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Asma: cómo convivir con él sin que afecte a la calidad de vida

Mercé Palau

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El asma es una afectación a nivel pulmonar que se caracteriza por un estrechamiento de la vía aérea, sobre todo de los bronquios, que permiten que el aire entre y salga de los pulmones. Con asma, se produce una obstrucción habitualmente reversible de las vías respiratorias que están inflamadas y esto deriva en síntomas como tos, sibilancias, falta de aliento y opresión en el pecho. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el asma es la enfermedad crónica más común entre los niños y se calcula que más de 300 millones de personas viven con asma en todo el mundo. El asma bronquial es una enfermedad crónica, y lo que se persigue en su tratamiento es alanzar el control con la menor cantidad de tratamiento posible.

Por sus particularidades (episodios de estrechamiento de la vía aérea, lo que se conoce como crisis asmática, que aparecen y desaparecen, y el tipo de tratamiento necesario) el asma suele provocar numerosos interrogantes: ¿cómo debe utilizarse el medicamento?, ¿cómo reducir los factores desencadenantes?, ¿qué puede hacerse para mejorar el asma?, ¿qué pasos seguir para evitar que empeore? Y es que no todos los pacientes saben cómo convivir con esta enfermedad sin que afecte a su calidad de vida; estas personas son más sensibles a estímulos que generalmente no causarían ningún problema, como los ácaros de polvo, los pólenes, los hongos e incluso el ejercicio físico y el aire frío. De ahí la importancia de la educación sanitaria en asma, explica el Dr. Aythami Henríquez Santana, coordinador de la Unidad de Asma Grave del Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro, donde la Enfermería tiene un papel muy importante.

Cuando el asma es grave

Según las estadísticas, en torno a un 5% de los pacientes con asma bronquial tienen asma grave. Debe tenerse en cuenta, también, que el asma es variable, es decir, que “puede cambiar con el tiempo, bajo distintas circunstancias y para diferentes personas”, admite Henríquez Santana. Cuando los tratamientos tradicionales no funcionan, y en los casos más graves, los especialistas pueden valorar la inclusión de las terapias biológicas, que tienen el potencial de ser personalizadas, formuladas para tratar biomarcadores específicos que se han visto implicados en la inflamación alérgica.

Este tratamiento, que se dirige a una citoquina, inmunoglobulina o receptor celular específico en la enfermedad, se prescribe principalmente en las unidades multidisciplinares de asma y para ahorrar el uso de corticoides sistemáticos, mejorar la función pulmonar y, por tanto, la calidad de vida, con controles periódicos como la espirometría que permiten evaluar su eficacia, así como cuestionarios de control de asma como el ACT y el ACQ, junto con cuestionarios de calidad de vida como el MiniAQLQ, como parámetros de evolución. Esta terapia de precisión o personalizada trabaja para interrumpir las vías que conducen a la inflamación que causa los síntomas del asma y se usa cuando los otros tratamientos no han funcionado.

El trabajo en equipo, clave para el control del asma

Uno de los secretos para manejar con éxito el asma es trabajar conjuntamente con un equipo multidisciplinar de especialistas. En ese sentido, la unidad del Infanta Elena, por ejemplo, está formada por expertos en otorrinolaringología, neumología, pediatría, alergología, aparato digestivo, psiquiatría y medicina interna. Y el trabajo conjunto de todos ellos permite aportar un plus en el “abordaje del asma, sobre todo en los casos más complejos”, reconoce su coordinador.

Esto permite que, aunque el asma no tenga, por el momento, una cura definitiva, sí es posible ofrecer una vida lo más normal posible y libre de síntomas. La clave está, aseguran los expertos, en adoptar medidas de desalergenización en el caso de que haya una fuente alergénica responsable y facilitar un tratamiento adecuado a la severidad en cada momento. El alergólogo o neumólogo es el que debe realizar una valoración etiológica y las pruebas que considere oportunas, y estas medidas incluyen cuál es el tratamiento inhalado más adecuado para cada persona.

En la Unidad de Asma Grave Acreditada de este hospital se considera al paciente asmático como el núcleo del tratamiento. En su órbita giran todos los especialistas: otorrinolaringólogos, neumólogos, pediatras y alergólogos. “En segundo nivel se incluyen también otras especialidades que evalúan las comorbilidades como el aparato digestivo, psiquiatría y medicina interna”, explica el especialista del Hospital Universitario Infanta Elena, centro que recientemente ha sido certificado por AENOR como ‘Hospital Protegido Covid-19’ tras avalar que es un espacio protegido, controlado y alineado con los estándares más exigentes frente a la pandemia.

Los distintos expertos ayudarán a establecer cuál es la medicación inhaladora correcta, qué dispositivo es el mejor, cómo crear un plan de acción y cómo reducir la exposición a los desencadenantes.

Por qué es importante la educación en los casos de asma

En el asma, la educación del paciente es clave. Es muy importante que la persona que lo sufre conozca los síntomas, sepa reconocer las señales de advertencia que le envía el cuerpo y pueda administrarse los medicamentos cuando sea necesario, antes de que empeore, de la manera adecuada y correcta. Es clave que el asmático tome un papel activo, no pasivo, frente a su enfermedad. Solo así puede entender por qué es importante estar atento a cualquier aviso y por qué es fundamental seguir el tratamiento antiinflamatorio y broncodilatador. Y hacerlo bien, conociendo cuál es la manera de usar los inhaladores para que tengan el máximo efecto.

Y es que, cuando se habla de asma, el paciente acaba siendo, en la mayoría de los casos, su propio médico, porque es el que sabe cuándo se encuentra mejor y cuándo no. Pero para ello necesita tener toda la información necesaria sobre los síntomas y los tratamientos.