Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, hace ya más de un año, con el estado de alarma y el primer confinamiento- se han realizado muchos estudios y análisis acerca de los posibles efectos que esta situación producía y podría generar en el largo plazo sobre la salud mental.
Muchos de ellos señalaban que las consecuencias son más duras para las mujeres que para los hombres. Sobre todo, para las mujeres que tienen hijos. Una realidad que ha venido a ilustrar, hace unos días, el informe La hora de cuidarse y respirar, presentado por la organización Club de Malasmadres y la compañía de seguros DKV Salud.
De acuerdo con el informe, la mitad de las mujeres cree que su salud mental ha empeorado durante este año de pandemia. El 52% de ellas dice haber sufrido estrés y el 51%, ansiedad a lo largo de los últimos doce meses.
Además, de cada diez mujeres, siete se han sentido apáticas, tristes o desmotivadas (víctimas de la llamada “fatiga pandémica”), cuatro han padecido insomnio, y el 17% han somatizado, por ejemplo en forma de pérdida del cabello y erupciones cutáneas. Solo el 9% dijo no haber tenido ningún síntoma.
Estrés, soledad y ansiedad, más presentes en las mujeres
Ese informe -basado en encuestas a 9.269 mujeres con hijos residentes en España- no incluye estadísticas acerca de los efectos de la pandemia sobre la salud mental de los hombres. Pero el mayor peso de esos perjuicios sobre las mujeres quedó en evidencia en estudios anteriores.
“El estrés se ceba con las mujeres”: así se titulaba un artículo publicado el año pasado por investigadoras de la Universidad de Valencia. Ese estrés se relacionaba sobre todo con el teletrabajo, y lo habían detectado tras poner en marcha un proyecto -todavía en curso- titulado Conciliación familiar en tiempo de confinamiento por COVID-19.
Por su parte, según un trabajo de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), las mujeres constituyen el sector de la población en el cual el confinamiento genera más sensación de soledad, depresión y ansiedad.
De acuerdo con los datos de la UCM, el 27,8% de las mujeres ha mostrado síntomas clínicamente significativos de depresión; en el caso de los hombres, la cifra se reduce al 17%. En cuanto a la ansiedad, la diferencia es aún mayor: la experimentan el 26,8% de las mujeres y el 13,2% de los hombres (es decir, en los varones es menos de la mitad).
Ser mujer en pandemia, factor de riesgo de depresión
Fuera de España, uno de los trabajos más amplios acerca de esta cuestión fue un metaanálisis publicado en septiembre del año pasado, una revisión que abarcó 62 estudios sobre el impacto psicológico y mental de la pandemia, realizados en 17 países y que representaba una muestra total de 162.639 personas.
La conclusión fue que el 33% de la población sufría de ansiedad y el 28%, de depresión, y que uno de los principales factores de riesgo consistía en ser mujer (debido a que los índices eran mucho más altos en ellas que en los varones).
Los otros factores de riesgo, según el metaanálisis realizado por científicos chinos, eran: trabajar en el ámbito de la enfermería, tener un nivel socioeconómico bajo, formar parte de un grupo con alto riesgo de contraer COVID-19 y el aislamiento social. Esta realidad no es del todo nueva, por cierto.
Ya en 2017, un estudio sobre la Percepción y hábitos de la población española en torno al estrés, con el aval de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), marcaba las diferencias: las mujeres que se sentían estresadas representaban el 48,7% del total, mientras que entre los hombres la cifra era del 31,5%. La pandemia empeoró la situación.
Las causas de estas diferencias
¿Por qué los efectos negativos de la pandemia sobre la salud mental han sido especialmente intensos en el caso de las mujeres? La causa más evidente radica en que las mujeres son “las principales responsables de la carga de trabajo que ha supuesto el confinamiento”, puntualiza el documento 'La hora de cuidarse y respirar'.
“El hecho de que hayan sido las mujeres el principal sostén de los cuidados en el hogar -añade el documento- es fruto del aprendizaje de los roles tradicionales de género, que asignan a la mujer el papel de responsable principal de las tareas doméstico-familiares”.
Pese a los avances de los últimos años en ese sentido, los roles tradicionales de género mantienen su vigencia. De hecho, según la última Encuesta de Usos del Tiempo, elaborada por el Ministerio de Igualdad, la cantidad de tiempo que las mujeres dedican al cuidado de la familia y el hogar (4 horas y 7 minutos por día) es más del doble del que dedican los varones (una hora y 54 minutos).
Más aún. Como explican Cristina Benlloch y Empar Aguado, directoras de la citada investigación de la Universidad de Valencia, hay mujeres que -además de teletrabajar- no solo dedican mucho más tiempo que los hombres al cuidado de los hijos, al seguimiento de la actividad escolar de los niños y a las tareas domésticas en general.
Algunas también “deben intentar facilitar que sus parejas trabajen o teletrabajen”, apuntan las especialistas. Esto se debe a que, en teoría, “los horarios de trabajo de la pareja son rígidos y no se permiten interrupciones”.
En consecuencia, añaden las investigadoras, muchas mujeres “sienten que están todo el día trabajando”. En particular las que tienen actividades laborales que requieren mucha concentración y silencio, quienes a menudo -si cuentan con una flexibilidad de horarios que se lo permita- han optado por teletrabajar de madrugada, con el perjuicio en el sueño y el descanso que eso implica.
Qué hacen las mujeres para reducir el estrés y la ansiedad
Según el informe 'La hora de cuidarse y respirar', casi la mitad de las mujeres (el 46%) no tomó ninguna medida para reducir el estrés. El 30% de las mujeres encuestadas sintió que necesitaba ayuda externa, pero -de ese total- solo cuatro de cada diez acudieron a un especialista.
Por su parte, un 31% de las mujeres comenzó a practicar actividad física como un modo de favorecer su bienestar emocional. Y casi la mitad de ellas lo hicieron -cuando el tiempo lo permitió- en parques y otros entornos naturales.
De este modo, además de disfrutar de los espacios exteriores, que tanto se echan de menos en los tiempos de confinamiento estricto, pudieron aprovechar los comprobados beneficios de pasear por la naturaleza.
Un dato muy significativo es que la gran mayoría de las mujeres encuestadas -nueve de cada diez- coincidieron al señalar el principal obstáculo que les impide hacer cosas para sentirse mejor: la culpa que experimentan si dedican tiempo a cuidarse, porque sienten que de esa forma restan tiempo para estar en familia.
Por eso, la psicóloga Paz Gómez -una de las especialistas que trabajó en la elaboración del informe de Club de Malasmadres y DKV- destaca la importancia de trabajar “el autoconocimiento y la autorreflexión”. Ambas son herramientas para superar las “barreras internas” que muchas mujeres todavía sufren a causa de los mencionados roles de género y demás costumbres, creencias y tradiciones heredadas del pasado.
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