La “nueva normalidad” que nos espera al final de este camino llamado desescalada es, en buena medida, un misterio. Nadie sabe a ciencia cierta cómo va a ser el mundo después de superar la fase 3 de esta transición y lleguemos a esa instancia en la cual, según la planificación oficial, se “terminan las restricciones sociales y económicas, pero se mantiene la vigilancia epidemiológica, la capacidad reforzada del sistema sanitario y la autoprotección ciudadana”.
Algunas cosas, sin embargo, se pueden prever. Mientras no exista una vacuna o un tratamiento efectivo contra el coronavirus, habrá que mantener los recaudos para minimizar todo lo posible el riesgo de una segunda ola. Por ello, la nueva normalidad permitirá el regreso a los espacios públicos donde hacemos nuestra vida social, como los bares y los restaurantes, pero en condiciones un poco diferentes a como era todo hasta las primeras semanas de este año. ¿Qué cambiará? A continuación, un listado de diferencias a las que nos tendremos que adaptar.
1. Distancia social y aforos reducidos
La desescalada permite el retorno gradual a los bares y restaurantes. Aún no en la fase 0, en la que a día de hoy permanecen la Comunidad de Madrid, Barcelona y su área metropolitana y una buena parte de Castilla y León, pero sí a partir de las fases siguientes, en las que ya se encuentra el resto del país (ver el mapa). En primer lugar se permite el acceso a las terrazas -al 50 % de su aforo- (fase 1), luego a las mesas de los salones interiores (fase 2) y por último a la barra (fase 3), aunque las personas que se acoden allí deberán mantenerse a por lo menos 1,5 metros una de otras. Todas estas limitaciones tienen el fin de mantener la distancia social.
¿Qué sucederá luego? Es posible que durante la nueva normalidad algunas de estas restricciones se mantengan. Otra opción es la de colocar mamparas transparentes que separen unas mesas de otras, de modo tal de aislar al camarero de la mesa (de modo similar a las ya utilizadas para separar a empleados y clientes en los sitios de expendio de comida para llevar) e incluso para separar a los comensales entre sí. Estas medidas han sido aplicadas en bares y restaurantes de China. Por ahora, la aceptación que alcanzarán estas medidas en nuestro país sigue siendo una incógnita.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que, en algunos casos, tales medidas pueden hacer que la reapertura sea impracticable. La facturación con aforo reducido puede no ser suficiente para sufragar los costos operativos de tener el bar en funcionamiento, o el costo de instalación de las mamparas puede no ser redituable. En otras palabras: que abrir el bar podría ocasionar más pérdidas que mantenerlo cerrado. Esa es la razón por la cual, por ahora, muchos de los bares y restaurantes ubicados en regiones donde ya está vigente la fase 1 siguen cerrados.
2. Estrictas medidas de higiene
El gel hidroalcohólico o los desinfectantes con capacidad virucida serán una presencia permanente en los bares y restaurantes en el futuro, siguiendo las disposiciones de prevención del Ministerio de Sanidad. Entre un cliente y otro, las mesas, sillas y demás superficies de contacto deberán ser limpiadas y desinfectadas. Los productos de autoservicio (servilleteros, palilleros, aceiteras, vinagreras, etc.) serán sustituidos por envases desechables de dosis únicas. La vajilla, mantelería, cubertería y cristalería, por su parte, se guardará en espacios cerrados o lo más lejos posible de las zonas de paso, tanto de clientes como de los trabajadores.
También habrá que olvidarse -al menos durante un tiempo- de las cartas de menú compartidas: la oferta de raciones y platos deberá exponerse en carteles o pizarras que no sea necesario tocar, o bien en papeles desechables. Se fomentará el pago con tarjeta, para evitar el intercambio de dinero en efectivo. Después de cada uso será conveniente desinfectar el datáfono, así como también ordenadores, pantallas, incluso bolígrafos y otros dispositivos.
3. Aires acondicionados y sus filtros
Los equipos de aire acondicionado plantearán también un problema a futuro, pues muchos expertos coinciden en que podrían ayudar a la propagación del virus, haciendo que sus partículas sean más impulsadas a más de dos metros, la distancia de seguridad. Así lo explica un artículo de Consumo Claro, y hay estudios -uno de un restaurante en China y otro de un ‘call center’ en Corea del Sur- que lo corroboran.
En concreto, podría ser obligatorio que todos los bares y restaurantes sustituyeran los filtros comunes de sus equipos de aire acondicionado (similares a los que hay en sitios públicos como hoteles, supermercados y cines) por otros más finos, capaces de retener en su interior las micropartículas del virus. Estos últimos son filtros de alta eficiencia para partículas de aire -conocidos como HEPA, por sus siglas en inglés- y en general solo se usan, por ahora, en aviones, hospitales y centros sanitarios.
De todas formas, todavía no existe ninguna confirmación sobre posibles cambios en la normativa. En cualquier caso, sí será importante procurar que se cumpla la normativa ya vigente, que obliga -desde la promulgación del Real Decreto 1751/1998- a que todos los equipos industriales de aire acondicionado tengan sistemas de renovación de aire. Esto evita que las mismas partículas se concentren y circulen durante mucho tiempo en un mismo espacio, algo que, en caso de presencia del virus, aumentaría de forma notoria el riesgo de contagio.
4. Medir la temperatura de clientes o empleados
Dada la sencillez, la velocidad y lo poco invasivo de los dispositivos con los que se puede medir la temperatura corporalen la actualidad, el uso de este recurso está previsto para cuando los bares y restaurantes reabran sus puertas durante la desescalada. Las autoridades deberán determinar su posible uso obligatorio cuando llegue el momento de la nueva normalidad.
5. Fin del servicio de buffet libre
La necesidad de abandonar el uso de ciertos elementos comunes -como aceiteras o servilleteros- ofrece soluciones relativamente fáciles: dosis individuales en recipientes desechables. Pero en otros casos puede llevar al cambio de costumbres o tradiciones ya bastante arraigadas en nuestra cultura. Es el caso del buffet libre, una metodología que probablemente no volverá al menos hasta que exista una vacuna o un tratamiento efectivo contra la Covid-19, o hasta que exista una suficiente inmunidad de grupo, que en el caso del coronavirus se estima que debería abarcar al menos al 60 % de la población.
En el momento en que eso suceda, todos estos efectos de la pandemia quedarán como el recuerdo de una época extraña. Tan extraña que ha llevado incluso a que un restaurante con tres estrellas Michelin, en Estados Unidos, opte por ocupar algunas de sus mesas con maniquís, a fin de garantizar la distancia de seguridad entre sus clientes. Una solución que puede resultar graciosa, triste o tétrica, según cómo se mire, igual que muchas de las otras cosas a las cuales el virus nos ha obligado en los últimas semanas.
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