Sensación de picor, como si tuviéramos algo en el ojo, ardor o escozor, ojos rojos, sensibilidad a la luz o visión borrosa son algunos de los síntomas que puede experimentar una persona con ojo seco, una patología que afecta entre el 15% y el 30% de la población española. Solo en algunos casos puede dificultar la visión, como reconoce la Sociedad Española de Oftalmología (SEO).
Esto ocurre cuando los ojos no producen suficientes lágrimas para permanecer húmedos o cuando estas no funcionan del todo bien. Porque, aunque no lo parezca, la función de las lágrimas es primordial para los ojos. Nuestros ojos necesitan lágrimas para mantenerse limpios y saludables. Y esto lo proporciona la película lagrimal, que los lubrica y que está formado por tres capas: una capa aceitosa (lipídica), una acuosa y otra pegajosa (mucosa).
El funcionamiento y el engranaje de todo este sistema es lo que evita que nuestros ojos se sequen y lo que mantiene a raya las infecciones. En algunas ocasiones, liberamos lágrimas adicionales, por ejemplo cuando lloramos, cuando nos entra algo o cuando se irrita la superficie ocular.
Por qué aparece el ojo seco
Ese cóctel de capas forma la película lagrimal, que recubre la superficie del ojo. La necesitamos para ver bien, porque cuando parpadeamos, esta especie de manto se extiende por la superficie ocular y la mantiene lisa y clara. Estas lágrimas fluyen hacia pequeñas aberturas, los puntos lagrimales, en las esquinas internas de los párpados, por donde drenan en condiciones normales.
Con el síndrome del ojo seco, las glándulas lagrimales no producen suficientes lágrimas o estas se evaporan demasiado rápido. Son varios los factores que pueden alterar este correcto funcionamiento: los hay hormonales, nutricionales, el envejecimiento, la salud del paciente, sus enfermedades, la medicación que uno pueda estar tomando, etc.
Todo ello altera la cantidad y la calidad de la lágrima, lo que aumenta su osmolaridad (la concentración de sales), favorece la inflamación y la lágrima ya no puede proteger la superficie ocular. En algunos casos, y debido a los problemas de visión, notamos mejora cuando parpadeamos de manera repetitiva y rápida.
A todos estos factores se les ha añadido en los últimos meses uno nuevo: el exceso de teletrabajo y el uso de las mascarillas. Según el doctor Nicolás Alejandre Alba, jefe de la Sección de Córnea y Superficie Ocular del Servicio de Oftalmología de la Fundación Jiménez Díaz, esto se debe sobre todo “a que cuando fijamos nuestra atención en la pantalla de ordenador, nuestra frecuencia de parpadeo disminuye mucho y aumenta la evaporación de la lágrima”. Además, “el aire que sale por la parte superior de la mascarilla también reseca la superficie ocular”, añade este especialista, cuyo centro centro que acaba de convertirse en el primer hospital del mundo en recibir el EFQM Global Award, Premio a la Excelencia en Gestión de mayor Prestigio Internacional.
Aunque en la mayoría de los casos el ojo seco no conlleva complicaciones, sí ocasiona a quien lo sufre molestias importantes. Solo en algunos casos, esta patología puede ser grave y favorecer la presencia de lesiones en la córnea que pueden afectar a la visión.
Una unidad centrada en el ojo seco
El cuidado de los ojos secos no solo alivia las molestias, sino que también puede ayudar a evitar infecciones o incluso lesiones en la córnea. Esta patología puede mejorar con un buen tratamiento, que mantenga nuestros ojos sanos y cómodos y proporcione la cantidad normal de lágrimas en el ojo. Para ello es necesario acudir al oftalmólogo, quien realizará un examen ocular completo, con especial atención al estado de los párpados y de la superficie ocular.
Conocer las particularidades de cada caso es clave para acertar en el tratamiento. Porque, como reconoce la Asociación Americana de Oftalmología (AAO), existen muchas pruebas distintas que ayudan a diagnosticar caso por caso. Y en esta línea nace la Unidad de Ojo Seco que ha puesto en marcha la Fundación Jiménez Díaz. Para el doctor Ignacio Jiménez-Alfaro Morote, jefe del Servicio de Oftalmología del hospital y coordinador de la Unidad, el objetivo es “buscar la excelencia, realizar un seguimiento personalizado y mejorar la calidad de vida del paciente”.
Un buen equipamiento y un experimentado equipo médico son claves para un correcto diagnóstico y, por tanto, para encontrar el mejor tratamiento para cada persona. La Unidad citada cuenta con sistemas de imagen, como el Keratograph 5M, que permite realizar todas las exploraciones objetivas necesarias para evaluar cada caso en particular en profundidad, así como con el TearLab, equipo capaz de cuantificar la osmolaridad de la lagrima, fundamental para el diagnóstico y seguimiento del ojo seco.
Desde esta Unidad están en marcha varios proyectos de investigación para perfeccionar el tratamiento del ojo. Como reconoce el doctor Alejandre, una de ellas es intentar optimizar los tratamientos con luz pulsada intensa (IPL), una tecnología que, aunque hace ya años que se aplica, “en el campo del ojo seco estamos seguros de que podemos llegar a un gran nivel de personalización”. Otras líneas de investigación se basan en estudiar el ojo seco en la población oncológica y de qué manera los tratamientos que reciben influyen en el estado de la superficie ocular.