La glándula tiroides, que tiene forma de mariposa y se encuentra en la parte delantera de nuestro cuello, bajo la laringe, se encarga de producir hormonas tiroideas que controlan la manera en que nuestro cuerpo usa la energía, es decir, determina de qué forma usa cada célula la energía del cuerpo. Por tanto, afecta a casi todos los órganos del cuerpo y controla numerosas funciones, todas importantes: respiración, frecuencia cardíaca, digestión o peso, entre otras.
Pero cuando deja de funcionar correctamente pueden aparecer problemas como el hipertiroidismo, un trastorno que nace de un aumento de la producción de las hormonas tiroideas por la glándula tiroides. El hipertiroidismo autoinmune se produce cuando el sistema inmunológico produce anticuerpos que hacen que la glándula tiroides aumente de tamaño y produzca hormonas en exceso. ¿Por qué aparece el hipertiroidismo? ¿Qué lo causa? ¿Qué problemas lleva asociados?
Enfermedad de Graves, la causa más común de hipertiroidismo
La enfermedad de Graves-Basedow es la causa más frecuente de hipertiroidismo; según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), representa el 85% de los hipertiroidismos. En esta enfermedad, el sistema inmune de la persona reconoce como extrañas las proteínas propias del cuerpo, que en este caso son las proteínas tiroideas. En consecuencia, el organismo produce anticuerpos capaces de activar la producción de hormonas tiroideas, lo que acaba en un exceso de función de la glándula. Esto da como resultado una tiroides hiperactiva.
Se distingue de otras formas de hipertiroidismo porque puede atacar varias partes del cuerpo y de las funciones corporales. Algunas afectaciones más comunes suelen ser la presencia de un agrandamiento de la glándula tiroides —bocio— y síntomas oculares. Al afectar a la órbita de los ojos, se produce lo que se conoce como oftalmopatía tiroidea, una enfermedad autoinmunitaria para la que el organismo empieza a generar anticuerpos que producen cambios en los tejidos blandos del ojo y en los músculos, lo que acaba en inflamación y edema.
La oftalmopatía tiroidea puede desarrollarse en personas con hipertiroidismo, y puede derivar en síntomas como irritación ocular, globos oculares sobresalidos, retracción de los párpados, sequedad ocular y visión borrosa. Se calcula que en un 20% de los pacientes provoca síntomas oculares, como ya quedó plasmado durante la jornada Hipertiroidismo, ¿cómo se pueden afectar mis ojos?, organizada por el Hospital Universitario Rey Juan Carlos.
El tabaco, otro factor decisivo en la afectación ocular
Aunque se desconoce la causa de la enfermedad de Graves, es más frecuente en personas fumadoras. Según la Doctora Elisa Pérez Ramos, jefa adjunta del Servicio de Oftalmología del hospital mostoleño, “los fumadores tienen un riesgo aumentado de padecer problemas oculares que es directamente proporcional a la cantidad de cigarrillos fumados cada día”. Se calcula además que fumar está relacionado con las formas más agresivas de la enfermedad y dificulta la respuesta al tratamiento.
Además del tabaco, los expertos apuntan a otra causa importante de los efectos oculares de la patología tiroidea, que son los niveles altos de anticuerpos antiTSi en sangre. De acuerdo con Pérez Ramos, estos anticuerpos “desencadenan una respuesta inflamatoria en los tejidos circundantes al globo ocular, en decir, en el tejido orbitario” que, según el grado de inflamación, se traducen en síntomas que pueden ser leves —molestia ocular o cambios en la morfología ocular— o graves.
Oftalmólogos y endocrinólogos, un trabajo conjunto para un abordaje multidisciplinar y un tratamiento efectivo
Como ya hemos visto, algunas señales que indican que el hipertiroidismo está causado por la enfermedad de Graves es la presencia de enfermedad ocular, una tiroides más grande de lo normal y una historia familiar de problemas tiroideos.
El objetivo del tratamiento es conseguir que la tiroides funcione con normalidad. En el caso de la oftalmología tiroidea, es clave el abordaje multidisciplinar en el que intervengan endocrinólogos y oftalmólogos para que la enfermedad pueda progresar de forma correcta. Lo admite la Doctora Pérez, según la cual “el papel del diagnóstico precoz y el manejo de la afectación ocular” recaen en el Servicio de Oftalmología.
Pero, además, integrar la endocrinología en este enfoque “es importante para el buen control de la función tiroidea”, admite la experta. En función de la gravedad y severidad de la oftalmopatía tiroidea, el tratamiento varía. Una opción es abordar la irritación ocular con lubricantes oculares. O, como admite la Doctora Pérez, es posible que, en los casos más avanzados, tengan que usarse tratamientos médicos hospitalarios con el fin de “mejorar la sintomatología y mantener la función tiroidea normalizada”.
En los casos más leves, los síntomas de irritación mejoran con lágrimas artificiales, compresas frías y gafas de sol. En la fase activa de la enfermedad puede ser necesario el uso de corticoides por vía intravenosa o, en casos determinados, tratamiento con inmunológicos. En los casos más graves, en los que hay riesgo de perder la visión por la compresión del nervio óptico, puede realizarse una descompresión orbitaria, eliminando parte de los huesos de la órbita que rodea el globo ocular. También puede usarse cirugía rehabilitadora para mejorar el aspecto.
Por tanto, ante un paciente con hipertiroidismo, es importante valorar si hay afectación ocular. En caso afirmativo, debe manejarse por parte de una unidad multidisciplinar especializada que pueda determinar la gravedad y la actividad de la enfermedad ya que, en función del grado, se realiza un tratamiento u otro.