia que ofrecía el magistrado del Tribunal Supremo Sebastián Sastre Papiol. En ella pidió a los abogados que confiaran en la Justicia y evitaran recurrir al Tribunal Supremo si las primeras y segunda instancias no le hubieran dado la razón. Aquello me sacó de mis casillas.
¿Por qué?
Primero, porque cuando él estaba en La Caixa, recurrió siempre hasta la máxima instancia judicial sin importarle la cuantía del pleito. Y segundo, porque me parece inadmisible que el jefe de la Asesoría Jurídica de La Caixa en los últimos 20 años, responsable de la colocación masiva de derivados financieros a clientes minoristas, pase sin más exigencia a ocupar un puesto en la sala del Tribunal Supremo que ha de juzgar los abusos financieros. El conflicto de intereses es evidente. En España somos muy tolerantes con los conflictos de interés.
Con las asociaciones de consumidores que hay en España, ¿por qué pensó que era necesaria una más?
Las que había cuando comenzó nuestra lucha no nos convencieron. Nos acercamos a ellas y el resultado fue bastante decepcionante. En Ausbanc, a pesar de tener abogados muy solventes, no estaban interesados en demandas colectivas, sólo en individuales. De Adicae nos hizo desconfiar su falta de transparencia acerca de los procesos judiciales que lleva. No se nos garantizaba el acceso a los documentos que se presentarían ante el juzgado, ni la estrategia jurídico-procesal, lo que nos generaba incertidumbre.
En aquel momento, julio de 2009, el Banco de España emitió cuatro resoluciones en las que reconoció que los clips de Bankinter eran abusivos y falló a favor de los clientes. Eso nos animó a ir por libre. Aunque su apoyo duró poco. Pasado aquel verano, el criterio del Banco de España cambió y en lugar de dar la razón a los clientes de Bankinter les abocó a ir a los tribunales. Hasta el Defensor del Pueblo nos dio la razón, cuando pedimos amparo ante el extraño cambio de criterio.
La decisión de publicar las sentencias, algo que no hacía nadie en aquel momento, generó mucha tensión. Se le acusaba de romper las reglas del juego.
Fue la decisión más rompedora. Esta es una asociación sin ánimo de lucro. Las sentencias son públicas y yo pensé que facilitando el acceso a su contenido podíamos ayudar a muchos abogados de toda España a ganar sus casos. Era una época en la que el Cendoj [buscador de jurisprudencia de los tribunales españoles] no era tan completo como ahora y los abogados más especializados del momento, incluyendo las asociaciones de consumidores, preferían reservarse las sentencias y no apostar por la transparencia en beneficio de todos los afectados. Una vez más, un error de cálculo, el número de afectados por abusos bancarios era y es tan grande, que todos iban a tener trabajo. Además de que la publicación anima a demandar.
Esto fue un cambio radical en la forma de abordar el tema y no gustó a algunos, pero desde entonces muchos abogados me felicitan por ello y diariamente nos llegan nuevas sentencias con las que hemos conseguido construir la mayor base de datos de jurisprudencia sobre productos financieros en España.
Fue a partir de ese momento cuando decenas de abogados se lanzaron a la caza de clientes engañados por la banca. ¿No le parece que eso ha desatado una burbuja de letrados que dicen ser expertos en abusos financieros?
Burbuja no, porque por desgracia, el abuso de la banca ha sido tan arrollador que hay muchos clientes. Tal vez con la publicación de las sentencias hemos ayudado a la reconversión de muchos despachos. Sí. Se quedaron sin divorcios y se apuntaron al nuevo nicho de negocio y tenían más fácil el acceso a las sentencias ganadoras. Es lógico. Lo que no lo es tanto es la falta de ética de algunos. Intentan captar a los afectados ofreciendo llevarles casi gratis el proceso a cambio de un porcentaje en caso de éxito, pero ese porcentaje es más caro que los honorarios recomendados por el Colegio de Abogados. Estamos hablando del 20-30% frente al 10%. Es decepcionante que después del abuso del banco tengas que preocuparte por el posible abuso de un mal profesional.
Tras años de lucha, usted por fin ha conseguido una sentencia favorable y ha recuperado su dinero. ¿Merece la pena el esfuerzo?
La lucha personal, por supuesto. En este país ha fallado todo: bancos, reguladores, políticos. Todo, excepto los jueces que han sabido reaccionar bien ante la avalancha de asuntos financieros y cada vez están más sensibilizados. Las sentencias se ganan.
