El empleo protegido es un concepto con ya décadas de recorrido. Pero su evolución y profesionalización lo han convertido en una palanca de cambio que ha desbordado el voluntarismo de familiares y amigos de personas con capacidades específicas para conseguir un día a día a mejor para personas con diversidad intelectual o física.
La iniciativas que han buscado tejer una red de empleos que integren a este colectivo se multiplican y extienden. Lantegi Batuak es un ejemplo español centrado en la provincia de Bizkaia. El objetivo nato de este emprendimiento social es, según resumen de manera gráfica, “crear oportunidades de trabajo de calidad” en las que encajen personas con lo que, oficialmente, se denomida “discapacidad intelectual o física”.
Este proyecto funciona de manera que proporciona a empresas grupos de trabajadores perfectamente válidos para desarrollar alguna labor en el campo de industriales o de servicios. Es decir, son un puente entre colectivos y sociedades para cubrir una necesidad laboral al tiempo que se mejora una necesidad social. “Se trata de integrar capacidades”, no fijarse en las discapacidades.
Con un semilla plantada, como se referenciaba un poco más arriba, mediante el esfuerzo de familiares, este plan tomó vuelo hacia 1983 y no ha parado. En su camino de doble sentido entre empresas y trabajadores, ha ido incorporando grupos para ampliar el rango de acción y ser lo más completo posibles (discapacidad intelectual, física, sensorial, enfermedad mental...).
A la ampliación cualitativa ha ido unido el crecimiento cuantitativo. Las cifras de Lantegi explican su dimensión. “Generamos oportunidades laborales para más de 2.300 personas”, cuentan. Los centros de trabajo en los que están implantados suman unos 30.000 metros cuadrados. Mediante la formación y la lluvia fina de conciencia, han colocado trabajadores en más de 1.000 empresas que cubren todo tipo de sectores de actividad (lo que demuestra que las personas con diversidad intelectual o física son tan válidos como cualquier otro para la vida normal y corriente y el trabajo normal y corriente al que cualquiera aspiraría como herramienta para la autonomía y el proyecto vital): entre los clientes aseguran contar con socios “públicos y privados, presentes en sectores tan diversos como el marketing directo, jardinería, automoción, equipamiento eléctrico, renovables, servicios auxiliares...”
Las personas con las que trabaja Lantegi se incorporan a un “itinerario laboral” en el que, primeramente, se les hace una “orientación” para buscar sus habilidades y cómo explotarlas laboralmente. Luego llega la fase de formación tanto “prelaboral como laboral” para implementar esas capacidades y darles forma profesional. Más tarde, recuentan, se puede pasar a un “centro especial de empleo” o la propia integración en un puesto de trabajo específico en una empresa que contrata este proyecto de economía social. Ademas, resaltan en Lantegi, se configura físicamente el lugar laboral para que sea accesible y adaptado.
Lantegi Batuak fue III premio Integra de BBVA, ganó el Ramón Rubial a la Entidad Vasca o el Premio a la Solidaridad de la fundación Antonio Menchaca. Su plantilla se estructura con el 63% que presenta alguna discapacidad intelectual (de los cuales el 63% son hombres y el 37% mujeres); el 21% tiene discapacidades físicas o sensoriales (62% hombres y 38% mujeres); un 4% padece algún tipo de trastorno mental (61% hombres y 39% mujeres); y el 12% restante lo compone personal sin discapacidad (56% hombres y 44% mujeres).