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Arritmia o fibrilación auricular, ¿qué riesgos de enfermedad grave comporta?

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Un corazón sano tiene una frecuencia cardíaca normal (entre 60 y 100 latidos por minuto, que son el número de veces que el corazón se contrae por minuto) que se acelera cuando hacemos ejercicio y que va más lento cuando dormimos. 

Cuando este ritmo se altera es cuando se produce una arritmia o fibrilación auricular (FA). Es, según la Fundación Española del Corazón, la alteración del ritmo más frecuente (afecta a más del 1% de la población en España).

Qué es la fibrilación auricular

Se produce una arritmia cuando, en condiciones normales, la frecuencia cardiaca baja (braquicardia) o se eleva (taquicardia); y cuando el ritmo cardíaco. Es decir, la manera como se producen los latidos del corazón, son irregulares.

Este ritmo se adapta a las necesidades del organismo, de ahí que se acelere cuando hacemos ejercicio y que disminuya cuando estamos dormidos. 

Cuando una persona tiene fibrilación auricular, las señales eléctricas que mantienen la frecuencia cardiaca se vuelven aleatorias y caóticas, lo que hace que las dos cámaras superiores del corazón (las aurículas) se contraigan o tiemblen. Y es esto lo que hace que los latidos del corazón se vuelvan irregulares y, a menudo, más rápidos de lo normal. 

Esta dolencia puede llevar a problemas de salud más graves, como accidente cerebrovascular e insuficiencia cardiaca. En el primer caso, las aurículas no siempre se contraen lo suficientemente fuerte para empujar toda la sangre hacia los ventrículos, lo que significa que la sangre puede acumularse en las aurículas y formar coágulos.

La fibrilación auricular descontrolada también puede debilitar el corazón con el tiempo y causar insuficiencia cardiaca, que es cuando el corazón no puede bombear con eficacia alrededor del cuerpo. 

Los síntomas más frecuentes de la fibrilación auricular

La fibrilación auricular no siempre suele provocar síntomas, es decir, puede ocurrir que la persona no sabe que la padece hasta que es auscultada por un médico y le hacen un electrocardiograma. Pero cuando lo hace, las molestias más habituales suelen ser:

  • Aceleración del rimo cardíaco y palpitaciones (latido rápido e irregular).
  • Dolor y presión en el pecho.
  • Falta de aire y dificultad para respirar, sobre todo al hacer un esfuerzo, lo que indica insuficiencia cardíaca. 
  • Cansancio muy marcado al realizar actividades cotidianas.
  • Mareos o vértigo. 
  • Empeoramiento de otras enfermedades asociadas, como insuficiencia cardíaca o hipertensión.

Qué personas son más vulnerables a sufrir fibrilación auricular

Aunque puede aparecer sin una causa justificada, y una persona que lleva una vida sana sin problemas médicos puede desarrollar fibrilación auricular, en la mayoría de los casos hay un factor determinante.

Suele aparecer en la mayoría de los casos como consecuencia del envejecimiento natural del corazón porque se asocia sobre todo a la edad avanzada. Pero hay otros factores que pueden provocarla. Los más comunes son:

  • Hipertensión.
  • Problemas cardíacos como enfermedad de las válvulas del corazón o insuficiencia cardiaca.
  • Sobrepeso u obesidad.
  • Enfermedad de la tiroides como glándula tiroides hiperactiva u otro desequilibrio metabólico.
  • Infecciones pulmonares como neumonía.
  • Apnea del sueño.
  • Genética ya que la fibrilación auricular en ocasiones puede ser hereditaria.

Cómo se diagnostica la fibrilación auricular

El diagnóstico de la fibrilación auricular cuenta con varias opciones. Para empezar, la historia clínica completa permite descartar o contemplar enfermedades del corazón, pulmón o de la glándula tiroides. 

La analítica completa que incluya un hemograma, es decir, un estudio de las células de la sangre, un estudio de coagulación, de la función de riñones, hígado y tiroides, así como de la glucosa, sodio y potasio.

El ecocardiograma permite ver el corazón con ultrasonidos para valorar su forma, tamaño y funcionamiento. Esta prueba nos puede dar pistas sobre posibles enfermedades cardíacas que hayan provocado fibrilación auricular.

El electrocardiograma (ECG) es el que permite dar con un diagnóstico bastante definitivo porque nos da información sobre el ritmo y frecuencia cardiaca, cómo viajan las señales eléctricas del corazón y qué partes de este están provocando contracciones. 

Pero debe tenerse en cuenta también que, debido a que la fibrilación auricular puede aparecer y desaparecer, es posible que un solo electrocardiograma no detecte el problema. En algunos casos es recomendable, por tanto, un monitor de ECG especial que registre el ritmo cardíaco durante un tiempo prolongado, como un monitor Holter.

Controlar el ritmo cardiaco: el objetivo del tratamiento 

El tratamiento de la fibrilación auricular tiene como objetivo controlar el ritmo cardiaco (con fármacos) y las complicaciones embolicas (anticoagulantes). Algunos fármacos evitan la aparición de la arritmia, otros controlan la frecuencia cardiaca cuando esta aparece.

Y los terceros, los anticoagulantes, hacen la sangre más líquida y, por tanto, intentan reducir las complicaciones más serias como embolias (coágulos en las aurículas, que puede obstruir las arterias de cualquier parte del cuerpo).

Si los síntomas no mejoran, pueden indicarse otras intervenciones para controlar el ritmo cardiaco como cardioversión, ablación con catéter o cirugía.

Debe tenerse en cuenta que el tratamiento y un estilo de vida saludable son determinantes porque la fibrilación auricular es compleja y requiere un enfoque individualizado. Por tanto, la elección del tratamiento se basa en las características particulares de caso particular.

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