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La ruta del Siglo de Oro: un viaje al pasado literario y monumental de España

Ricardo Arnaiz

23 de abril de 2024 05:00 h

Pocas épocas han relucido y brillado en la historia de España como el Siglo de Oro. Este extraordinario periodo, a caballo entre los siglos XVI y XVII, marcó una etapa de florecimiento intelectual, literario y artístico sin precedentes en la península ibérica. En un contexto en el que los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II marcaban grandes cambios históricos, y en el que los validos manejaban las decisiones más importantes, España avanzaba al son del Renacimiento y el Barroco como nunca antes lo había hecho. 

El Siglo de Oro fue un periodo de efervescencia artística. Las obras de Murillo, Velázquez y Zurbarán son una buena muestra de ello. Una época de afrentas entre caballeros, de honor y valentía, pero también de conventualización, con monasterios y conventos convertidos en auténticos centros de influencia y poder. 

Un momento de esplendor, testigo del surgimiento de verdaderos gigantes literarios como Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Francisco de Quevedo o Garcilaso de la Vega, así como de centros de entretenimiento como los corrales de comedias, donde no faltaban obras de Calderón de la Barca o Tirso de Molina. Un ambiente de capa y espada, de honor y celos, que reflejan la complejidad de la sociedad española de la época y cuyo legado celebramos en fechas como el 23 de abril, Día del Libro. 

Hoy, un viaje por la monumentalidad de escenarios como Lerma, Úbeda, Almagro, Alcalá de Henares, León o Trujillo puede trasladarnos directamente hasta el Siglo de Oro a la vez que sus históricos Paradores, testigos vivos de entonces, nos acercan a aquella época de esplendor para descubrirnos sus personajes más ilustres.

El esplendor burgalés en Lerma

En Lerma, Burgos, viajamos al Siglo de Oro a través de su Parador: un antiguo palacio del siglo XVII ordenado construir por el poderoso e influyente Duque de Lerma para aposento, reposo y divertimento de su señor, el Rey Felipe III. Por aquel entonces, Lerma se convirtió en villa de recreo de nobles y reyes y el palacio fue su epicentro —debido a que se trasladó la corte a la cercana Valladolid—. Por allí desfilaron literatos como Góngora o Lope de Vega para representar obras en su bello claustro.

Aunque su historia se entrelaza también con eventos tan dispares como la boda real de Luis I de Borbón y Luisa Isabel de Orleans y la estancia de Napoleón durante la invasión francesa. Rehabilitado en 2003, el Parador destaca en la Plaza Mayor de Lerma con sus más de 200 balcones de hierro y cuatro torres, desafiando las normas arquitectónicas de la época.

Úbeda, la joya del Renacimiento

Si hay un destino en el que empaparse de Renacimiento, ese es sin duda Úbeda. Aquí el Palacio del Deán Ortega, encargado por Francisco De Cobos en el siglo XVI a los arquitectos Luis de la Vega y Andrés de Vandelvira, destaca por su sobriedad renacentista y elementos tan característicos como la ventana de esquina o su maravilloso patio central, uno de los más bonitos de la localidad.

En 1930 se convirtió en el primer Parador de Turismo ubicado en un edificio histórico, en pleno centro de esta Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Ligado al Siglo de Oro y a San Juan de la Cruz, ofrece a los visitantes la oportunidad de conocer reliquias del poeta místico en el Museo de San Juan de la Cruz. Además, la ciudad es puerta de entrada a los parques naturales de Cazorla, Segura y las Villas y Sierra Mágina.

Almagro y su corral de comedias

Sin duda, la cara más conocida de Almagro es la de su corral de comedias, un auténtico Monumento Nacional al ser el único teatro del Siglo de Oro que se conserva íntegro en España y que además sigue en funcionamiento. En él grandes autores como Tirso de Molina presentaban sus obras y hoy es un destino perfecto para sumergirse en la literatura y el arte de la época.

No muy lejos, el antiguo convento de Santa Catalina alberga el Parador de Almagro. En él se conserva el refectorio, la bodega original y hasta 14 patios interiores. Además, cuando celebran sus famosas cenas teatralizadas se puede disfrutar de platos tradicionales y del mejor teatro barroco de autores como Lope de Vega, Quevedo y Santa Teresa.

Alcalá de Henares, literatura en estado puro

Alcalá de Henares siempre ha estado vinculada a la cultura y a la literatura. Aquí nació Cervantes, ni más ni menos, y por sus calles no era raro encontrarse con otras grandes plumas de la literatura del Siglo de Oro como Quevedo, Tirso de Molina, Calderón de la Barca o Lope de Vega, pues eran alumnos de la universidad, todo un centro neurálgico de docencia y pensamiento durante los siglos XVI y XVII.

Este tiempo de esplendor cultural se puede revivir a través del Parador de Alcalá, emplazado en un conjunto de tres colegios-convento del siglo XVII que mandó levantar el cardenal Cisneros. Renovado recientemente, el alojamiento incorpora una mirada actual mientras respeta su pasado histórico, con espacios como el claustro, el jardín tallado sobre las habitaciones y el relajante spa ubicado bajo las bóvedas de la antigua iglesia conventual. Además, cuenta con el lugar perfecto, la Hostería del Estudiante, para saborear platos de entonces como la sopa boba alcalaína, las migas ilustradas o los quijotescos Duelos y Quebrantos. 

León y el confinamiento de Quevedo

El Hostal San Marcos, uno de los alojamientos más emblemáticos de Paradores, es un edificio renacentista con más de 800 años de historia. Estrechamente ligado al Camino de Santiago fue utilizado como hospedería, convento y hospital de peregrinos. Además, Francisco Gómez de Quevedo estuvo confinado aquí durante cuatro años, por orden de su enemigo el Conde Duque de Olivares, al acusarlo de espía de Francia.

Tras una reciente reforma, el alojamiento ha integrado su pasado histórico con una perspectiva contemporánea. En él no podemos pasar por alto la biblioteca, el claustro, la sala capitular y la colección de casi 500 obras de arte. Piezas clásicas, como el altar de piedra del siglo XVI de Juan de Juni, contrastan con obras más modernas de artistas como Eduardo Chillida y José Caballero.

Trujillo, la monumentalidad hecha pueblo

Pasear por las calles de Trujillo es todo un espectáculo pues los monumentos arquitectónicos se suceden uno tras otro. Trujillo deslumbra con su castillo, con palacios como el de La Conquista, iglesias como la de San Martín de Tours y, por supuesto, con su fantástica Plaza Mayor.

Para viajar al Siglo de Oro no hay más que acercarse al Parador de Trujillo, ubicado en el convento del siglo XVI de Santa Clara. Allí, en el corazón del pueblo, no podemos dejar de mencionar su claustro renacentista, su histórico pozo y sus suelos de piedra original. Y es que en este edificio, habitado por monjas de clausura, el tiempo parece detenido desde la época en que regresaron de las Américas tanto Pizarro, conquistador de Perú, como Orellana, descubridor del Amazonas.