El hallux valgus, o lo que conocemos popularmente con el nombre de juanete, es una de las deformidades más comunes del antepié. Afecta a un 20% de la población de entre 18 y 65 años, sobre todo mujeres, según la Sociedad Española de Medicina y Cirugía del Pie y Tobillo (SEMCPT).
Se forma cuando el hueso con el resto de tejidos de la articulación de la parte inferior del dedo gordo del pie se desplaza y desalinea. Años de movimiento anormal y presión sobre la articulación obligan al dedo gordo a doblarse hacia los demás, lo que provoca un juanete, en la mayoría de los casos doloroso.
El particular aspecto que adopta un juanete se debe a que el primer metatarsiano se desplaza hacia la parte interna del pie. A la vez, el dedo gordo se inclina hacia el segundo dedo. Es entonces cuando se forma un ángulo anormal entre el primer dedo y el metatarsiano, dando como resultado una deformidad tridimensional y el aspecto tan característico.
Esta zona soporta gran parte del peso al caminar, de ahí que el dolor sea intenso y constante. Incluso puede volverse tan rígida y dolorosa que puede costar calzarse.
¿Por qué aparecen los juanetes?
Los juanetes empiezan primero con un tamaño pequeño pero, en general, empeoran con el transcurso del tiempo, sobre todo si se usan zapatos ajustados. Como admite la Academia Estadounidense de Cirujanos Ortopédicos (AAOS), salvo determinadas excepciones, cuanto más grande es el juanete, más difícil y doloroso es caminar.
El problema puede tener varias causas. Se apunta a la influencia genética pero la morfología del pie y sus características biomecánicas tienen algo que ver. El tipo de zapato que se lleva (estrecho y ajustado y con tacones altos) también puede ser el responsable.
Algunos problemas en los pies, como los pies planos o en pronación, pueden aumentar el riesgo de tener juanetes. La edad también puede influir porque con los años se altera la pisada y la calidad de los tejidos. Puede asociarse también con algunas enfermedades que modifican la mecánica del pie, como las neurológicas como parálisis cerebral y las reumáticas como artritis reumatoide.
La cirugía, una técnica con óptimos resultados
Los juanetes son permanentes a menos que se corrijan quirúrgicamente. “Existen más de 150 técnicas, distintas entre sí, tanto en concepto como en su desarrollo”, admite el el doctor Cristóbal Suárez Rueda, jefe del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Universitario Infanta Elena y especialista en cirugía del pie y tobillo. “La elección de una técnica u otra depende de la deformidad, del tipo de pie, edad y patologías asociadas”, añade el experto.
El objetivo es no solo eliminar el antiestético bulto que se forma, sino devolver la anatomía de la zona a la normalidad. En algunos casos, esta vuelta a la normalidad implica “realizar algunas fracturas controladas llamadas osteotomías, que permiten llevar los huesos en la zona deseada y corregir la deformidad inicial”, reconoce el doctor Armando Macera, miembro de la Unidad de Cirugía de Pie y Tobillo del Hospital Universitario Infanta Elena.
Los especialistas en ortopedia de pie y tobillo del Hospital Universitario Infanta Elena han intervenido ya más de 1.200 pacientes con esta patología y se han adaptado a distintos tipos de deformidades. Porque no hay dos técnicas iguales.
Y no hay motivo estético que justifique dicha intervención. El dolor incapacitante para llevar una vida normal o calzarse es el principal motivo para tratarse.
¿Y después de la intervención?
Tras la operación, las posibilidades de éxito son altas. Aunque dependerá del tipo de intervención que se ha hecho y de la persona,si bien se autoriza apoyar desde el primer día con un calzado postquirúrgico de tacón invertido lo más habitual es tener que hacer reposo relativo, con elevación los primeros días y mantener el calzado indicado entre cuatro y seis semanas. Esto debe ir acompañado de ejercicios de movilidad en el arco de la articulación metatarso falángica desde el primer día.
“Los grados variables de incapacidad para actividades de alta intensidad se pueden mantener de tres a seis meses”, admite el Dr. Carlos Martínez Limón, también del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología de este centro hospitalario.
Pero, como en toda intervención, hay pros y contras. Algunas de las complicaciones que pueden aparecer son la reaparición de la deformidad y la inflamación. En este sentido, es muy importante contar con cirujanos especializados en este tipo de técnicas para que puedan limitar los problemas en los casos más complejos.
En la Unidad de Cirugía de Pie y Tobillo del Hospital Universitario Infanta Elena, integrado en la red sanitaria pública madrileña, no solo cuentan con el equipo humano preparado para realizar un tratamiento quirúrgico con éxito sino también con instrumental de última generación, implantes de calidad y soporte de equipo radiográfico.