¿Cuántos amigos podemos tener a lo largo de la vida? La ciencia responde
Desde que existen las redes sociales -en particular Facebook, que es la principal de todas aquellas en las cuales los contactos se llaman “amigos”- el concepto mismo de amistad parece puesto en cuestión. ¿Cuántos amigos tenemos? Más aún: ¿cuántos podemos tener? En Facebook el (caprichoso) límite en la cantidad de “amigos” es de 5.000. ¿Hay un límite en la vida real? La ciencia dice que sí.
El antropólogo británico Robin Dunbar, catedrático de la Universidad de Oxford, lleva décadas estudiando esta cuestión. A comienzos de la década de 1990 postuló una hipótesis según la cual los seres humanos podemos relacionarnos con un grupo social de hasta unas 150 personas, el cual se conoce como el “número de Dunbar”. Esta cifra surge de estudios previos con primates, que sugerían que los grupos sociales eran más o menos grandes en relación directa con el tamaño de un área del cerebro llamada neocórtex. Fue el volumen del neocórtex humano lo que le permitió suponer que nuestros grupos eran de 150 individuos.
Desde entonces, Dunbar ha realizado numerosos estudios, con los cuales logró reforzar y afinar sus predicciones. El año pasado, un trabajo dirigido por él y expertos de la Universidad Carlos III, de Madrid, posibilitó formular una teoría matemática que avala esa cifra. Sus conclusiones aseguran algo que el sentido común ya permitía imaginar: que las amistades dependen del tiempo y el esfuerzo mental que se les dedique. Pero también un hecho más complejo: que en esta cuestión desempeña un papel fundamental la capacidad cognitiva de cada persona, debido a lo cual cuanto mayor sea esa capacidad, más posibilidades tiene el cerebro de manejar un círculo más grande de amistades.
Por lo demás, está claro que, de esas 150 personas del grupo social en el que nos movemos, no con todas se establecen vínculos similares. La teoría de Dunbar apunta que las amistades íntimas de una persona se limitan a entre 3 y 5. Hay un segundo círculo de “buenas amistades” que alcanzan a una decena de personas, y un tercero de personas por las que se siente afecto y confianza y se trata con frecuencia, que llega hasta las 30-35 personas. El de las 150 personas es el cuarto círculo.
Las redes sociales no amplían la cantidad de amigos
El conjunto de hipótesis de Dunbar se conoce como teoría del cerebro social, y ha sido puesta en cuestión por muchos expertos a lo largo de los años. Artículos como el de Cristina Acedo-Carmona y Antoni Gomila, de la Universidad de las Islas Baleares, publicado en 2016, han hecho revisiones críticas de sus fundamentos y conclusiones. En líneas generales, lo que estos autores señalan es que, si bien muchas de las afirmaciones iniciales del antropólogo británico, en particular las relacionadas con el neocórtex y otros aspectos fisiológicos y evolutivos del desarrollo cerebral, han quedado obsoletas, las líneas abiertas por Dunbar han dado lugar a investigaciones de gran interés.
Este trabajo destaca el camino abierto por estos trabajos para la investigación acerca de cómo las redes interpersonales funcionan, a pequeña escala, dentro de las aglomeraciones urbanas actuales, y de cómo la cohesión que generan resulta clave para la cohesión social a nivel general. También cabe preguntarse, por cierto, por el rol de las redes sociales en internet, y con cuántos “amigos” una persona puede estar en verdadero contacto a través de Facebook, Instagram, Twitter, WhatsApp y otras plataformas o aplicaciones. ¿Son 150, o pueden ser más?
En un artículo de 2016, el propio Dunbar responde a esa pregunta: el tamaño de las redes de interacción en Facebook es similar al de las redes de la vida offline, es decir, de la vida real. Esto sugiere, asegura el texto, que “existe una restricción cognitiva para el tamaño de las redes sociales que incluso las ventajas que ofrece la comunicación de los medios en línea no pueden superar”. “En términos prácticos -escribe Dunbar- esto puede reflejar el hecho de que las relaciones reales (a diferencia de las casuales) requieren una interacción cara a cara al menos ocasional para ser mantenidas”.
Quizá debido a eso hay quienes celebran, cada 17 de noviembre, el “día de eliminar amigos” de Facebook. La iniciativa fue lanzada ya en 2010 por el comediante estadounidense Jimmy Kimmel. ¿Cómo elegir a quiénes deberíamos borrar? La propuesta de su impulsor era simple: publicar un viernes que ese fin de semana vas a mudarte y que necesitas ayuda. Quienes te ofrezcan esa ayuda son tus amigos. Toda la gente que no te conteste es la que, según Kimmel, deberías quitar de tu red. Fue formulada como una broma, desde luego, pero como todo chiste incluye visos de realidad.
Cuidar las amistades con el paso del tiempo
El citado artículo de Dunbar de 2016 arriesga que la principal función de las redes sociales en internet -ya que no aumentan el número aproximado de 150 personas con las cuales se interactúa- podría ser la de “evitar que las amistades se desintegren a causa del paso del tiempo sin contacto cara a cara”. El investigador enfatiza que, si bien la amistad exige el contacto cara a cara al menos ocasional, las redes pueden servir para reducir la tasa de “decadencia” de las amistades en ausencia de contacto real.
En este sentido, es interesante saber que el período de nuestras vidas en que más amigos tenemos es hasta los 25 años. Después de esa edad, el círculo de amistades se empieza a reducir. Así lo determinó un estudio también publicado en 2016, realizado por científicos de la Universidad de Aalto, en Finlandia, y del que también formó parte -como no podía ser de otro modo- el propio Robin Dunbar.
El trabajo, basado en el análisis de datos de tres millones de usuarios y su relación con otras personas a través de sus teléfonos móviles, determinó que somos “más socialmente promiscuos”. En promedio, según los resultados de este informe, los hombres de 25 años tienen contacto con 19 amistades y las mujeres con una media de 17,5.
Superada esa edad, perdemos amigos rápidamente, y las mujeres a un ritmo más acelerado que los hombres (siempre según el estudio). Por supuesto, en este hecho inciden circunstancias vitales como el final de los estudios universitarios, la inserción en el mercado laboral, la constitución de parejas y, eventualmente, la maternidad o paternidad.
No obstante, los autores del trabajo destacan que, a medida que las personas cumplen años, “enfocan cada vez más su esfuerzo, o capital social, en un subconjunto más pequeño de relaciones significativas”. Lo cual vendría a confirmar, una vez más, aquello de los círculos de amistades, que van desde los vínculos más íntimos con entre tres y cinco personas hasta las relaciones más distantes con el “número de Dunbar”: hasta 150.