Dos actividades validadas por la ciencia que disminuyen el riesgo de cáncer de próstata
Según la American Cancer Society, a partir de los 65 años el riesgo de cáncer de próstata se dispara considerablemente, afectando a un porcentaje importante de los individuos y, de hecho, seis de cada diez casos se detectan alrededor de esta edad.
Antes, el riesgo es bastante bajo y comienza a manifestarse lentamente a partir de los 50 años, donde puede confundirse con las inflamaciones benignas de próstata, que si no se tratan también pueden ser causa promotora del citado cáncer.
Y si bien el de próstata es un cáncer con notable preeminencia de la herencia en su aparición, puede también aparecer en estirpes masculinas donde no se había dado antes y además no se conocen claramente las causas por las que aparece, aunque se sospecha de causas alimentarias, posturales (al estar sentados), sedentarias o tabaquismo, etc.
¿Qué es cáncer de próstata?
Como recordatorio, este tipo de cáncer es un crecimiento anómalo y maligno del tejido de la próstata, que puede extenderse a otros órganos cercanos creando una metástasis que agrave el problema.
Para prevenir el cáncer de próstata, es muy importante la realización de controles mediante análisis de sangre donde se estudia la evolución del antígeno prostático PSA que, aunque es una valoración inexacta, sí puede dar una idea sobre la probabilidad de anormalidades y por tanto abrir la puerta a ulteriores pruebas.
Anteriormente también se realizaban pruebas de tacto rectal para analizar el tamaño de la próstata, pero un macroestudio ha demostrado que esta práctica es ineficaz en el 99% de los casos cuando se utiliza solamente para prevenir el cáncer, ya que no permite apreciar el crecimiento en los primeros estadios.
Este cáncer es uno de los que tiene mejor pronóstico si se detecta a tiempo, pero su pronóstico empeora llega a fases más avanzadas, ya que persiste el riesgo de metástasis y de complicaciones operatorias que deriven en incontinencias e impotencia sexual
¿Qué síntomas tiene?
No obstante las pruebas de control no son exactas, nos pueden dar una idea aproximada y mejoran su rango de acierto cuando el paciente colabora detectando los síntomas tempranos de cáncer de próstata y se pone en manos de especialistas lo antes posible.
Este cáncer es uno de los que tiene mejor pronóstico si se detecta a tiempo y, en cambio, su pronóstico empeora si se le deja pasar a fases más avanzadas, ya que persiste el riesgo de metástasis, así como de complicaciones postoperatorias que deriven en incontinencias e impotencia sexual.
Como sintomas tempranos, debe prestarse atención a:
- Aumento de la frecuencia de micción, sobre todo por la noche.
- Dificultad para empezar a orinar o retener la orina.
- Sensación de que la vejiga no se ha vaciado del todo.
- Necesidad repentina de orinar, en ocasiones incluso con pérdida de orina antes de llegar al baño.
- Micción dolorosa.
Aunque estos síntomas también pueden explicar una inflamación benigna de próstata, infecciones del tracto urinario, diabetes o alguna enfermedad de transmisión sexual, conviene acudir a un urólogo si no son puntuales y se mantienen durante varias semanas seguidas.
Si derivan hacia los siguientes síntomas, urge nuestra visita al urólogo, pues hablan ya del cáncer de próstata en fases avanzadas:
- Presencia de sangre en la orina.
- Disfunción eréctil: problemas para conseguir mantener una erección, eyaculación dolorosa o sangre en el semen.
- Debilidad o entumecimiento en las piernas o los pies.
- Dolor o rigidez en la parte baja de la espalda, las caderas o la parte superior de los muslos.
- Pérdida de peso inexplicable.
La dieta mediterránea, un efecto protector
Hay dos actividades diarias que contribuyen a una mayor protección frente a este cáncer. La primera es bastante previsible y consiste en alejarse de las dietas altas en grasas animales e hidratos de carbono, lo que se conoce como “dieta occidental”.
