¿El electrodoméstico de una peli futurista? Bien pudiera parecerlo. Foodini, la primera impresora en 3D de comida, estará a la venta a partir de este miércoles en todo el mundo a través de internet. Sus inventores, la empresa catalana Natural Machines, ya han recibido pedidos desde más de 40 países, sobre todo de Estados Unidos, el norte europeo, Brasil y Asia, y empezarán a fabricarla “inmediatamente” en China.
Con conexión a internet y cartuchos de ingredientes
Imprima una docena de cruasanes para el desayuno, ponga un dinosaurio de verduras en el plato de su hijo o dele al tóner de ternera y al de pasta y deje que unos ravioli se creen ellos solos, calentitos y listos para servir.
Foodini funciona de modo bastante semejante a una impresora convencional en tres dimensiones y necesita de conexión a internet. Dispone de pantalla táctil, selección de recetas y guía para diseñar platos originales. En lugar de tinta, sus cartuchos pueden cargar hasta cinco ingredientes diferentes, líquidos o sólidos, para preparar desde alimentos habituales a las creaciones más elaboradas. Su trabajo es aportar cualquier forma y juego de volúmenes a los ingredientes, dulces o salados.
Nació para facilitar el trabajo a pasteleros
El invento se ideó “para solucionar un problema de escalabilidad y distribución en todo el sector de la pastelería, facilitar el trabajo con ahorro de costes y dinamización”, pero en breve amplió su uso por petición de los clientes. “Tenemos gran demanda del sector de la restauración, empresas de cáterin y organizadores de eventos”. “El concepto es parecido a llevar la fábrica a casa del cliente”. Lo cuenta Emilio Sepúlveda, responsable de Natural Machines junto a Àlex Moreu, Rosa Avellaneda y Lynette Kucsma.
También han recibido encargos de un gran número de particulares. Aseguran que está pensada para que se pueda jugar con la comida y que resultará útil para introducir a los más pequeños en el mundo culinario. “Crear imágenes rellenas de verduras, escribir mensajes en piezas de pan tostado para el desayuno, hacer dibujos con salsa en su tortilla”, son juegos que los niños pueden desarrollar. “Es como un electrodoméstico de alta gama, su precio ronda los 1.000 euros. Y queremos que se use todos los días, varias veces al día”.
Tras invertir unos 400.000 euros hasta el momento, las dificultades de financiación y burocráticas en España, y la ausencia de un perfil de inversor que asuma riesgos y apueste por el hardware, han llevado a la empresa a registrar sus patentes en Estados Unidos. Desde allí, han recibido atractivas ofertas de participación económica en el producto, por lo que planean lanzar una ampliación de capital este verano.