El problema es que, a pesar a pesar del esfuerzo por denunciar los abusos bancarios que se está haciendo, muy poca gente va a los tribunales. De cada 100 afectados, sólo 10 reclaman. De esos 10, la mayoría se queda en el servicio de reclamaciones del Banco de España, cuyas resoluciones, increíblemente, siguen sin ser vinculantes. Tan sólo cuatro o cinco van los tribunales. El 4% del total. Un chollo para los bancos que pueden seguir colocando productos complejos y hacer un negocio redondo. Calculan la tasa de litigiosidad y lo incluyen dentro del precio como un coste más.
Mientras que nadie lo impida, seguirán haciéndolo porque la rentabilidad está asegurada. Mucho más, si añades que hay sentencias como la del Tribunal Supremo de las cláusulas suelo, que no obligan a devolver el dinero en aras de una supuesta estabilidad del sistema financiero sin haber hecho un estudio real del impacto económico que supondría.
Tomando su ejemplo de las cláusulas suelo, hay mucha gente que está recuperando el dinero porque los jueces no siguen el criterio del Tribunal Supremo.
Sí, pero para ello tienen que iniciar un nuevo proceso judicial y esperar todo el tiempo que este se dilate. En el camino, muchos afectados ni lo intentarán, con el consiguiente beneficio para los bancos. Las autoridades tienen la desfachatez de hacernos creer que la devolución masiva de todas las cantidades cobradas indebidamente podría implicar la quiebra del sistema financiero, cuando la realidad es que con un sólo trimestre de ganancias está cubierto el posible perjuicio. Así que los ciudadanos estamos rescatando dos veces a la banca, con nuestros impuestos y con los abusos de los productos que nos colocan para evitar esa quiebra. Lo de las preferentes es clarísimo.
Más allá de la reposición del dinero, ¿hay alguna otra condena para los bancos?
Ninguna. Los bancos invierten mucho en publicidad y todos los abusos que han salido en los medios no son más que la punta del iceberg. Las entidades financieras pueden colocar productos complejos en masa y aquí no pasa nada.
¿Hay que esperar a ser víctima para luchar contra los abusos bancarios o se puede hacer algo para prevenir?
A nosotros nos encantaría patrocinar un observatorio de productos financieros. Pero somos unos 800 socios de los que la mitad ni siquiera pagan los 50 euros anuales de cuota. Al ser tan pequeños, tampoco accedemos a las subvenciones públicas. Pedimos continuamente a quienes hemos servido de ayuda que nos ayuden también ellos a nosotros para seguir apoyando a otros afectados.
Claro que las malas prácticas continúan, y continuarán, si no hay una verdadera voluntad desde el regulador y el Ejecutivo por cambiarlas. Cualquiera que entra en un banco y pide un depósito a plazo fijo recibe como recomendación invertir en algún producto complejo y con riesgo de perder dinero.
¿Es utópico pensar que se pueden frenar las prácticas abusivas?
Desde la asociación estamos pidiendo que se implante un código ético que permita a los comerciales negarse a hacer este tipo de prácticas abusivas sin que su empleo corra peligro. Ahora es imposible. Les imponen objetivos y presiones e incluso se ven obligados a mentir o perder la memoria en los juicios para salvar el puesto. Lo cual es comprensible individualmente, pero inaceptable desde la propia función social que tiene que cumplir los bancos.
Pero las cosas, como decimos, también tienen que cambiar en otros niveles. Al Banco Santander en Reino Unido le multan por la mala comercialización de los mismos productos que ofrece en España y aquí nadie mueve un papel. Al menos para comprobar si se ha hecho o no lo mismo.
Tras seis años de lucha, ¿qué conclusiones ha sacado?
Que tenemos mucho que trabajar para cambiar las cosas. Una sociedad madura es una sociedad exigente y responsable. Ahora se insiste mucho en la educación financiera de los ciudadanos, está bien, pero nada se dice de la formación de los empleados de banca. La mayoría de ellos muchas veces no conocen los riesgos del producto que están recomendando, precisamente por la voluntad de las entidades financieras de ocultar incluso a sus propios empleados su auténtica naturaleza. Además, pedirle a los ciudadanos que tengan más cultura financiera es asumir implícitamente que ya no nos podremos fiar nunca más de los bancos, lo cual es un auténtico atropello. No me imagino, por ejemplo, al Colegio de Médicos pedir a los ciudadanos más cultura en medicina tras un escándalo de negligencias médicas masivas. Esto es, sin embargo, la solución que nos han dado desde la Asociación Española de la Banca [patronal del sector], el Banco de España y la CNMV.
¿Cómo cree que puede impactar el informe de los peritos del Banco de España en los procesos judiciales contra Bankia?
El informe es una gran noticia para los accionistas que tenían hasta hoy una defensa jurídica muy complicada y ahora pueden demostrar que hubo dolo por parte de la entidad. En mi opinión, es muy probable que todos los accionistas recuperen su dinero. Desde Asuapedefin vamos a hacer campaña para presentar demandas a un coste económico muy reducido.