Es sabido que nuestra sociedad da mucha importancia a la imagen de las personas. Una muestra de ello es el auge de las selfies y otra, el aumento de las cirugías estéticas. En 2019, los procedimientos estéticos aumentaron un 7,4% en relación con el año anterior.
Así lo revela la encuesta mundial anual de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS, por sus siglas en inglés), cuyos resultados fueron publicados en estos días. En 2018, la subida había sido del 5,6%.
En España se realizan unas 400.000 de esas intervenciones cada año, de acuerdo con el último informe de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE). Esto quiere decir que, en una década, la cantidad de procedimientos estéticos en nuestro país se ha cuadruplicado.
La más común de las operaciones –tanto en España como a nivel global– es el aumento de pecho, seguido por la liposucción. Menos conocido, y para muchas personas tal vez sorprendente, es que el tercer puesto en esa clasificación lo ocupe la blefaroplastia: la cirugía de párpados.
Según la SECPRE, esta intervención es la más frecuente entre las personas mayores de 60 años –de ambos sexos– que acuden al quirófano por motivos estéticos. Y también la más elegida por los varones de entre 45 y 60 (en las mujeres de esa franja etaria, por su parte, se impone la elevación de pecho).
La blefaroplastia y su mayor demanda durante la pandemia
A tal punto ha crecido el interés y la práctica de la cirugía de párpados que, en 2018, el congreso anual de la SECPRE estuvo dedicado de forma monográfica por primera vez a las cirugías óptico-palpebrales (relacionadas con los párpados) que procuran rejuvenecer la mirada.
Durante la pandemia de COVID-19, periodo en el que aumentaron en general las consultas y las intervenciones de cirugía estética, la blefaroplastia acrecentó su demanda más que ninguna otra, entre un 20 y 30%, según explica José Nieto Enríquez, médico especialista en cirugía de párpados.
“Se nota un mayor interés, hay muchas primeras visitas” apunta Nieto. ¿Por qué ese aumento en la demanda? El experto identifica tres factores. “El fundamental es el teletrabajo –puntualiza–. El inconveniente principal de esta cirugía es que la recuperación es visible” pues genera hinchazón y otras secuelas temporales. “Hasta ahora los pacientes tenían que tomarse tiempo libre de trabajo para operarse, pero ahora pueden hacerlo y seguir trabajando sin tener que dar explicaciones”.
Otro elemento es el uso de la mascarilla: “La atención se ha centrado mucho en la mirada, que ahora es lo único que queda al descubierto” dice Nieto. Y una posible tercera razón es que mucha gente, al no poder gastar (o tener que gastar menos) en viajes de vacaciones y otras actividades de ocio, decide invertir su dinero en otro lado. Por ejemplo, un procedimiento estético.
¿En qué consiste la blefaroplastia?
La blefaroplastia es una operación a través de la cual se extrae grasa y exceso de piel y músculo de los párpados, tanto de los superiores como de los inferiores. En la mayoría de los casos se utiliza para corregir la caída de los párpados de arriba y las “bolsas” en los de abajo, producto por lo general del envejecimiento, aunque muchas personas jóvenes también recurren a esta intervención con el fin de modificar rasgos de herencia familiar.
El procedimiento es relativamente simple: se practican incisiones “en las líneas naturales de los párpados superiores y justo debajo de las pestañas en los inferiores” explica la SECPRE, y a través de ellas se extrae la grasa y –si lo hay– el exceso de piel y músculo. Luego las incisiones se cierran con suturas muy finas. Por lo general, las cicatrices resultantes son casi imperceptibles.
La duración total ronda la hora y media, aunque puede ser un poco menos, si no se operan los cuatro párpados, o un poco más, sobre todo si se realiza junto a otras cirugías faciales, como algún tipo de lifting. En la mayoría de los casos, unas pocas horas después de terminada la operación la persona puede dejar la clínica o el hospital y retornar a su casa.
Posibles riesgos de la cirugía de párpados
La blefaroplastia no es una operación de riesgo. Como destacan los estudios al respecto, las complicaciones son infrecuentes y, cuando ocurren, suelen ser leves y transitorias, como hematomas o esquimosis (inflamación de la membrana que recubre al ojo y produce malestar).
Trabajos recientes señalan que “los pacientes por lo general quedan satisfechos” y algunos incluso destacan beneficios no estéticos de la intervención –en particular, en personas mayores– como “un campo visual aumentado y una mejora en la calidad de vida en relación con la visión y el dolor de cabeza”.
De todos modos, como es lógico, siempre existe la posibilidad de que surja alguna complicación, como una infección o una reacción negativa a la anestesia, además de los ya citados hematomas o esquimosis.
Además de eso, en los días siguientes a la blefaroplastia suele haber inflamación y en ocasiones también lagrimeo excesivo, hipersensibilidad a la luz, cambios temporales en la agudeza visual –como visión doble o borrosa–, edema en los párpados, asimetrías leves en la cicatrización e incluso una dificultad para cerrar bien los párpados durante el sueño.
Todos esos síntomas en general desaparecen después de unos días, y en una semana o una semana y media los pacientes ya pueden volver a hacer vida normal (excepto actividad física intensa, para la cual se recomienda dejar pasar tres semanas).
Con poca frecuencia, esta cirugía puede derivar en un ectropión, una afección que hace que el párpado se pliegue hacia fuera y que, en consecuencia, su parte interna quede expuesta y se irrite. Para corregir este problema puede ser necesaria una nueva cirugía.
Por lo demás, es importante destacar algunas de las aclaraciones que los especialistas de la SECPRE hacen acerca de este procedimiento en particular y de la cirugía estética en general. Sobre la blefaroplastia, especifican que no elimina las patas de gallo u otras arrugas, así como tampoco la caída de las cejas.
Sobre el conjunto de los procedimientos estéticos, que permiten mejorar la apariencia y, en consecuencia, pueden ayudar a la autoestima, pero no sirven para “parecerse a otra persona” o para que se modifique el trato que los demás le dan.
Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete a nuestros boletines