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Se conoce como síndrome de Peter Pan al conjunto de rasgos que, en general, son señal de una gran inmadurez emocional durante la edad adulta, sobre todo después de los treinta años. Como el personaje creado por el escritor escocés James Matthew Barrie a comienzos del siglo XX, estas personas “no quieren crecer”.
No se trata de un síndrome oficial, ni tampoco aparece en los listados de referencia de trastornos mentales. Pero se tornó muy popular a partir de la publicación del libro El síndrome de Peter Pan, del psicólogo estadounidense Dan Kiley, en 1983. El subtítulo del libro es elocuente: “Los hombres que nunca crecieron”.
Quienes experimentan el síndrome de Peter Pan -varones, en su gran mayoría- se resisten a asumir las cargas y las responsabilidades de una persona adulta, a la vez que muestran conductas y reacciones emocionales que no son propias de su edad. También les cuesta, por cierto, aceptar que son exponentes de este síndrome.
Como consecuencia, estas personas se sienten incomprendidas y, con mucha frecuencia, son víctimas de la tristeza, la ansiedad y la depresión. Al no hacerse cargo de las responsabilidades, llega un punto en que “se sienten vacías, con una vida sin realizar y sensaciones de insatisfacción”, explica el psicólogo Manuel Escudero.
Por otra parte, dado que rehúyen el compromiso, muchos “hombres Peter Pan” desarrollan relaciones superficiales, tanto de pareja como de amistad. En el largo plazo, esto los lleva a sentirse solos, o a formar pareja solo con personas que sufren el síndrome de Wendy, problema complementario también propuesto por Dan Kiley.
Detectar el síndrome de Peter Pan
Ahora bien, ¿cómo se manifiesta este síndrome en la vida cotidiana? ¿Cómo puede uno mismo darse cuenta de si lo padece en alguna medida? En un estudio de 2019, científicos de Turquía describen una escala creada con el fin de medir el grado de síndrome de Peter Pan que tiene una persona.
Para ello, desarrollaron una serie de ítems con los cuales la persona evaluada debe responder en qué medida se siente identificada. Esos ítems enuncian las principales características de las personas con el síndrome de Peter Pan. Son las siguientes:
- Hace lo posible por evitar las responsabilidades y los compromisos.
- Trata de dedicar su tiempo solo a cosas que le resulten “divertidas”.
- Se niega a tener (o hacer todo lo posible por evitar) un trabajo de tiempo completo, o incluso no trabaja, aunque eso perjudique a personas cercanas.
- Evita lidiar con sus propios asuntos económicos.
- No quiere pensar en el futuro, y por lo tanto no hace planes a largo plazo.
- Procura no hacer promesas, y con frecuencia no respeta las que ha hecho.
- No se establece en un sitio: piensa en todas sus residencias como si fuesen temporales.
- No quiere tener hijos.
- Odia estar solo.
- Idealiza la juventud y siempre quiere parecer más joven de lo que es en realidad.
- Se rodea de amigos y compañeros más jóvenes que él, pero en realidad no se preocupa ni se interesa por otras personas que no sean él mismo.
- Suele abusar del alcohol y las drogas, a menudo para vincularse con los demás de la forma en que lo hacen los adolescentes o las personas muy jóvenes.
- Busca como parejas a personas que lo cuiden y lo complazcan, personas que muchas veces padecen del síndrome de Wendy, bautizado así por el personaje de la amiga (y protectora) de Peter Pan.
- Está obsesionado con la “libertad”.
- Es egocéntrico y narcisista. En muchos casos, tiene una personalidad muy seductora.
- Exagera sus propios logros, y es intolerante a las críticas y la frustración.
- Ve a los demás como “ovejas” que viven como parte de un “rebaño” (es decir, sin libertad) o como “ciegos”, incapaces de observar la realidad que los circunda.
El síndrome de Peter Pan en la pareja
¿Qué pasa si una persona sospecha que no es ella misma sino su pareja quien padece el síndrome de Peter Pan? Para casos como ese, el psicólogo estadounidense Dave Lechnyr elaboró un cuestionario con 22 ítems, que incluyen situaciones como las siguientes:
- Cuando mi pareja comete un error, reacciona con una sobreactuación o una exageración de la culpa que siente, o busca excusas que lo absuelvan de lo sucedido.
- Mi pareja olvida fechas importantes, como cumpleaños o aniversarios.
- En las reuniones sociales, mi pareja no me presta atención, pero hace todo lo posible por impresionar a otras personas, sobre todo aquellas que le atraen.
- A mi pareja le resulta casi imposible decir “lo siento”.
- Mi pareja muestra preocupación por mí, mis problemas y mis sentimientos solo después de que me he quejado de que hacía caso omiso de ellos.
Esas y las demás situaciones mencionadas por Lechnyr en su cuestionario también son características de una persona con el síndrome de Peter Pan, las cuales en general resultan especialmente dolorosas para su pareja y nocivas para la relación.
Causas y formas de actuar ante el síndrome de Peter Pan
Los expertos consideran que el síndrome de Peter Pan puede deberse a múltiples factores, pero que la historia durante la propia infancia desempeña un papel fundamental. Por un lado, puede deberse a una crianza demasiado permisiva, sin reglas ni exigencias ante unos padres o cuidadores que siempre cedían a sus demandas.
Por el otro, en el origen del síndrome también puede hallarse una situación diametralmente opuesta: una niñez con excesivas responsabilidades, sin afecto y, en concreto, sin felicidad. Como ejemplo, suele citarse el caso de Michael Jackson, quien desde niño soportó las presiones de su padre para el desarrollo de su carrera artística.
De todos modos, el psicólogo Jorge Barraca destaca en un artículo que, dado el gran número de casos de síndrome de Peter Pan en los últimos tiempos, sería erróneo pensar que solo se debe a situaciones particulares.
Así como la anorexia u otros trastornos alimentarios no se pueden analizar caso por caso como situaciones aisladas sino en el marco de unos cánones estéticos que celebran la delgadez, enfatiza Barraca, al hablar del síndrome de Peter Pan “tiene que haber una corriente social por la que, quizás, todos tenemos una parte de culpa”.
En este sentido, el especialista destaca que lo que se podría llamar “cultura posmoderna” valora el cambio constante y el hedonismo exacerbado y cuestiona la utilidad del esfuerzo y del compromiso, entre otras cosas. Este contexto podría ser el caldo de cultivo para la proliferación del síndrome de Peter Pan.
¿Qué hacer? Una de las claves para tratar el problema, explica Manuel Escudero, consiste en fortalecer la autoestima y reducir la inseguridad de la persona. Esa es una primera forma de enfocarse en la cuestión.
Luego, se trata también de mejorar la empatía y de que la persona “adquiera conciencia del significado de los roles de las personas: adulto, pareja, padre, madre, etc.”.
Para ello, desde luego, la persona debe reconocer que padece un problema y tener el deseo de solucionarlo. De ese modo, podrá aprender a asumir responsabilidades y compromisos y, en última instancia, hacerse cargo de las riendas de su vida como una auténtica persona adulta.
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