Así lo certifica un estudio de la Universidad de Harvard conocido como Physicians Health Study y realizado a lo largo de 15 años sobre 926 enfermos de cáncer de próstata a los que se estudió la dieta que habían seguido.
El resultado fue que los hombres que ingerían una dieta occidental (rica en grasas y azúcares) tenían 2,5 veces más probabilidad de mortalidad por tumor prostático, así como un 67% de probabilidades de morir por cualquier otra enfermedad.
La alternativa, entonces, es seguir una dieta pobre en estos elementos y rica en fibra vegetal, antioxidantes y antiinflamatorios naturales, carnes blancas y aceites y grasas vegetales protectoras, así como pescado blanco, frutos secos, frutas hortalizas, etc. En resumen, alimentos de la dieta mediterránea.
Y no solo la coherencia nos lo indica, si no que la ciencia parece dar rúbrica a este hecho, o al menos señalar en esta dirección. Así lo hace un estudio español llevado a cabo por el Centro de Investigación Biomédica en Red y el Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III.
El mismo colige que “una alta adherencia al patrón de dieta mediterránea podría reducir el riesgo de desarrollar cáncer de próstata agresivo”. Es decir que hay indicios de que la dieta mediterránea podría tener un efecto protector contra los tipos más agresivos de este cáncer.
El estudio español, que es de 2017, se ve apoyado por otro de 2021 realizado por el Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas. Los investigadores observaron que los varones cuya dieta contenía más frutas, verduras, legumbres, cereales y pescado tenían un menor riesgo de que su tumor creciese o se extendiese.
Dicho riesgo disminuía, además, un 10% por cada aumento de un punto en la puntuación de la dieta mediterránea, según los patrones de la investigación. Además, comprobaron que esta relación se da con más fuerza en individuos afroamericanos, que son los mas sensibles a este tipo de cáncer.
Asociación entre la masturbación sostenida y la disminución del riesgo
A grandes rasgos, masturbarse a lo largo de toda la vida sexual de un hombre es un factor que protege contra el cáncer de próstata, aunque la causalidad de este hecho no termina de estar clara.
Así lo infiere un estudio publicado en el British Journal of Urology International, realizado en 2008 y en el que se estudiaron los hábitos sexuales de un amplio rango de hombres, tanto enfermos de cáncer como sanos a este respecto.
Las conclusiones fueron que aquellas personas que se masturban mucho, o tienen muchos coitos (entre cinco y siete orgasmos a la semana), entre los 20 y los 30 años, tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de próstata. Hasta un 80% más.
No obstante, este dato solo es válido para aquellas personas con una gran actividad sexual en la juventud que no se mantiene a partir de los 50 años. Si dicha actividad sexual, aunque no sea tan frenética, es constante a partir de esa edad (de dos a cinco orgasmos semanales), la masturbación pasa a tener un importante efecto protector frente al cáncer, disminuyendo el riesgo hasta en un 70%.
Los autores del estudio especulan con ello tenga que ver con la expulsión de las toxinas prostáticas en la eyaculación. De este modo, la masturbación durante la madurez disminuye el riesgo provocado por la misma, y en general la vida sexual, durante una fogosa juventud.
Una explicación posible al aumento de riesgo en la actividad sexual frecuente en la juventud que dan los autores es la que la misma estuviera provocada por altos niveles de hormonas sexuales masculinas, que generan en exceso estrés e inflamación sobre los órganos sexuales.
Si la actividad sexual se detiene drásticamente a partir de los 50, estaríamos hablando de un hombre sometido en una época de su vida a un desarreglo hormonal, pues no es normal dicho patrón con la edad.
En cambio, un hombre que mantiene una alta actividad sexual -solo o en pareja- durante toda su vida adulta, puede ser debido a una líbido despierta pero sin desequilibrios hormonales.
A este respecto, un estudio llevado a cabo en Japón con una muestra de casi 21.000 personas de 40 años o más, reveló que aquellos hombres con menor deseo sexual morían más por cáncer o por cualquier otra causa que los que declaraban mantener su libido.
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