Degeneración macular asociada a la edad: cuando la pérdida de visión distorsiona las imágenes que vemos

Mercè Palau

A partir de cierta edad, sobre todo de los 40 años, es probable que muchas personas empiecen a notar que necesitan gafas para ver de cerca, cambios que forman parte del envejecimiento y que no impiden llevar una vida normal. Pero, a medida que envejecemos, debemos saber que existe un mayor riesgo de sufrir enfermedades que afectan a distintas partes del ojo y que, si no se detectan a tiempo, pueden provocar pérdida de visión. 

Es el caso de la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), común entre las personas de más de 60 años. 

De qué hablamos con la degeneración macular asociada a la edad

La retina, la capa más interna del ojo, es la responsable de transformar las imágenes enfocadas por el cristalino en impulsos que envía al cerebro. Se calcula que las patologías de la retina afectan a más del 30% de las personas de más de 50 años, a las que provoca una alta discapacidad visual. De entre las enfermedades más comunes dentro de este grupo se enmarca la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), una enfermedad que afecta a la visión central, la que nos permite ver con claridad y realizar tareas diarias como leer y conducir.

Esta enfermedad está provocada por el daño en las capas externas de la retina –epitelio pigmentario de la retina y foto receptores-, afectando a medida que avanza a otras capas. Esta área del centro de la retina, además de la visión central, es la responsable de la lectura y la visión de detalles y colores. La mácula puede degenerar su estructura y es en este declive donde el envejecimiento y otros factores juegan un papel fundamental.

El resultado es la pérdida de visión central y distorsión en las imágenes. Como explica  la Doctora Julia Sánchez Quirós, especialista en Oftalmología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, la DMAE es una “condición degenerativa ocular y la principal causa de ceguera en personas mayores de 65 años en países industrializados”. 

La forma más frecuente de DMAE es la seca, que afecta aproximadamente el 85% de los casos y que se caracteriza por ser de evolución lenta y progresiva y que se produce cuando las células de la mácula se deterioran. Se caracteriza por el adelgazamiento de la retina y drusas, depósitos pequeños de color amarillento que se forman dentro de la retina. Aparece visión central nublada y pérdida de visión gradual, así como visión de objetos torcidos. 

Menos habitual es la DMAE húmeda, que supone el 15% de los casos. En este caso, la mácula se daña porque los vasos sanguíneos pierden líquido y se acumula debajo de la retina. “Estos vasos anormales pueden sangrar o exudar líquido, lo que puede causar pérdida de visión rápida y grave”, reconoce Sánchez Quirós. 

Este trastorno ocular destruye de forma lenta la visión central y nítida. Es posible que al principio no haya síntomas, pero sí a medida que va avanzando, que es cuando puede haber dificultad para ver los detalles más pequeños y realizar actividades como leer. “La probabilidad de que avance es alta, aunque en algunos pacientes lo hará de forma más progresiva que en otros”, afirma la experta.

¿Quién está en riesgo de sufrir DMAE asociada a la edad?

Como su nombre indica, y como explica Sánchez Quirós, “la edad es el factor de riesgo más importante y la enfermedad se vuelve más común a medida que las personas se hacen más mayores”. Pero hay más motivos por los que una persona puede tener mayor probabilidad de sufrir la enfermedad. 

Algunos están relacionados con factores genéticos, como tener antecedentes familiares, es decir, tener personas de la familia que se quedaron ciegas de mayores. Otros factores se relacionan con la falta de hábitos saludables, como el tabaco, y con ciertas patologías asociadas, como la hipertensión  arterial y dislipemia —colesterol o triglicéridos elevados en sangre—, así como la exposición a la luz solar o niveles bajos de vitamina A, C y E.

Cómo se diagnostica la degeneración macular

Un examen ocular completo determina si alguien sufre DMAE. “La intención de nuestras revisiones es evitar la ceguera evitable y optimizar el tratamiento y seguimiento individualizado de cada paciente”, afirma Sánchez Quirós.

En la mayoría de los casos las revisiones incluyen el estudio de la agudeza visual con el fin de evaluar cuál es la afectación funcional que tiene la persona, así como fondo de ojo y una tomografía de coherencia óptica. En esta última prueba, como explica la oftalmóloga, se saca “una foto del ojo en la que evaluamos corte a corte todas las capas de la retina” —como un TAC pero sin radiación—.

Con qué tratamientos cuenta la DMAE

La degeneración macular asociada con la edad no se cura; la visión central que se pierde debido a la degeneración macular no se puede restaurar. El tratamiento tiene como objetivo preservar la visión durante el mayor tiempo posible. 

En el caso de la DMAE seca, no existe cura ni tiene tratamiento aprobado en España. Sin embargo, hacer cambios en la dieta y tomar suplementos nutricionales puede retardar la pérdida de la visión. Tal y como reconoce Sánchez Quirós, “diversos estudios han demostrado que los suplementos nutricionales específicos para la DMAE pueden retrasar su progresión”. Como este estudio, según el cual una combinación de vitaminas y minerales —luteína, zeaxantina, zinc, cobre y vitaminas C y E— puede ralentizar la progresión de la DMAE seca en algunos pacientes.

En el caso de la DMAE húmeda, algunos de los tratamientos que se usan “de menos a más utilizados, son la fotocoagulación con láser, la terapia fotodinámica y la inyección de medicamentos angiogénicos intravítreos”, afirma la experta.

Uno de los grandes retos que plantea esta enfermedad es el “manejo en pacientes resistentes al tratamiento habitual, así como el tratamiento en fases avanzadas”. Algo en lo que se está trabajando y que ha dado como resultado ya la aparición de nuevos fármacos para la DMAE exudativa, más potentes y de mayor duración que los previos. Por el momento, y como reconoce Sánchez, “están dando muy buenos resultados”.

¿Podemos reducir el riesgo de desarrollar DMAE?

Aunque el principal factor de riesgo de la DMAE es la edad, y contra esto no se puede luchar y poco hay que hacer, sí se han asociado otros factores que, aunque no la evitan, sí ayudan a retrasar o frenar su aparición y evolución. “La dieta y el ejercicio son grandes aliados para todo el organismo en general, y también para el ojo”, detalla Sánchez.